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Venezuela, 25 años de corrupción

Sabado, 13 de julio de 2024 01:42
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Es prácticamente imposible definir con exactitud cuánto dinero se "ha perdido" durante los 25 años de chavismo. Ha sido mucho, muchísimo. De acuerdo con las cifras que el periodismo y las ONG han recogido en investigaciones serias y profundas. Desde el Fondo para el Desarrollo Nacional (FONDEN, S. A.), pasando por los US$ 23 mil millones de Tareck El Aissami (el ex superministro chavista ahora caído en desgracia) y los negocios manejados por el sombrío empresario colombiano Alex Saab, hasta los más de US$ 56 mil millones desaparecidos por Hugo Chávez.

La corrupción es la puerta de entrada a la autocracia y las penurias.

Desde que Hugo Chávez juró sobre "la moribunda Constitución" han pasado ya 25 tortuosos años. Todavía no podemos decir que es la dictadura más larga, pues Juan Vicente Gómez (*) estuvo en el poder durante 27 años hasta que la naturaleza puso fin a aquellos tiempos de barbarie. Sí podemos decir, sin temor a equivocarnos, que estamos frente al régimen que más ha cometido violaciones de derechos humanos, tanto es así que los ha hecho su principal política de Estado hasta convertirlos en crímenes de lesa humanidad, hoy investigados en La Haya. Y, sin duda alguna, también podemos asegurar (con datos en mano) que se trata de la época venezolana en donde más actos de corrupción se han cometido. Venezuela es, junto con Sudán del Sur y Siria, el segundo país más corrupto del mundo, solo superado por Somalia.

Durante estos cinco lustros Venezuela vivió la bonanza petrolera más grande de su historia, y los ingresos del país, por obvias razones, superaron lo que cualquier otro gobernante haya podido administrar. De hecho, con números del propio Banco Central de Venezuela, se puede notar que solo durante los regímenes de Chávez y Maduro, el país tuvo más ingresos que en el resto de su historia republicana.

Entre 1999 y 2014, Venezuela recibió US$ 960.589.000.000, o si prefiere leerlo en letras: novecientos sesenta mil quinientos ochenta y nueve millones, es decir, un promedio de US$ 64.000.000.000 anuales durante 15 años. Y claro está, los siguientes diez años, ya con Nicolás en el poder, los ingresos, aunque menores a esas cifras, siguieron (y siguen) siendo importantes.

El padre de la desgracia venezolana, Hugo Chávez, manejó - al menos – US$ 56.000.000.000 sin control alguno. Dinero que no se invirtió en nada y no «se sabe" dónde está.

Para hacernos una idea de la magnitud de esta cifra podríamos mencionar que la dueña de WALMART, Alice Walton, quien ocupa el puesto número 21 de los más ricos del mundo según la revista Forbes (2023), tiene una fortuna de US$ 56.700.000.000 Le ganó al "comandante" por poco. Eso sí, "ser rico es malo".

Este dato no incluye la suma de lo manejado (también sin control) del FONDEN y el Fondo Chino. Pero para este recuento hay que agregarlos.

En el año 2005 a Hugo Chávez se le ocurrió la maravillosa idea de crear el Fondo para el Desarrollo Nacional (FONDEN, S. A.) para "invertir" (ah, sí, las comillas son importantes) el excedente ingresado por conceptos de exportaciones de petróleo. El FONDEN, estimado en US$ 174.000.000.000 jamás fue auditado por la entonces Asamblea Nacional 100% chavista, y sabemos lo que ello significó.

Ese monto dilapidado (por decirlo de alguna manera), representa más que el total de la inmensa deuda pública externa venezolana (US$ 140 mil millones) o, si prefieren llevarlo al terreno futbolístico, se podría comprar la plantilla del Manchester City (US$ 1.180 millones, la más cara del mundo) unas 118 veces.

El Fondo Chino-Venezolano es un fondo de cooperación binacional para el financiamiento de proyectos en Venezuela y está formado por aportes del Banco de Desarrollo Chino y el FONDEN (sí, vuelve el FONDEN). De esos casi US$ 70 mil millones, también sin control alguno, se evaporó… en las manos de alguien, seguramente.

