¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
10°
5 de Agosto,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Lunes, 11 de abril de 2011 21:51
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

En mis artículos números 6 y 7, fechados el 11 y 19 de enero pasado, respectivamente, abordé el tema de los anglicismos en el español, es decir, aquellos referidos a todo tipo de dicciones o vicios gramaticales ajenos a nuestra lengua, ingresados a ella desde el inglés.
En el primero señalé la dinámica propia de la lengua: convive con otras y, necesariamente, recibe “contribuciones” o, quizá, imposiciones en la actualidad, gracias a la globalización. Muchas de las palabras que provienen del inglés quedaron en el español con su forma original, como por ejemplo “mouse” (pronunciada “maus”) o “chat” (conversación breve realizada por internet), origen del verbo “chatear”, la cual forma parte del título de este artículo. Casi todas estas, producto de los adelantos tecnológicos originados en países angloparlantes. Algunas de ellas llegaron a castellanizarse tempranamente, como “tener sexo” (“have sex” en inglés, explicada en esa nota) o “sánguche / sánduche / sánduich”, de la voz inglesa “sandwich”.
En el segundo artículo analizaba los “calcos” que, nacidos en esa lengua, se reproducen en la nuestra, como es el caso de “rascacielos”, del étimo inglés “sky-scraper”, o de “perro caliente”, originado en “hot-dog”. Concluía apuntando a la necesidad de luchar por la preservación del español, pero a la vez consciente de que el ingreso avasallador de la lengua extranjera se impone por el prestigio que tiene ante los hablantes. Las palabras inglesas que utilizamos en modo alguno son correctas, sin embargo, llegan a ser adecuadas en la medida en que su uso se extienda y generalice, por supuesto solamente en un nivel informal del lenguaje, restringido al hablar espontáneo.


Palabras y dicciones del  inglés
 

Muchas son, en nuestra vida cotidiana, aquellas dicciones y palabras que utilizamos producidas en la lengua inglesa, algunas de las cuales se van castellanizando (tomando forma propia de nuestro sistema lingüístico) poco a poco, sobre todo entre las personas que no han estudiado la lengua extranjera. En el pasado inmediato, las vemos, por ejemplo, en las referidas a la actividad futbolística o en otros deportes, adaptadas al español. Es el caso de “orsai”, por “off-side”, o de “fulbo” o “fulbito” y de “nocau”, por “knock-out” -estas no sólo se aplican al campo de los deportes sino que, respectivamente, pueden significar “estar desubicado o en lo que no corresponde” (“orsai”, como atinadamente titula sus artículos semanales Luis Andolfi) y “encontrarse en situación extrema o terminal” (“nocau”)- y de otros ejemplos que a continuación les ofrezco. Quizá algunos de ustedes los reconocerán, aunque más no sea utilizados por otras personas.


