inicia sesión o regístrate.
En la zona norte de Río de Janeiro, las calles de las favelas de Complexo do Alemao y Penha se convirtieron en escenario de una de las operaciones más contundentes contra el narcotráfico de los últimos tiempos. Conocida como “la trampa de contención”, la maniobra desplegada por el BOPE (Batallón de Operaciones Policiales Especiales) logró arrinconar a los combatientes del Comando Vermelho en la vegetación que rodea las comunidades.
El secretario de la Policía Militar de Río, Marcelo de Menezes, explicó que se desplegaron tropas en puntos estratégicos de la montaña que separa Alemao de Penha, formando lo que llamaron un “muro” que evitó la fuga de los narcotraficantes hacia zonas urbanas.
“Desplegamos las tropas por todo el terreno… Esta acción creó lo que llamamos el ‘Muro del BOPE’: una línea de contención… que empujó a los delincuentes a la cima de la montaña”.
La idea era que los “soldados” del Comando Vermelho quedaran atrapados entre ese cordón policial y el entorno selvático: la Mata Atlântica que rodea las favelas.
Proteger a la población Alemao y Penha
El objetivo declarado fue “proteger a la población” de Alemao y Penha, impedir que la guerra se trasladara a calles vehiculares y zonas residenciales.
El operativo, fruto de una investigación que habría durado aproximadamente un año, involucró fuerzas de Río y otros estados brasileños, como Pará.
Hasta el momento, se confirmó que cuatro agentes policiales murieron en la acción. Además, se detectaron al menos 63 cuerpos en la zona boscosa lindera, mientras que se estima que la cifra total de muertos supera los 120.
Muerte de civiles
La intervención también sufrió críticas por muertes de civiles inocentes: cuatro personas ajenas al conflicto armado fueron alcanzadas por disparos según la Policía Civil.
La operación se inscribe en un contexto de creciente violencia en Río de Janeiro, donde las bandas de narcotráfico se disputan territorios dentro de las favelas y la policía federal y estatal han intensificado sus estrategias.
Esta clase de intervenciones disparan preguntas relativas a los derechos humanos, la militarización de la seguridad urbana y la manera en que las comunidades locales viven entre el fuego cruzado.
El operativo marca un antes y después en la estrategia de seguridad de Río de Janeiro. La maniobra del “muro” fue rápida, contundente, y logró cifras llamativas. Pero también deja en evidencia que las batallas contra el narcotráfico en entornos urbanos complejos no se ganan solo con empuje policial: requieren presencia estatal continua, políticas sociales que generen alternativas para los jóvenes y los barrios más vulnerables, y un equilibrio delicado entre seguridad y derechos civiles.