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3 de Septiembre,  Salta, Centro, Argentina
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Tolar Grande agradeció a la Madre Tierra por la nieve y por el pan

Se llevó a cabo el 23 Cierre Nacional de la Pachamama, poniendo fin a los rituales ancestrales que se desarrollaron durante todo agosto en la Puna.
Miércoles, 03 de septiembre de 2025 00:38
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Las cumbres nevadas penetran cielo arriba en el azul infinito de Tolar Grande.

Atrás quedó el Quevar y hacia el poniente, el Aracar, el Socompa y el Llullaillaco de los Niños, son la prueba inobjetable de la insignificancia del hombre frente a la majestuosidad y el poder de la naturaleza.

Del lado del saliente, el cordón montañoso del Macón observa, desde los 5600 metros de altura y como un testigo milenario, lo que ocurre en el lugar sagrado, a metros del pueblo, allí donde "termina la calle y va levantándose el cerro".

Un viento implacable transforma la grava en remolinos que castigan a la roca y a la humanidad por igual. No hay concesiones. Así fue desde el comienzo y seguirá por los siglos de los siglos, mientras el hombre pretenda dominar lo que es indómito y lo que va mas allá de su propia existencia.

Arriba en el Cerro Sagrado, está todo listo. Las ofrendas a la Madre Tierra esperan para ser entregadas en un ritual que se repite para cada 31 de agosto, en el Cierre Nacional de la Pachamama, que en esta oportunidad cumplió 23 años en forma ininterrumpida.

El "pugio" (pozo) está listo y el humo de la chacha indica que la ceremonia va a dar comienzo. El himno nacional argentino se hace inaudible ante la ferocidad del viento, pero retumba fuerte en el pecho y las gargantas del centenar de personas que se dan cita para participar del ritual.

Son vecinos de Tolar, integrantes de las comunidades originarias, autoridades, turistas y periodistas que llegan a cumplir con la "Pachita" y a agradecer por la nieve y por el pan.

Este año nevó mucho y eso es una buena señal porque habrá agua para la gente y para los animales. Los tolares y pajonales se renovarán y habrá comida también para las llamas, las ovejas y las vicuñas. Las vegas tendrán reservas que alcanzarán hasta el próximo invierno. La humedad servirá para contrarrestar un poco el frío que baja de los Andes. Entonces hay mucho para agradecer.

La tapa del pugio se corre y hacen falta varios brazos para mover la estructura. Luego, el representante de la comunidad pide permiso a la Pacha y solo con sus manos, hace una apertura para abrir la tierra y destapar las ofrendas que quedaron del año pasado y que ahora están "benditas" por la Madre Tierra.

La chacha no debe arder, solo debe permanecer humeante durante toda la ceremonia y para ello, los "chacheros" tienen la responsabilidad de evitar el fuego, pero mantener las brasas vivas y el humo del tradicional sahumerio.

En las ollas de barro ubicadas cerca del ritual, hay locro, anchi, mazamorra, habas, mote. La hoja coca y los cigarrillos circulan entre manos generosas. Las botellas con bebidas de todo tipo esperan su turno; desde la chicha, hasta el ron, pasando por el vino, el vodka, el güisqui y cuanto licor pueda uno imaginarse. Todo es para la Pacha. Este año hay mucho que agradecer.

La hospitalidad de la gente que no olvida sus raíces

El intendente Villanueva fue el anfitrión en la extensa jornada.

La recepción a los visitantes estuvo a cargo de la Municipalidad de Tolar Grande, cuyo intendente, Sergio Villanueva, fue el anfitrión durante toda la extensa jornada que comenzó bien temprano el domingo último con la llegada de los primeros invitados.

Pero el resto de la comunidad también fue parte de ese espíritu de hospitalidad y agradecimiento para la gente que viajó desde Salta capital, recorriendo más de 370 kilómetros. Hubo también turistas que llegaron desde otros puntos del país, como Córdoba y Buenos Aires. Todos pudieron sentir esa conexión de la comunidad que se manifestó abiertamente en el respeto y devoción por la Madre Tierra, en un ritual que para muchos de los presentes resultó inolvidable.

Gracias y disculpas a la Pacha

El agradecimiento a la Madre Tierra también se transforma en un pedido de disculpas. Muchos mineros estuvieron en plena tarea y no pudieron llegar a la ceremonia para el cierre de la Pachamama. Es que hoy Tolar Grande ha cambiando su fisonomía habitual y de ser un pueblo perdido en la Puna, se transformó en un centro logístico para la actividad que concentra la mano de obra de parte de su población.

Pese a ello, los habitantes que pertenecen a las comunidades originarias advierten que la minería tiene aún más para distribuir socialmente. 

 "En este último tiempo se tomaron decisiones que no fueron del todo acertadas. La única manera de resolver esta situación es dialogando. Necesitamos que haya mano de obra local y que los contratos lleguen directamente a los pobladores de la zona", advirtió el intendente Sergio Villanueva.

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