Las mujeres participan menos que los hombres en el mercado de trabajo. Claro, eso no significa que las mujeres trabajan menos que los hombres. Otorgando el valor que merecen las tareas domésticas y de cuidado de niños y personas mayores o enfermas, podemos decir que esto también es trabajo.
inicia sesión o regístrate.
Las mujeres participan menos que los hombres en el mercado de trabajo. Claro, eso no significa que las mujeres trabajan menos que los hombres. Otorgando el valor que merecen las tareas domésticas y de cuidado de niños y personas mayores o enfermas, podemos decir que esto también es trabajo.
Las tareas domésticas son actividades generadoras de valor. Da cuenta de eso que, si alguien externo al hogar debe hacerlas, entonces hay un valor, un precio que pagar por ese trabajo.
Considerando que trabajo doméstico y trabajo en el mercado constituyen un concepto amplio de trabajo, entonces las mujeres y los hombres trabajan por igual, incluso en algunos casos las mujeres trabajan más.
Si pensamos en un tiempo no muy lejano, nuestras abuelas, nuestras madres eran exclusivamente amas de casa. Estaban especializadas en las tareas del hogar, y nuestros abuelos y padres se dedicaban al "trabajo". Eso fue cambiando con el tiempo, las mujeres comenzaron a participar cada vez más en el mercado, pero nunca dejaron de ser las responsables de las tareas del hogar. Así aparece lo que conocemos como doble jornada laboral. Aquellas que trabajan en el mercado, luego vuelven a sus hogares a lavar, planchar, cocinar y cuidar.
También se sabe que las mujeres se insertan más que los hombres en trabajos informales y de medio tiempo. Muy probablemente porque son esos puestos los que mejor compatibilizan con los tiempos que demanda la responsabilidad del hogar. Tipos de puestos de trabajo que suelen ser peor remunerados.
También las mujeres se insertan principalmente en sectores productivos peor remunerados. Veamos si no cuántos enfermeros, maestros o empleados domésticos podemos encontrar a simple vista. Incluso, el sector que alberga a los hombres de menor nivel educativo, como es la construcción, es mejor remunerado que aquél que concentra a las mujeres de menor nivel educativo, el servicio doméstico.
En los trabajos mejor pagos y en los "trabajos del futuro" hay más hombres que mujeres, y eso va a seguir siendo así, a menos que se redoblen los esfuerzos para torcer tanta desigualdad. Hoy hay más hombres que mujeres en la minería, en las ciencias y en el desarrollo de tecnologías. Lo que vemos en el mercado de trabajo, es la misma fotografía que vemos en la universidad. Solo 17% de los estudiantes de la Tecnicatura en Programación en la UNSa son mujeres ¿Por qué el mercado laboral del futuro cercano sería diferente? ¿Más igualitario?
No es capricho. Las mujeres que no tienen un trabajo digno y suficiente, no logran autonomía económica. Sin autonomía económica, es muy poco probable librarse de una situación de violencia doméstica. Ni ellas, ni sus hijos.
Las mujeres participan menos que los hombres en el mercado de trabajo. Claro, eso no significa que las mujeres trabajan menos que los hombres. Otorgando el valor que merecen las tareas domésticas y de cuidado de niños y personas mayores o enfermas, podemos decir que esto también es trabajo.
Las tareas domésticas son actividades generadoras de valor. Da cuenta de eso que, si alguien externo al hogar debe hacerlas, entonces hay un valor, un precio que pagar por ese trabajo.
Considerando que trabajo doméstico y trabajo en el mercado constituyen un concepto amplio de trabajo, entonces las mujeres y los hombres trabajan por igual, incluso en algunos casos las mujeres trabajan más.
