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29 de Septiembre,  Salta, Centro, Argentina
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Encontró una comadreja muerta y salvó a las ocho crías que se cobijaban en su bolsa

Raúl las crió durante algún tiempo hasta que retomaron fuerzas y pudieron retornar a su hábitat natural.
Lunes, 29 de septiembre de 2025 09:54
Raúl, rescató a ocho crías de comadreja

Un domingo cualquiera se transformó en una experiencia inolvidable para Raúl Fournier de Saint Amant. En plena ruta, rescató a ocho crías de comadreja y terminó criándolas en su departamento de Ciudad del Milagro. Entre jeringas con leche, alimento balanceado y pequeñas mordidas, aprendió más de estos marsupiales de lo que jamás imaginó.

Lo que para muchos sería apenas un dato curioso del camino, para Raúl Fournier se convirtió en una vivencia única. “Un domingo, yendo por la ruta 9, en Vaqueros, vi a una comadreja muerta al costado del camino. Me acerqué y noté que algo se movía en su bolsa. Ahí estaban sus crías, entrando y saliendo”, contó a El Tribuno con la emoción todavía fresca a pesar del paso de los años.

Hasta ese momento, Raúl no sabía que las comadrejas eran marsupiales ni que llevaban a sus crías en el vientre como los canguros. Sin pensarlo demasiado, tomó a los ocho pequeños y los llevó a su departamento en Ciudad del Milagro. Improvisó un hogar para ellos en dos baldes grandes y junto a su mujer y su hija, comenzó la rutina de alimentarlos y cuidarlos.

“Al principio les daba leche con jeringa, uno por uno, como si fueran bebés”, recordó. Después, cuando crecieron un poco, empezó a ofrecerles alimento balanceado. “Era un espectáculo verlos comer. Agarraban las bolitas con las dos manitos y parecía que estuvieran picando galletitas. Todo era nuevo para mí. No sabía del tema, así que tuve que improvisar”, explicó.

La convivencia fue intensa. Los días se llenaron de limpiezas y cuidados. “Al principio me lamían las manos y me mordían suavecito. Pero con el tiempo, las mordidas se pusieron más fuertes y ya era un poco riesgoso”, contó. Esa fue la señal de que estaban listos para volver a su ambiente natural.

Cuando llegó el momento, Raúl los liberó en una zona segura de la cornisa, con abundante alimento para la transición. “Fue una historia increíble, jamás pensé que me tocaría algo así”, dice ahora, con nostalgia.

La experiencia le dejó una enseñanza sobre la fauna que nos rodea y la importancia de actuar ante situaciones inesperadas. “Uno no se da cuenta, pero al costado de la ruta también laten historias de vida”, reflexionó. Y él fue protagonista de una, tan real y tierna como la naturaleza misma. “Las comadrejas son muy bellas. Muchas veces la gente las ve de lejos y se asusta, pero si uno las observa es un hermoso animal. Las ocho sobrevivieron y hasta se hicieron amigas de mi perra Osa, una collie muy dócil. Me siento un afortunado”, concluyó Raúl.

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