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Qué es Lev Tahor, la secta ultraortodoxa acusada de abuso infantil y tráfico de personas

Tras el rescate de 17 menores en Colombia, vuelven al centro de la escena las denuncias contra Lev Tahor, un grupo religioso itinerante señalado por secuestro, trata y prácticas extremas contra niños y mujeres en varios países.
Martes, 25 de noviembre de 2025 10:12
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El reciente operativo realizado en el municipio de Yarumal, en el departamento de Antioquia, puso nuevamente bajo la lupa a la secta judía ultraortodoxa Lev Tahor. Las autoridades colombianas confirmaron el rescate de 17 menores de edad que se encontraban bajo el control del grupo, cinco de ellos con orden de búsqueda internacional emitida por Interpol por presuntos delitos de secuestro y trata de personas.

Según informó Migración Colombia, en total fueron identificadas 26 personas durante el procedimiento, todas de nacionalidad extranjera. Los menores serían originarios de Guatemala, Estados Unidos y Canadá. De acuerdo a los primeros indicios, algunos habrían sido trasladados contra su voluntad y bajo justificaciones religiosas.

Los niños fueron derivados al Centro Facilitador de Servicios Migratorios de Medellín, donde comenzaron a recibir contención psicológica y atención integral por parte de equipos especializados.

La presencia de Lev Tahor en América Latina no es nueva. El grupo fue fundado en Jerusalén en 1988 por el rabino Shlomo Helbrans y desde entonces ha cambiado de país en múltiples oportunidades, acumulando conflictos con las autoridades judiciales y organismos de protección de menores.

Después de sus primeros problemas legales en Israel, su fundador se trasladó a Estados Unidos, donde fue condenado por secuestro de un adolescente en la década del 90. Luego de su deportación, el grupo se instaló en Canadá, donde también fue investigado por casos de negligencia infantil, deficiencias sanitarias y falta de escolarización adecuada.

Más tarde se trasladaron a Guatemala, donde las denuncias se multiplicaron. En diciembre de 2024, las autoridades de ese país rescataron a 160 niños en un asentamiento de la secta en el departamento de Santa Rosa. Varios de sus líderes terminaron detenidos, incluido Nachman Helbrans, hijo del fundador y actual dirigente del grupo, acusado por delitos vinculados a trata y abuso de menores.

En años siguientes, integrantes de la comunidad intentaron establecerse en otros países, incluyendo México, Rumania, Macedonia y Turquía, de donde fueron expulsados por distintos motivos legales. Incluso llegaron a solicitar asilo político en Irán, en un intento por obtener protección ante las investigaciones internacionales.

En Colombia, su llegada se produjo a fines de octubre y no pasó desapercibida para los vecinos de Yarumal. Su vestimenta, comportamiento aislado y prácticas comunitarias generaron sospechas, lo que derivó en la intervención de Migración Colombia.

Desde la comunidad judía colombiana tomaron distancia de manera contundente. Marcos Peckel, representante de ese sector, afirmó que Lev Tahor no tiene ningún vínculo con el judaísmo institucional del país y que sus prácticas son contrarias a las tradiciones y normas religiosas reconocidas.

En cuanto a su forma de vida, el grupo mantiene reglas extremadamente estrictas. Las mujeres visten completamente cubiertas de negro y los hombres también se visten de forma similar, con barba larga y sombreros. Evitan el uso de tecnología, no ven televisión ni utilizan computadoras o redes sociales.

También mantienen una dieta muy restrictiva. Solo consumen alimentos preparados por ellos mismos, descartan muchos productos industrializados y tienen prohibido el consumo de pollo, huevos de gallina y ciertos vegetales. Los niños tampoco pueden consumir golosinas comerciales.

Exmiembros de la secta denunciaron en distintos países el uso de castigos físicos hacia los menores, matrimonios forzados de niñas con hombres adultos y un fuerte control psicológico sobre los integrantes. Aunque los líderes de Lev Tahor rechazan estas acusaciones y hablan de persecución religiosa, las investigaciones judiciales continúan abiertas en varios países.

El operativo en Colombia volvió a poner en evidencia la dimensión internacional del caso y la preocupación por la protección de niños que, según las autoridades, habrían sido expuestos a situaciones de vulnerabilidad dentro de esta comunidad.

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