inicia sesión o regístrate.
En primavera, Olacapato ofrece un paisaje distinto al de cualquier otro destino salteño. Las temperaturas se vuelven más amables, los días son largos y el cielo se mantiene despejado casi todo el tiempo. A más de 4.000 metros de altura, este lugar es ideal para visitar antes de que llegue el intenso calor del verano.
Dónde queda
Ubicado en el departamento Los Andes, a 280 kilómetros de la ciudad de Salta, Olacapato es un punto poco conocido dentro del mapa turístico del norte argentino.
Está sobre la Ruta Nacional 51, pasando San Antonio de los Cobres, en un tramo de altura que exige manejar con precaución, pero que vale la pena visitar.
La travesía es parte del atractivo. El camino serpentea entre montañas rojizas y planicies infinitas donde apenas crece la vegetación. Los visitantes suelen detenerse en el mirador del Viaducto La Polvorilla, una de las postales más imponentes del recorrido, antes de continuar hacia la zona de la puna donde se levanta el poblado.
Detenido en el tiempo
Este pueblo salteño invita a caminar sus calles tranquilas, rodeadas de montañas y volcanes.
Tiene menos de 300 habitantes y conserva el ritmo pausado del altiplano. Con sus casas de adobe, las calles de tierra y los mágicos salares, Olacapato ofrece un paisaje árido único.
Sabores del altiplano
En el plano gastronómico, Olacapato mantiene la esencia del Noroeste argentino. En las cocinas locales se preparan empanadas salteñas, tamales, humitas y guisos de quinua, cabrito o llama. Son platos abundantes y pensados para el clima de altura, donde las noches pueden bajar de cero incluso en primavera.
Historia minera
La historia minera también forma parte del recorrido. En los alrededores se pueden ver antiguos talleres, vías ferroviarias en desuso y estaciones fantasmas que conservan la memoria de un pasado industrial. Olacapato es ideal para los amantes de la fotografía, los rincones ocultos y la naturaleza. Muchos visitantes aprovechan para hacer caminatas y capturar el paisaje al amanecer o al atardecer, cuando la luz realza los colores de la puna.
Dónde alojarse
Aunque la oferta de alojamiento es limitada, en Olacapato y sus alrededores hay pequeñas hosterías familiares, refugios de montaña y casas de huéspedes que reciben a los viajeros.
Muchos visitantes también optan por pasar la noche en San Antonio de los Cobres —a poco más de una hora en auto— y realizar desde allí una excursión de día completo hasta el pueblo.
Quienes llegan hasta Olacapato deben hacerlo con tiempo y planificación: no hay estaciones de servicio, los caminos son de ripio y la señal de celular es limitada.
Pero a cambio, este rincón ofrece paz, silencio y una naturaleza intacta, que en primavera muestra su mejor versión.
Nevado de Quehuar
El legendario volcán que se ve desde Olacapato
El Nevado de Quehuar, también conocido como de Quevar o de Queva, es un majestuoso volcán que se alza a 6.130 msnm en la imponente cordillera de los Andes, dentro de la provincia de Salta. Este volcán inactivo, que domina el paisaje del altiplano argentino con altitudes que oscilan entre los 3.800 y 4.000 metros, se mantiene cubierto de nieve gran parte del año, albergando incluso un pequeño glaciar en su cráter.
La etimología de Quehuar proviene de la etnia Quehuare, reconocida como "Incas por privilegio" y establecida originalmente al sur de Cuzco. Existen teorías que sugieren que los incas podrían haber enviado a los Quehuar-Huaros como colonos mitimaes hacia regiones ahora conocidas como el noroeste argentino, estableciéndose en lo que hoy es el Nevado de Quehuar. Este volcán no solo se destaca por su imponente altura y su belleza escénica, sino también por su significativa conexión con la historia precolonial sudamericana.
El Nevado de Quehuar resguarda secretos de las antiguas civilizaciones que habitaron la región. En 1999, una expedición dirigida por los arqueólogos Johan Reinhard, José Antonio Chávez y María Constanza Ceruti hizo un descubrimiento trascendental en su cumbre: los restos congelados de una momia inca, sacrificada en una ceremonia de capac cocha.
Este hallazgo, junto con dos estructuras ceremoniales incaicas únicas en su tipo, como el ushniv -una plataforma escalonada inca situada en un lugar ceremonial de alta montaña-, pone de manifiesto la importancia religiosa y cultural del Nevado de Quehuar durante el apogeo del Imperio incaico.