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El Gobierno nacional, a través de su ministra de Seguridad Nacional, Patricia Bullrich, dispuso el fortalecimiento de la vigilancia en su extensa frontera con Brasil. Esta decisión estratégica se toma un día después de una megaoperación policial en Río de Janeiro que resultó en un baño de sangre, con reportes que superan el centenar de víctimas fatales.
La ministra Bullrich, en declaraciones ofrecidas a la prensa desde la Casa Rosada, explicó que el objetivo es neutralizar cualquier intento de escape transfronterizo por parte de criminales ligados al conflicto en las favelas cariocas.
“Voy a disponer una alerta máxima en las fronteras para que no pueda haber ningún tipo de cruce o de pase de aquellos que evidentemente se deben estar moviendo de lugar, de la centralidad del conflicto en Río”, señaló la funcionaria.
Control riguroso
La medida implica la activación de un "sistema de alerta" en lugar del envío de fuerzas adicionales, y se centrará en un control riguroso de identidad. "Esa alerta máxima significa mirar con cuatro ojos a todos los brasileños que vienen, si tienen antecedentes o no", precisó la ministra, quien se apresuró a aclarar que la restricción y el control exhaustivo no afectarán a los turistas que deseen ingresar al país de forma regular.
La preocupación central se focaliza en el control de los cruces terrestres, particularmente en la Triple Frontera que conecta a Argentina con Brasil y Paraguay, una zona históricamente sensible a los movimientos de organizaciones criminales y al contrabando.
El megaoperativo en Río de Janeiro
La decisión de Buenos Aires se enmarca en la dramática situación de seguridad desatada por la megaoperación lanzada el martes contra el Comando Vermelho, una de las mayores y más violentas bandas de narcotraficantes de Brasil.
El saldo de la confrontación es trágico. Si bien el Gobierno regional de Río de Janeiro ha confirmado oficialmente 119 víctimas, instituciones como la Defensoría Pública han elevado la cifra de fallecidos a 132, tras recopilar información en los institutos forenses y en las propias zonas de conflicto. Entre las víctimas fatales se cuentan cuatro agentes policiales; el resto, según el informe de las autoridades, eran sospechosos de integrar los grupos armados que opusieron resistencia a la incursión.
Los enfrentamientos se desarrollaron en los complejos de favelas de Penha y Alemão, un vasto y empobrecido sector que alberga a unas 200.000 personas. Los combates se extendieron hasta las zonas boscosas de los cerros aledaños, donde, según reportes de EFE, "amanecieron este miércoles plagados de cadáveres tiroteados".