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- Tu formación de base es Comunicación Social. ¿Cómo pasaste al mundo de las constelaciones familiares?
- En realidad no fue un cambio de profesión. Yo sigo trabajando en comunicación, me especialicé en gestión social en minería, que es un área que me apasiona y a la que dedico gran parte de mi tiempo. Pero hace 17 años, tras el nacimiento de mi hija, escuché hablar de las constelaciones familiares y decidí probar. En ese momento no había consteladores en Salta, apenas una persona que había venido de Córdoba, y tampoco existía la difusión que hoy tienen gracias a series o documentales. Fui a una constelación grupal sin saber de qué se trataba y me impactó. Ver cómo personas que no me conocían podían representar a mi madre o a familiares y sentir dolores o emociones que ellos tenían en la vida real fue un descubrimiento. Allí comprendí que había algo profundo, algo que mostraba el “orden oculto” de nuestras historias.
- ¿Qué se revela en una constelación?
- Lo que aparece es en qué situación del sistema familiar quedó enganchada el alma. Muchas veces se trata de hechos que desconocemos por completo: un bisabuelo que perdió todas sus tierras, un niño no nacido, una muerte silenciada. A nivel consciente no sabemos nada de eso, pero el alma permanece unida a esa historia. Entonces, por lealtad, podemos repetir destinos. Un ejemplo muy común: alguien intenta comprar una casa y siempre se le traba el proceso. Quizá, sin saberlo, está en “lealtad” con un ancestro que perdió sus propiedades y el alma dice: “Si vos no tuviste casa, yo tampoco”. Porque lo que más busca el alma es pertenecer al sistema familiar.
- ¿En qué se diferencian de la biodecodificación u otras técnicas?
- La biodecodificación trabaja de manera individual, con fechas y datos muy precisos, buscando hitos cada siete años para detectar el origen de un conflicto. En cambio, la constelación es fenomenológica: se muestra en el momento, no hace falta dar detalles. Cuanto menos datos me dé la persona, mejor, porque no se trata de lo que yo suponga como consteladora, sino de lo que aparece en el campo. Y esto también responde a otro temor: en una constelación grupal no hace falta “contar la vida” en público. Lo importante es enunciar brevemente el tema y dejar que la constelación revele lo que haya que mirar.
- ¿Qué tipo de temas suelen trabajarse en una constelación?
- De todo: desde relaciones de pareja que no prosperan, dificultades laborales, problemas económicos, hasta temas de salud. Hoy se ven muchas enfermedades autoinmunes, y en algunos casos tienen que ver con lealtades inconscientes: cargar el dolor de otros hasta que el cuerpo lo manifiesta. Aclaro siempre: una constelación no asegura sanar una enfermedad. Puede mostrar un camino para que el alma lo tome, pero después depende de la persona hacer su parte: cuidarse, ir al médico, cambiar hábitos, hacer terapia. Es un complemento, no un reemplazo.
- En tu caso personal ¿cómo te ayudaron las constelaciones?
- Fue durísimo. Probé de todo: terapia gestáltica -que para mí fue fundamental y por eso después la estudié-, constelaciones, biodecodificación, regresiones, ceremonias de luna, distintas prácticas. No hubo una única herramienta. Lo que me ayudó fue primero la decisión personal de salir de ese lugar y segundo hacer todo lo que estaba a mi alcance. Durante años sentí que me perdía “el tren de la vida” porque veía a otros avanzar y yo estaba paralizada. Fueron 14 años de lucha, pero con constancia y distintas herramientas fui logrando que los ataques disminuyeran en frecuencia e intensidad. Por eso les digo a quienes están en una situación así: no siempre hay resultados inmediatos. A veces es un proceso largo, una construcción, y lo importante es no quedarse quieto.
- Hablas de tres órdenes. ¿Cuáles son?
—El primero es la jerarquía: cada quien ocupa su lugar. El que vino antes está primero, y si me coloco en el lugar de un abuelo o un hermano, todo se desordena.
El segundo es la pertenencia: todos tienen derecho a pertenecer. Un niño no nacido, un excluido, alguien olvidado… hay que darle lugar, porque si no, alguien después lo recordará con síntomas o destinos repetidos.
El tercero es el equilibrio entre dar y recibir, sobre todo en relaciones de la misma jerarquía, como la pareja. Si uno da de más o de menos, la relación se rompe. Cuando estos tres órdenes se respetan, la vida fluye con más armonía.
- Si alguien quiere constelar con vos, ¿cómo puede encontrarte?
- Por Instagram: @verodesdelalma. Allí comparto videos y explicaciones sobre los órdenes, y también coordino sesiones individuales o grupales.