¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
3 de Agosto,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Fernando Navarro: "Para hacer negocios internacionales hay que tener una buena lectura geopolítica"

Domingo, 03 de agosto de 2025 02:26
Fernando Navarro, exfuncionario de Interpol, especialista en relaciones internacionales. / W.Echazú
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Con una trayectoria que combina formación académica internacional, experiencia en organismos multilaterales de alto nivel y una mirada geopolítica entrenada en el terreno, el salteño Fernando Navarro se ha convertido en un puente real entre América Latina y Asia. Desde su oficina en Hong Kong, donde reside actualmente, Navarro lidera un proyecto empresarial que conecta a emprendedores argentinos con oportunidades estratégicas en China. Su paso por Interpol como funcionario internacional, su formación en relaciones internacionales y su especialización en derecho y economía china completan un perfil que sintetiza inteligencia, análisis y acción.

—Fernando, muchas gracias por esta entrevista. ¿Dónde estás hoy y cómo describís este momento personal y profesional?

—Gracias a ustedes. Estoy muy bien, actualmente en China. Creo que todos atravesamos momentos en los que, más allá de ocupar cargos importantes, con prestigio y mucha responsabilidad, también surgen nuevas oportunidades.

—¿Fuiste el único salteño en ocupar un cargo en la Secretaría General de Interpol?

—Al parecer, sí. Durante siete años trabajé como funcionario civil internacional en Interpol. Empecé como agente, con funciones ejecutivas, y luego fui director de proyectos. Siempre aportando desde mi expertise en América Latina y también en Asia, especialmente en China, donde hice parte de mi formación académica.

—¿Cómo fue esa etapa de formación en China y qué te aportó para tu mirada global?

—Después de estudiar en Argentina, completé mi carrera académica en el exterior. Tengo siete premios internacionales y un título universitario en China. Ese proceso me permitió profundizar habilidades para pensar globalmente.

—Cuando uno piensa en Interpol, se imagina una gran estructura de investigación criminal internacional. ¿Qué podés contar sobre tu experiencia?

—Hay límites profesionales que nos acompañan de por vida, sobre todo cuando se trabaja con casos sensibles. Pero puedo decir que lo más valioso fue entender que muchas veces uno actúa por personas que jamás conocerá, personas que tampoco sabrán que recibieron apoyo desde otro lugar del mundo.

—¿Cómo convivís con el costado humano de tu trabajo, sabiendo que muchas decisiones impactan directamente en vidas y que no siempre se puede llegar a todo?

—Es uno de los desafíos más duros. Saber que los recursos son limitados, que hay que tomar decisiones y priorizar. Muchas veces uno se va a dormir pensando en cómo hacer mejor las cosas, con la frustración de no poder llegar a todo. Pero el compromiso sigue, porque estamos hablando de contextos donde hay vidas en riesgo, comunidades vulnerables, zonas de conflicto y delitos que van desde los menores hasta los más atroces.

—En ese contexto, la carga emocional debe ser muy fuerte...

—Totalmente. Cada día es una emergencia distinta. Se recibe muchísima información que hay que analizar, priorizar y traducir en acciones concretas. La Secretaría General de Interpol trabaja en coordinación con fiscales, ministros, policías y organismos de muchos países.

—¿Cómo era tu rutina dentro de Interpol?

—No hay días normales. El trabajo no termina en ocho horas. Viajé muchísimo, en algunos años me subí a más de 60 aviones. Mis colegas y yo teníamos perfiles similares: hablábamos tres o cuatro idiomas, teníamos doble o triple nacionalidad, formación en un país y vida en otro. Es un ambiente muy exigente, pero extraordinario también.

—¿Cómo fue tu recorrido académico y profesional fuera del país?

—Salí de Salta siendo muy joven. A los 23 años ya no vivía más en la provincia. Hice la carrera de Relaciones Internacionales en la Universidad Católica, pero solo cursé un año de manera presencial; el resto lo rendí como alumno libre. Por suerte, la universidad me dio la flexibilidad para organizar mis tiempos. Apenas me recibí, empecé otra carrera y comencé a ganar becas internacionales.

"Evaluamos riesgos con una mirada que combina cultura, logística y economía".

—¿Cuáles fueron esos primeros destinos académicos en el exterior?

