inicia sesión o regístrate.
Cada 27 de octubre, en la antesala del Día de Muertos, el calendario guarda un momento especial y profundamente emotivo: el Día de los animales fallecidos. Según la tradición, esa noche las almas de perros, gatos y otras mascotas atraviesan el velo que separa este mundo del otro para volver, por unas horas, al calor de sus hogares.
Dicen que son los primeros en cruzar. Que llegan con pasos suaves, con la misma ternura con la que un día nos miraron, siguiendo ese hilo invisible del amor que no conoce distancias ni finales. Esa noche, el viento parece llenarse de sus ecos: ladridos, maullidos y susurros que el alma reconoce sin necesidad de oírlos.
El encuentro espiritual a través de una foto, una flor o juguete favorito
Es una jornada para detenerse y agradecer su amor, su presencia y su lealtad. Muchos encienden una vela, colocan su foto o dejan junto a ella una flor o su juguete favorito. No se trata de un rito solemne, sino de un encuentro espiritual: un diálogo con el recuerdo y con la certeza de que su energía sigue viva, acompañándonos desde otros planos.
Ellos nos enseñaron el amor más puro, el que no pide nada a cambio. Por eso, cada 27 de octubre, cuando el portal luminoso se abre, regresan para recordarnos que el amor verdadero no muere, solo cambia de forma.
Hoy, encendé una luz por ellos. Porque siguen siendo parte de la familia. Porque su huella, invisible pero eterna, sigue marcando el camino.