Esa cifra supera en 25 mil millones de dólares a la inversión de Elon Musk para comprar la red social Twitter (hoy X). También es 4,6 veces más que el monto del edificio más caro del mundo: El Abraj Al-Bait de Arabia Saudita (US$ 15.000.000.000).

El saqueo a la petrolera estatal PDVSA ha sido tan grande como la destrucción de la empresa misma. Si durante el gobierno de Hugo Chávez los montos de la corrupción se medían en miles de millones, durante el gobierno de Nicolás Maduro la cosa poco cambió. Así, durante el año 2023, el propio chavismo en una de esas acciones que ejecutan los Estados mafiosos (Moisés Naím dixit) para "poner orden" internamente, llevó a cabo la "operación anticorrupción" (con la cara siempre dura, desde luego), y el principal afectado fue el hasta entonces ministro de Petróleo Tareck El Aissami y, con él, varias de sus fichas que pasaron de la Columbia roja al overol naranja.

Lo que dijo el fiscal chavista, Tarek William Saab, es que el tamaño de este entramado de corrupción fue de, al menos, US$ 23.000 millones. Ese monto equivale a casi cuatro veces el costo total de la creación y remodelación de los ocho estadios del Mundial de Qatar; el más caro de la historia (US$ 6.000 millones).

"Si sumamos todos los negocios de los que hay registro, el monto del dinero venezolano manejado por Alex Saab podría llegar a los diez mil millones de dólares", declaró el periodista Roberto Deniz a La Gran Aldea. Hay que recordar que estos miles de millones que manejó el colombiano devenido en diplomático por obra y gracia del chavismo surgen de contratos para construir viviendas que no construyó, para llenar con alimentos podridos o de dudosa calidad las bolsas de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), un programa de distribución de alimentos importados y para vender ilegalmente oro y petróleo venezolano.

De acuerdo con una investigación de la ONG Transparencia Venezuela, las obras inconclusas y abandonadas durante los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, han costado al país (hasta 2023), más de US$ 316 mil millones, es decir, un total de US$ 10. 960 dólares por cada habitante de Venezuela. Un monto obsceno, escandaloso y doloroso.

La corrupción es un flagelo. Uno que, cuando los gobernantes son populistas, comienza con frases jocosas como la petición de "el millardito" (2), y termina con una diminuta élite sumamente millonaria y un pueblo sufriendo -por diseño- una emergencia humanitaria compleja. La violación sistemática de los derechos humanos durante los 25 años de chavismo tiene su rostro más cruel y protagónico en las tanquetas que le han pasado por encima a jóvenes estudiantes, en la bomba lacrimógena en el pecho de Juan Pablo Pernalete y en las torturas al capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo, pero eso no ha sido todo (como si no fuese suficiente), pues el dinero que debía llegar a los hospitales, los comedores, la infraestructura y los centros educativos, pero nunca llegó, se ha traducido en desnutrición, muerte, diáspora y un futuro tan comprometido como el presente.

Cada uno de esos dólares que pertenecen a los venezolanos y terminó en los bolsillos de la esposa y suegra de Haiman El Troudi, (Ministro para el Transporte Terrestre y Obras Públicas, Ministro de Planificación y Desarrollo, Ministro del Despacho de la Presidencia); en las cuentas de los hermanos, padres, hijos y sobrinos de apellido Chávez; en las valijas de Antonini Wilson para la campaña de la "camarada" Cristina Kirchner; en la enfermera del "comandante eterno"; en los empresarios amigos como Wilmer Ruperti y Raúl Gorrín, y en un largo etcétera, debe ser la condena social, moral, judicial y electoral de estos 25 años que transformaron los mayores ingresos que ha tenido Venezuela como República en la crisis humanitaria más grande que ha sufrido nuestro pueblo.

Que este registro sirva, al menos, para entender que más nunca debemos tolerar la corrupción, pues esta es la puerta de entrada a la autocracia y las penurias.

* (1) El dictador Juan Vicente Gómez destituyó a Cipriano Castro, de quien era ministro, con un golpe de Estado en 1908 y gobernó despóticamente hasta su muerte, en 1935.

* (2) Chávez eliminó la autonomía del Banco Central de Venezuela en 2005 para demandar fondos que financiarían fondos agrícolas. "El millardito" fue el término ingenuo que utilizó Chávez para denominar a los US$ 1.000 millones que exigía y que fueron el punto de partida del descalabro de reservas que aún continúa.

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