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La culpa la tiene el 11/11/11

Viernes, 11 de noviembre de 2011 19:52
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   Que es místico, que es una fecha única en 100 años, que el simbolismo dice que el once es el número de la paz, miles de cosas se dijeron sobre este 11 de noviembre, menos que era el ideal para ver a la selección argentina, con Lionel Messi a la cabeza, por las eliminatorias, algo que quedó en evidencia en un estadio Monumental cuasi desolado.

   Es que ni por asomo se vendieron todas las localidades que fueron puestas a la venta, en gran medida porque el partido se jugó un viernes por la tarde, en horario laboral, y también –hay que decirlo aunque cueste- por la falta de convocatoria de este equipo de Alejandro Sabella, en deuda con la gente tras el fracaso de la Copa América.

   La platea San Martín alta entregó una pintura por demás lastimosa, con escasa presencia de hinchas, que si alguno con algo de tiempo –aprovechando los momento de ocio que entregó el partido en el primer tiempo– quería, podía contar a los presentes uno por uno.

   Apenas un esbozo de idolatría se llevó Lionel Messi cuando su nombre fue anunciado en la formación titular, casi como que la inercia por sus logros en otras latitudes hizo que los aplausos bajaran tibios desde los cuatro lados del estadio.

   Sin clima de partido, más allá del sol primaveral que se posó sobre el estadio Monumental, los bombos acompañaron, pero casi como para justificar el viaje y la asistencia.

   El grueso del público pareció que había ido al mítico estadio de Núñez para poder escaparse antes del trabajo, buscando acortar la semana laboral, y con la "promesa" de pasar un grato momento viendo a Messi y las demás figuras.

   Sin embargo, ni las míticas palabras de algún profeta, ni las posibles implicancias catastróficas o bien de "buena onda" que conllevaba -para quienes así lo creen- esta fecha del calendario, permitieron que la comunicación y en especial la empatía que un equipo tiene con su público, fuera posible.

   Claro que siempre hay lugar para algún insulto al árbitro de turno, un aliento casi de compromiso y unos aplausos de esos que a veces se ofrecen para poner en movimiento las manos y no tanto porque sean merecidos, como ocurrió por momentos en el Antonio Liberti.

   Por lo demás, será cuestión de esperar alguna alineación planetaria, tal vez un designio de algún Dios, o bien un "día con mejor suerte", para poder llenar el estadio de River con un partido de la selección.

   Encima el partido terminó 1 a 1, o como algunos lo leyeron 1-1 (o sea once), y el gol de Bolivia marcado por Marcelo Martins llegó a los 10:31 del segundo tiempo, que algunos estadistólogos dicen, "podría considerarse el minuto 11".
 

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