—Primero fui a Chile, donde cursé dos posgrados: uno en una academia militar como civil argentino, sobre inteligencia y seguridad, y otro paralelo en otra institución. Luego gané otras becas para estudiar en Suecia y Azerbaiyán, pero elegí irme a China.

—¿En qué año llegaste a China y qué hiciste allí?

—Obtuve la beca en 2013 y me mudé en 2014. En China hice una maestría en leyes sobre política y economía china. Al mismo tiempo, empecé a trabajar en una empresa petrolera, PetroChina, que es parte de uno de los consorcios energéticos más grandes del mundo. Desarrollábamos proyectos de inversión en América del Sur. Yo era uno de los pocos extranjeros en el equipo: un argentino y un colega iraquí entre decenas de chinos.

—¿Cómo fue comunicarte en ese entorno? ¿Hablás chino?

—Sí, aunque el idioma que más uso es el inglés.

—¿Cómo fue el paso posterior de China a Interpol?

—En 2016 gané un concurso y comencé a trabajar como funcionario internacional en la Secretaría General de Interpol, con sede en Lyon, Francia. Fue un gran cambio. Pasé de vivir en Pekín a vivir en Europa, y tuve que aprender francés para manejarme en lo cotidiano.

—Y hace poco volviste a China. ¿Qué te llevó a regresar?

—Hace poco más de un año y medio volví a instalarme en China, esta vez en Hong Kong. Retomé un proyecto empresarial propio que había iniciado durante mi primer paso por China. En ese entonces, la universidad me ayudó a incubar la empresa, abrir cuentas bancarias y generar estructura. Hoy ese emprendimiento está en marcha.

—En una charla reciente mencionabas cómo cambió China en estos años. ¿Qué diferencias notás entre aquella primera etapa y esta actual?

—Es un cambio profundo. La primera vez que viví en Pekín, hace más de una década, China era una potencia en ascenso. Había un esfuerzo notable por mostrarse al mundo, pero aún con muchas dificultades: contaminación extrema, infraestructura en desarrollo. Hoy es otra China: más madura, más decidida, con industrias más perfeccionadas, más segura. Es una China mucho más consciente de su rol internacional.

—¿Y cómo vive China el avance de la inteligencia artificial y la robótica?

—Con un enfoque muy práctico y centrado en mejorar la calidad de vida. A diferencia de lo que solemos ver en Occidente, donde la IA se asocia a veces con la comodidad, en China se orienta a resolver problemas reales, especialmente en los extremos de la vida: los adultos mayores y los niños.

—¿Qué tipo de robots se encuentran hoy en una casa china como la tuya?

—En mi casa, como en muchas otras en China, tengo robots que ya forman parte de la rutina diaria. Por ejemplo, uso uno al que le dicto un informe al terminar mi jornada laboral, y él lo compone automáticamente. Eso es clave porque mi empresa tiene dos equipos: uno en China y otro en Argentina. Entonces, preparo todo para que cuando el equipo en Argentina se despierte, ya tengan el material listo.

—¿Qué tipo de inteligencia artificial se usa en esas tareas?

—Es una IA distinta a lo que solemos ver con asistentes como Alexa. En China, se utiliza un sistema llamado DeepSeek, que está integrado a casi todos los dispositivos. Incluso los televisores lo tienen incorporado. Es una IA que no solo responde, sino que aprende y anticipa.

—También estás impulsando un proyecto empresarial que vincula Argentina y China. ¿Cómo surgió esa idea?

—Creo que para hacer negocios internacionales hay que tener una buena lectura geopolítica. Y en eso me siento muy preparado. Vivo el mundo: hablo en distintos idiomas todos los días, interpreto culturas, conecto contextos. Esa experiencia me permite hoy liderar una empresa que gestiona negocios entre Asia y América Latina. Nos enfocamos en importaciones, exportaciones y desarrollo de proyectos con visión estratégica.

—¿Cómo se articula tu trabajo desde China con lo que pasa en Argentina?

—Nuestra empresa tiene dos equipos, uno en cada continente. Evaluamos oportunidades y riesgos con una mirada que combina cultura, logística y economía. Por ejemplo, en los últimos meses el costo del flete internacional se cuadruplicó. Si no entendés los movimientos del mundo, eso te puede hundir un negocio.

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD