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Pasadas las 23.30 del domingo, las luces del sector internacional del aeropuerto confirmaron lo que los fanáticos intuían desde horas antes: Shakira había llegado a la Argentina. La artista descendió junto a sus hijos, Sasha y Milan, tras un vuelo demorado procedente de Punta del Este y en medio de uno de los operativos más rigurosos de los últimos años para una figura internacional.
Seis motos policiales, tres camionetas blindadas y un cordón de seguridad rodearon la salida, mientras decenas de admiradores aguardaban con carteles, celulares y cámaras encendidas. Entre saludos fugaces desde la ventanilla y gestos atentos hacia sus hijos, la cantante logró incluso dedicar una breve sonrisa a quienes habían esperado durante horas.
La sorpresa no terminó ahí. En el mismo vuelo también viajó Aíto De la Rúa, excuñado de Shakira, cuya presencia reavivó recuerdos de vínculos pasados y del reciente descanso de la artista en La Colorada, la chacra de José Ignacio donde se alojó antes de viajar a Buenos Aires.
La llegada marca el inicio del tramo final del tour en Latinoamérica: tres shows en Vélez (8, 9 y 11 de diciembre) y dos en Córdoba (13 y 14 de diciembre), antes de cerrar el año con presentaciones en Hollywood, Florida. “Vuelvo para reencontrarme con ustedes, con los abrazos que quedaron pendientes”, escribió en redes, frase que desató entusiasmo inmediato entre seguidores argentinos.
El impacto de esta gira es histórico: más de un millón de espectadores y la única artista latina dentro del Top 10 mundial de giras más taquilleras de 2025, según Billboard Boxscore, superando a figuras como Paul McCartney y Bruno Mars. A su vez, el álbum Las Mujeres Ya No Lloran alcanzó certificación siete veces Platino, y su colaboración con Bizarrap rompió récords globales, ubicándose entre los lanzamientos más escuchados de la historia en Spotify.
Con el arribo confirmado, la expectativa ya es palpable. Las puertas de Vélez se preparan para recibir a miles y el regreso de Shakira promete no solo un espectáculo, sino un reencuentro masivo con un público que la convirtió en una figura transversal, generacional y de afecto continuo.