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El viernes 14 de marzo de 2014, en algún momento entre las seis y las nueve de la mañana, antes de tomar su habitual clase de gimnasia, el corazón de Jorge Ibáñez se detuvo. El diseñador de alta costura fue encontrado sin vida en la habitación de su departamento, en el barrio de Retiro. Días después, en la investigación que se llevó a cabo por su muerte, se conocería que la causa fue un paro cardíaco producto de una cardiopatía hipertrófica dilatada. Ibáñez estaba en el mejor momento de su carrera. Era el preferido de las personalidades del espectáculo y todas semanas, entregaba alrededor de 25 vestidos que costaban (a valores de hoy) entre ocho mil y diez mil dólares. Su espontaneidad y sentido del humor lo llevaron a la pantalla chica, participó en Bailando por Sueño y La jaula de la moda. Los que lo conocieron, jamás imaginaron que su súbito final desencadenaría en un desfile de intereses y polémicas.
La noche anterior, Ibáñez, que había ingresado joven en el mundo de la moda, volvió a su departamento pasada la medianoche. Había estado un rato largo en la casa de Mirtha Legrand ultimando los detalles del diseño que la conductora luciría el domingo en el debut de su nueva temporada de almuerzos. El diseñador mantenía una relación especial con la Chiqui, ella fue el puntapié inicial de su carrera.
Antes de acostarse, Jorge llamó a su madre, Mabel Merlo. Luego se comunicó con su amigo y jefe de relaciones públicas y prensa, Alberto Funes. Definieron algunas pautas de trabajo para los próximos días y hablaron también de frivolidades.
Hacía cuatro años que Funes e Ibáñez mantenían una relación laboral y también de amistad. “Unos días previos a su muerte, Jorge había ido a un programa de televisión donde le hicieron un homenaje. En esa ocasión, no recuerdo quién de sus amigos, le dijo ‘¡Por favor, Jorge, que no te hagan homenajes! Porque te hacen homenajes y te morís...". Lo pensás después y fue todo un presagio”, cuenta Alberto.
Nadie sabe con exactitud qué hizo Ibáñez después de aquellas últimas llamadas. La investigación concluyó que se acostó a dormir y, a la mañana siguiente, se vistió para su rutina de gimnasia.
Quiénes lo encontraron
Sergio, el personal trainer, llevaba cinco años trabajando con el diseñador. Lo entrenaba tres veces por semana: martes miércoles y viernes. Su rutina incluía 20 minutos de bicicleta, abdominales y ejercicios con aparatos. “El viernes le toqué timbre a las 7.30 de la mañana y no me atendió, me llamó la atención. Porque la primera vez que le tocaba siempre contestaba. Le seguí tocado hasta 8.30, nunca contestó y le mandé un mensaje. Luego me retiré”, declaró a la prensa.
Detrás de Sergio, algunos minutos más tarde, llegó la empleada doméstica. No tenía llave del departamento, tocaba el portero eléctrico y Jorge le abría la puerta. Pero esa mañana no obtuvo respuesta. Sospechó que algo no estaba bien y decidió llamar a Mabel.
Mabel era la mano derecha de Jorge en La Maison, el atelier del diseñador ubicado en la calle Guido 1735, en Recoleta. El local había sido un obsequio de su padre, médico anestesista que se convirtió en empresario de la salud, dueño de un sanatorio en Lomas de Zamora, cuando Jorge definió su vocación por la moda. “Mabel era una persona muy coqueta y buena onda, Jorge la amaba y la escuchaba siempre, pero dentro del local su lugar era la recepción, de la cortina para atrás, no se podía ni asomar, Jorge se lo había prohibido porque la madre era un personaje, tenía su carácter”, agrega Funes.
Tras recibir el llamado de la empleada, Mabel agarró una copia de la llave del departamento de su hijo y partió rumbo a Recoleta. En el camino pasó a buscar a una íntima amiga de Jorge, peluquera, que recién comenzaba a hacer algunos monólogos de humor en el under: Lizy Tagliani. Cuando llegaron y abrieron la puerta, se encontraron con el peor de los escenarios: Jorge estaba muerto.
Su velatorio
Jorge Ibáñez fue velado el domingo 14 de marzo en Casa O’Higgins, en Núñez. Todos los canales de televisión montaron sus móviles en la puerta. Mirtha Legrand pasó después del almuerzo, cuando terminó su programa, y permaneció varias horas en la sala, sentada y en silencio. También lo despidieron, entre otros, los periodistas Daniel Rinaldi y Juan Manuel “El Rifle” Varela. Florencia de V llegó junto a su marido, Pablo Goycochea. Catherine Fulop se mostró muy conmovida, del brazo de Osvaldo Sabatini. El productor Oscar Mediavilla, la exmodelo Anamá Ferreyra, la conductora Mariana Fabbiani, y la actriz Eleonora Wexler...