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El reflujo gástrico, un mal que afecta a 4 de 10 argentinos, y los “prazoles” de venta libre

Hace cuatro décadas salieron al mercado estos medicamentos que permitieron tratar con efectividad problemas digestivos. Hoy se perfeccionan y son de venta libre.
Miércoles, 08 de octubre de 2025 12:22
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La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) es una afección crónica donde el contenido del estómago regresa al esófago, causando síntomas como ardor de pecho (acidez) y regurgitación, porque el esfínter esofágico inferior no funciona correctamente. El tratamiento incluye cambios en el estilo de vida, como mantener un peso saludable, evitar desencadenantes alimentarios y elevar la cabecera de la cama, junto con medicamentos. Justamente, hace unas cuatro décadas, se lanzó en el mundo una nueva categoría de medicamentos que se convertirían los más utilizadas en forma cotidiana por millones de pacientes: los “prazoles”.

“Antes de que tuviéramos acceso a los ‘prazoles’ para tratar a pacientes con, por ejemplo, una úlcera péptica, no teníamos alternativas efectivas y seguras para este tipo de problemas”, comentó el doctor Luis Soifer (MN 44.599), expresidente de la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE) durante un webinar organizado por Eurofarma del que participó El Tribuno.

Soifer agregó: “Lo que se pensaba en aquel momento era que, si lográbamos reducir la cantidad de secreción de ácidos gástricos, los pacientes podrían mejorar su malestar, que usualmente se expresaba como un fuerte ardor y dolor en la boca del estómago”.

Lo que quema

Con el paso del tiempo, el foco de esta temática se fue volcando sobre un problema digestivo en particular: el ‘reflujo’. Eso se da cuando la válvula que separa al estómago del esófago, por alguna razón, no cierra bien. Así, parte de los ácidos gástricos secretados en el estómago fluyen hacia el esófago. Esta válvula —cuyo nombre médico es ‘esfínter esofágico inferior’ (EEI)— es un anillo de músculos que se ubica en la parte inferior del esófago, justo donde se une con el estómago. Y su función es cerrar completamente el paso entre uno y otro en momentos de la digestión.

Cuando, por alguna si-* tuación médica, no se cierra correctamente, el ácido gástrico ‘escapa’ del estómago y sube por el esófago. El problema ocurre porque el recubrimiento de la mucosa interior de este ‘tubo’ que lleva la comida de la boca al estómago no está adaptado para resistir la acción del ácido gástrico. Así, con el tiempo, esta invasión periódica va causando lastimaduras y quemaduras dolorosas, que pueden generar consecuencias más graves —como, por ejemplo, esofagitis e, incluso, lesiones precancerosas— en el largo plazo”, detalló Soifer.

Cantidad de pacientes

“Diversos estudios han demostrado que aproximadamente el 40% de las personas puede sufrir reflujo. O sea, alrededor de 4 de cada 10 argentinos —de todas las edades— sufren esta situación”, advierte el experto.

Y agrega: “Una investigación publicada en 2005 concluyó que la prevalencia de síntomas típicos de la ERGE ascendía al 23% de los consultados, quienes reportaron ‘sentir en forma frecuente síntomas típicos de ERGE (como ardor y regurgitación) al menos una vez por semana’. En el caso de la esofagitis, se calcula que el 5% del total de la población sufre esta situación”.

Tratamientos disponibles

Para tratar de la mejor manera varias de estas patologías, se han desarrollado diversos medicamentos y —entre los más exitosos y eficientes— figuran los “prazoles”, una categoría de medicamentos que engloba diferentes formulaciones químicas y concentraciones.

Según la patología de cada paciente, estos fármacos pueden ser tomados en forma permanente o “a demanda”, cuando recrudecen los síntomas gástricos. Luego, si estos ceden, pueden dejar de consumirse por un tiempo. En otros casos particulares, el paciente podría ingerir su dosis diaria en dos tomas distanciadas. Además, para suspender el tratamiento —en forma provisoria— también es necesario seguir un proceso paulatino, a lo largo de varios días y no interrumpirlo en forma abrupta.

Otro tema a considerar con el médico es que el prazol a tomar no interfiera con otras píldoras que el paciente tenga recetadas para otras dolencias.

Esto se logra por medio de la regulación de la dosis o del momento de la toma. “O sea que para ser realmente efectiva y segura esta medicación debe ser tomada por cada paciente en el formato más apropiado para su condición y según la evolución e intensidad de su patología”, sugiere Soifer. Ante estas situaciones, la recomendación general indica que la toma de cualquier medicación sea indicada por un profesional, previo diagnóstico correcto de la problemática. Además, su prescripción inicial ayuda a ajustar la dosis correcta para cada paciente en el tiempo, según sus síntomas, y explicarle la forma correcta de tomar esta medicación (en ayunas, seguido luego por un alimento más tarde, etc.). “De esta forma, si se toman con la supervisión de un profesional, su funcionamiento será mucho más efectivo y puede prevenirse a tiempo cualquier complicación que pudiera aparecer”, comentó Soifer.

Ventajas del esomeprazol

Si bien todas estas moléculas hoy disponibles en las farmacias son variantes químicas de los “prazoles” y tienen similitudes, algunos tipos de prazoles han demostrado ofrecer ventajas sobre otras formas. En el caso particular del esomeprazol, “lo que hemos visto en investigaciones sobre su absorción por el metabolismo y su biodisponibilidad para cumplir sus efectos es que su duración es mayor, ya que esta molécula en particular posee una vida media más larga que otros prazoles. O sea, la concentración ideal de este fármaco en el organismo y su disponibilidad para ayudar a disminuir la producción de ácido gástrico, es mayor a la de otros fármacos químicamente parecidos”, comentó el doctor Soifer.

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