Personalmente tuve el privilegio de cantar entre las primeras ediciones de la Serenata a Cafayate. Yo tenía solo 12 años, y de la mano del recordado Miguel Ramos (fundador de Los de Salta junto a Luis Menú, José Berríos y Mariano Vaca), llegué como solista hasta el escenario Payo Solá.
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Personalmente tuve el privilegio de cantar entre las primeras ediciones de la Serenata a Cafayate. Yo tenía solo 12 años, y de la mano del recordado Miguel Ramos (fundador de Los de Salta junto a Luis Menú, José Berríos y Mariano Vaca), llegué como solista hasta el escenario Payo Solá.
Recuerdo a un hombre que estaba sentado en una silla, atrás del escenario, con un montón de papeles sobre una mesa. Era don César Fermín Perdiguero, quien manejaba a la perfección la grilla de artistas, un trabajo que trae permanentes choques con los artistas. Un hombre tranquilo que inspiraba respeto, luego aprendí a conocer sus notables creaciones. La Serenata recién comenzaba a ganar un espacio dentro del circuito folclórico.
También me quedó en la mente de ese niño que representaba por aquel entonces, las guitarreadas que se armaban en la plaza principal después que concluía cada noche de la Serenata. Tengo clara la imagen de Los Cantores del Alba repasando "Lamento mataco"...y ahí nomás "Carpas de Salta", "El que toca nunca baila". Por Dios no podía creer aquella vivencia. Luego, le pasaron la guitarra a un joven cantor: ¡Qué pedazo de voz! Era Fernando Chalabe, hoy uno de los principales tenores del Teatro Colón, en Buenos Aires.
¡Mamita querida", como no enamorame de la Serenata a Cafayate si me regaló tanto.