Si pensamos en un tiempo no muy lejano, nuestras abuelas, nuestras madres eran exclusivamente amas de casa. Estaban especializadas en las tareas del hogar, y nuestros abuelos y padres se dedicaban al "trabajo". Eso fue cambiando con el tiempo, las mujeres comenzaron a participar cada vez más en el mercado, pero nunca dejaron de ser las responsables de las tareas del hogar. Así aparece lo que conocemos como doble jornada laboral. Aquellas que trabajan en el mercado, luego vuelven a sus hogares a lavar, planchar, cocinar y cuidar.
También se sabe que las mujeres se insertan más que los hombres en trabajos informales y de medio tiempo. Muy probablemente porque son esos puestos los que mejor compatibilizan con los tiempos que demanda la responsabilidad del hogar. Tipos de puestos de trabajo que suelen ser peor remunerados.
También las mujeres se insertan principalmente en sectores productivos peor remunerados. Veamos si no cuántos enfermeros, maestros o empleados domésticos podemos encontrar a simple vista. Incluso, el sector que alberga a los hombres de menor nivel educativo, como es la construcción, es mejor remunerado que aquél que concentra a las mujeres de menor nivel educativo, el servicio doméstico.
En los trabajos mejor pagos y en los "trabajos del futuro" hay más hombres que mujeres, y eso va a seguir siendo así, a menos que se redoblen los esfuerzos para torcer tanta desigualdad. Hoy hay más hombres que mujeres en la minería, en las ciencias y en el desarrollo de tecnologías. Lo que vemos en el mercado de trabajo, es la misma fotografía que vemos en la universidad. Solo 17% de los estudiantes de la Tecnicatura en Programación en la UNSa son mujeres ¿Por qué el mercado laboral del futuro cercano sería diferente? ¿Más igualitario?
No es capricho. Las mujeres que no tienen un trabajo digno y suficiente, no logran autonomía económica. Sin autonomía económica, es muy poco probable librarse de una situación de violencia doméstica. Ni ellas, ni sus hijos.
Servicio doméstico, una materia pendiente
La sociedad impone a las mujeres la responsabilidad de cuidar y de limpiar. Muy probablemente por eso, es que solamente son mujeres quienes trabajan realizando estas tareas en casas particulares. En la Argentina, son muchas las mujeres que brindan servicio doméstico, 1 de cada 6 mujeres asalariadas están ocupadas en este sector.
El servicio doméstico es de los sectores más informales del mercado de trabajo, solo 25% de las trabajadoras están registradas. El alto nivel de informalidad conlleva injustas remuneraciones, el incumplimiento de los derechos de estas trabajadoras de tener aguinaldo, días libres por enfermedad o maternidad, ni hablar de vacaciones pagas. Mucho menos de una jubilación, cuando sus cuerpos no resistan más las intensas tareas domésticas.
Es real que hubo importantes avances en la calidad del trabajo de las trabajadoras de casas particulares. Recordemos si no, lo común que era, hace pocas décadas atrás, que mujeres trabajen en casas de familias por un techo y comida. Probablemente todavía encontremos casos de este tipo. En ese extremo, los patrones tienen una posición de poder muy desigual sobre las trabajadoras. Todavía hay vestigios de esa necesidad de ejercer ese mayor poder en la preferencia que revelan los patrones por "empleadas del interior" en los clasificados.
Quiero dedicar una línea a la mayor presencia de hombres en tareas de limpieza en instituciones, o sea en el personal de maestranza. Cuando las tareas de limpieza son formalizadas, entonces la participación de las mujeres es menor.
La responsabilidad de garantizar los derechos de las trabajadoras de casas particulares recae fuertemente sobre la patronal. Los costos de las contribuciones que deben pagar van desde $1.534 a $6.000 dependiendo de la cantidad de horas de servicio (menos de 12 horas, o más de 16 por semana) ¿Mucho o poco?, se los dejo a ustedes. El Estado está haciendo, quizás, más de lo que debería. Con su programa Registradas promueve la formalización del sector, ¡pagando el 50% del sueldo de la empleada! Limpiar y cuidar, no es amor, es trabajo. Y debe ser reconocido como tal para consolidar los derechos de las trabajadoras del sector.