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Richard y la comadreja Jorge, una fuerte amistad forjada en un loteo de Vaqueros

Un vecino rompió mitos y armó una amistad nocturna con una comadreja que se volvió parte de la familia.
Domingo, 28 de septiembre de 2025 11:10
Jorge, la comadreja

En la zona oeste de Vaqueros, cuando cae la noche y el silencio se adueña del barrio, un pequeño ritual se repite en la casa de Richard. Él, con un plato de los restos del almuerzo o cena -puchero, algún trozo de bifecito de pollo vuelta y vuelta, una ensalada César-, sale al patio y espera. Pero no espera a un gato ni a un perro, sino a Jorge, una comadreja macho que desde hace meses llega puntual para compartir un banquete insólito.

Richard y su pareja cuentan que la visita ya es casi un miembro más de la familia. “Es muy amigable. Es ideal que venga a visitarnos, hasta se encarga de limpiar el patio de algunos desechos orgánicos. Suele acercarse casi hasta la puerta para que le dé de comer”, explica el vecino, mientras recuerda cómo hasta los gatitos de la casa, desde lejos, la miran con respeto mientras cena tranquila hasta quedar satisfecha.

La escena rompe con el mito de la comadreja peligrosa y despiadada. Jorge, con su andar sigiloso, demuestra que estos animales nativos pueden ser mansos y hasta simpáticos. Después del festín, lanza una suerte de “sonrisa” y se pierde entre los matorrales, dejando a sus anfitriones con la sensación de haber compartido algo especial.

Pero más allá de la anécdota pintoresca, la historia también trae un mensaje importante y es que las comadrejas cumplen un rol fundamental en el ecosistema. Son controladoras naturales de plagas porque se alimentan de roedores, insectos y hasta de serpientes, ayudando a prevenir enfermedades.

Los especialistas recomiendan no atacarlas ni atraparlas. Aunque sean inofensivas, es mejor no alimentarlas habitualmente para no alterar su comportamiento silvestre. Mantener la basura cerrada y el patio limpio ayuda a evitar visitas innecesarias, y si se encuentra una comadreja herida, lo correcto es avisar a un centro de rescate de fauna local.

Lejos de transmitir enfermedades, como muchos creen, las comadrejas son marsupiales igual que los canguros, y sus crías crecen en un saco externo. Por eso su presencia es señal de un ecosistema sano.

En Vaqueros, al menos, la historia de Richard y Jorge ya es parte del folclore barrial, un relato de convivencia y respeto entre seres humanos y la fauna silvestre que demuestra que no todo lo que parece peligroso lo es.

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