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El presidente ucraniano, Volodímir Zelensky anunció ayer que tiene previsto presentar en septiembre al presidente de EEUU, Joe Biden, un plan para poner fin a la guerra que también hará llegar a los dos candidatos a sustituir a Biden en la Casa Blanca, la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump.
"Creo que podré presentar este plan en septiembre al presidente Biden", dijo Zelensky en una rueda de prensa celebrada en Kiev con decenas de periodistas.
El jefe del Estado ucraniano agregó que también entregará el documento a Harris y Trump, ya que Ucrania necesitará del apoyo de Washington también después de las elecciones presidenciales de noviembre en EEUU.
Zelensky explicó, sin dar más detalles, que la operación que Ucrania está llevando a cabo en el óblast (distrito) ruso de Kursk, donde fuerzas ucranianas ocupan una parte del territorio, es parte de ese plan. El planteamiento también consta de propuestas económicas, así como sobre el papel que ha de desempeñar Ucrania en la arquitectura de seguridad internacional y sobre los pasos que han de darse para que Rusia acceda a poner fin a la guerra.
Preguntado por la posibilidad de que Ucrania ceda territorios en unas eventuales negociaciones, Zelensky contestó que los ucranianos "no estamos preparados" para esa opción, aunque reconoció que la decisión dependerá de la postura de los aliados de Kiev. En ese sentido, destacó la importancia de decisiones como el envío a Ucrania de aviones F-16.
Según Zelensky, Ucrania utilizó estos aviones para derribar parte de los drones y misiles lanzados por Rusia esta semana.
Riesgo nuclear en Kursk
El director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, alertó ayer contra la posibilidad de un segundo Chernóbil -la mayor catástrofe nuclear, ocurrida en 1986- al realizar su primera inspección a la central rusa de Kursk, amenazada por los combates en esa región homónima fronteriza.
"Creemos que es muy grave que una central de esta clase esté tan cerca de un frente de batalla", dijo Grossi a la prensa internacional al término de su visita de inspección a la planta, cuyo reactor -según dijo- está muy expuesto a un posible ataque.
Grossi, que visitó en varias ocasiones la central ucraniana de Zaporiyia, la mayor de Europa, nunca se había mostrado tan preocupado como en esta ocasión debido a la vulnerabilidad de la central de Kursk, que empezó a operar en 1976, un año antes que la de Chernóbil.
Tras inspeccionar el reactor y la sala de control de la planta, situada a unos 70 kilómetros de la frontera con Ucrania, el funcionario argentino llamó la atención de la comunidad internacional sobre "el peligro de un incidente nuclear".
"Bajo ninguna circunstancia debe ser atacada una central nuclear", subrayó y llamó a las partes a tomar medidas de prevención.