Ejemplos de anglicismos
 

Compuestos y palabras ingleses llegados al castellano, algunos desde hace mucho tiempo y otros más recientes, son: “bar”, literalmente, “barra”, lugar donde se puede consumir bebidas y café o té; “yin” (esta es la pronunciación castellana de “jean”), pantalón vaquero; “coboi”, reproducción de la voz “cowboy”, una especie de gaucho norteamericano; “pleiboi”, un hombre que se dedica a la juerga y no al trabajo; “aló”, el saludo que proviene de “hello” y se utiliza en la zona norte de América del Sur, como Venezuela. Además, contamos con otros más modernos, son los casos de: “diet”, que muchos lo pronuncian como suena en castellano, o bien prefieren la fonética inglesa de “daiet”; “bafle”, pronunciada como se lee en español y referida a parlantes o altavoces; “monei”, de “money”, dinero; “shou”, proveniente de “show”, espectáculo; “reitin”, de la voz “rating”, apreciación o medida, y “shop”, tienda, lugar de compras. Hay otras locuciones que entraron modernamente y que aún están en los labios de mucha gente, como “plis” (“please”), por favor; “laviu” (“i love you”), te amo; “glamur”, que en español significa “encanto sexual que fascina”, también un anglicismo originado en el francés; “oquei”, abreviatura que tiene, según las versiones, varias procedencias y que significa aprobación, como “de acuerdo”, “está bien”. A estas se suman muchas voces técnicas que definen cosas, aspectos o asuntos relacionados con la tecnología y otras situaciones de la vida moderna, a saber: “maus” (“mouse”); “delet”, borrar en la pantalla de la PC, de la misma expresión inglesa; “bacap” y el verbo derivado “bacapear” (“back-up”), crear un archivo alternativo y de refuerzo; “jaquear” (de “hacker”, pirata, modernamente); “estríper” (“stripper”, desnudista); “cash”, de idéntica palabra inglesa que significa “caja” o dinero en efectivo, pero también quiere decir “en el acto”, “ahora mismo”, “en el momento”.
“Fashon” (“fashion”, moda) es una palabra que significa vestir a la moda, pero también “persona superficial o falsa”. “Shet” (“shit”, heces) se utiliza, en forma especial, como una interjección que expresa admiración o enojo.
 

Expresiones nacidas del  inglés
 

Además de elegir vocablos propiamente ingleses, como los mostrados en los párrafos precedentes, también existen otros que adquieren una forma propia en nuestro idioma. Ejemplos: un modo relativamente nuevo, al menos en nuestro país, implica el uso del adjetivo “tanto” y, en algunos casos de su apócope “tan”, el cual recoge uno de los sentidos del adverbio y pronombre inglés “so” (muy, tan, tanto) y que en castellano funciona como un primer término de comparación, implicando a un segundo (“te quiero tanto que sería capaz de esperarte toda la vida”). El caso citado es de “te quiero tanto”, pero con el valor de “te quiero mucho”. Hay dichos conocidos desde siempre, como “laviu” (“i love you”), te quiero, que hoy tienen más vigencia que nunca en labios de los jóvenes y adolescentes. Entre estos, figura “vermú”, que llegó al inglés desde el original alemán (“vermouth”), aperitivo, con vigencia actual aunque su ingreso no es reciente; “fultaim” (“full-time”), tiempo completo, que atesora una gran frecuencia de utilización, complementado por la expresión castellano-inglesa “a ful”, que indica “totalmente, con toda la fuerza”. “Made in”, pronunciado de este modo por los que no conocen el inglés, asimismo, tiene un uso bastante importante.
Por otra parte, existen locuciones en parte castellanas, en parte inglesas, que se han extendido mucho en algunos ámbitos hispanohablantes, como “faquiu”, de “fuck you”, entendida como un insulto o bien como una exclamación admirativa. Esta última -en una encuesta que tomé años atrás- acusa un uso de un 44% en relación con otras locuciones de origen inglés. Por su parte “OK”, en la misma encuesta, arroja un resultado de un 89% y “sori / sorri” (“sorry”, lo siento, disculpe) un 70%. Algunas de ellas han sido levemente cambiadas, en un nivel popular de jóvenes, como “plischu”, una variante de “plis”, por favor. Una de mis estudiantes de la UNSa escuchó esta curiosa forma que, por el contexto de la conversación entre dos adolescentes, adivinó que provenía de “sorry”, antes citada: “¡‘Sorreame’, che; lo hice sin querer!”. También, siempre según mis alumnos, “sos un ‘lúser’”, con el sentido de “sos un perdedor”. Para concluir, dejo las palabras ya castellanizadas correspondientes a voces inglesas relacionadas con la informática, que se están extendiendo en forma paulatina, informadas por Ilan Stavans, estudioso del spanglish: “teipear”, grabar un video; “loquear” (‘lock‘), bloquear; “botar” o “rebotar” (“boot”), reiniciar la PC. Avances del inglés sobre nuestra lengua.
 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD