inicia sesión o regístrate.
Su interés en la política lo llevó a ser partícipe de las últimas etapas más importantes de la historia sociopolítica de nuestro país.
Desde joven militó en las filas del peronismo, mientras estudiaba Ciencias Políticas en la Universidad del Salvador. Su activa militancia lo convirtió en secretario general del partido en la Capital Federal en 1972.
Con el tiempo, obtendría una banca en Diputados y distintos cargos políticos durante las presidencias de Menem y Kirchner.
Supo combinar hábilmente la teoría y la práctica, no en vano se le reconoce en el ámbito político una considerable astucia pero, sobre todo, olfato político.
Integró entre unos pocos el llamado Grupo Calafate, que llevaría a Néstor a la presidencia. A partir de allí, se forjó una amistad entre ambos que luego se rompería.
Es autor de una pequeña colección de obras que no ocultan su mirada crítica de la realidad y del poder político. “Pasiones razonadas” y “Juicio a los 70” son dos de sus libros más comentados.
Defiende con cierta autocrítica su compromiso con los ideales que defendió durante los años 70, y si bien nunca se valió de la violencia como medio de lucha, reniega de quienes sí lo hicieron.
En diálogo con El Tribuno, Julio Bárbaro analiza distintas cuestiones vinculadas con la actualidad política.
Pocos como usted podrían definir hoy qué es el peronismo...
El peronismo es una identidad cultural antes que una identidad política. Fue el movimiento ejecutor de la justicia social en Argentina. Representó a los cabecitas negras que se resistían a europeizarse. Hoy solo quedan retazos de los cuales nadie se puede arrojar la representatividad. Dentro del peronismo, la heterogeneidad es un rasgo característico, incluso hubo antiperonistas que se inmiscuyeron en este movimiento. Menem y Cavallo son ejemplos de esto.
¿Cuánto de peronismo observa en el kirchnerismo?
Lo que observo de parte de ellos es cierto cuestionamiento al Perón de la unidad nacional. Reivindican algunos elementos de la justicia social, que Menem y Cavallo hubieran repudiado completamente. Lograron hechos importantes como recuperar las AFJP y resaltar el poder del Estado. Pero el excesivo personalismo que los caracteriza ocupa hoy el espectro de la democracia y la pasión es mucha, pero las ideas son pocas. Corren con la ventaja de que la oposición no ofrece alternativas. Gran ventaja. Algunos no se pueden sacar el menemismo de encima, y otros no pueden deshacerse de la impotencia radical.
La reivindicación de la política por sobre la economía ha sido un importante y necesario cambio para los argentinos.
Sí. Kirchner resaltó el rol de la política encima de la economía. Sucede que la economía es “un” elemento de la política, por lo tanto, la política es la que debe conducir la economía, si no, ocurre lo contrario, como en la década de los 90, cuando no había dirigentes sino gerentes y la política se subordinaba a las decisiones económicas que beneficiaban a unos pocos.
Usted se aleja del kirchnerismo luego de sostener por años una amistad con Néstor. ¿Qué errores de los Kirchner lo llevaron a apartarse?
Fuimos amigos. Cristina, como Néstor, venían a casa muy seguido, teníamos reuniones frecuentes. Durante su preparación, antes de ser presidente, Kirchner tenía una apertura grande, escuchaba consejos y preguntaba mucho. Se rodeaba de personas no obsecuentes. Pero después cambió rotundamente. Escogió para su entorno a personas que no hacían más que halagarlo y omitir cualquier crítica hacia él, a diferencia de Perón, que prefería las críticas antes que cualquier otra cosa, porque sabía que eso le servía para mejorar. Siempre digo que la lealtad hecha obsecuencia es la virtud de los perros.
¿Pero entonces su alejamiento no fue motivado por ningún hecho en particular?
No, claro, una serie de elementos me fueron separando. Principalmente el sectarismo que los caracteriza. No toleran ningún tipo de crítica, venga de quien venga. Tienen una visión según la cual ellos ordenan y los demás obedecen. Esto refleja la inseguridad psicológica y política que los identifica.
¿Cómo es la relación que usted observa entre la ética y la política en nuestro país?
Una relación importante e interesante. La política es el espacio para la propuesta, mientras que la ética es un elemento necesario para ejercerla. Una combinación que no es estática sino varía según quienes nos gobiernen. Por ejemplo, la derecha más perversa pone a la ética en el lugar de las ideas, y esto es un retroceso en el pensamiento. Habría que debatir y reflexionar sobre esta relación en Argentina.
La visión según la cual todos los que piensan distinto al oficialismo son declarados enemigos está bastante incorporada en la política argentina...
Bueno, fíjese que el sectarismo lo que hace es fanatizar a los seguidores y espanta al ser normal. El grupo de intelectuales kirchnerista Carta Abierta y La Cámpora son un ejemplo de ello. A los primeros, nadie los soporta, y los segundos espantan cuando creen que aportan. Ambos comparten dos características que se desarrollan en paralelo: la soberbia y la mediocridad.
Sucede que, generalmente, entre los intelectuales y la realidad la distancia suele ser grande...
Pero algunos utilizan el poder para justificar lo injustificable y para ahorrar cualquier tipo de crítica, a la que omiten porque puede molestar a quien gobierna.
¿Cuál es, a su juicio, el primer y principal problema de Argentina?
Cuando egresé de la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad del Salvador, el decano Argentino Moyano nos dijo en el discurso: “El principal problema de Argentina no es la corrupción, sino la falta de proyecto”. Sigo pensando esto. El Gobierno carece de ideas, igual que la oposición. No hay proyectos. El kirchnerismo se basa en las necesidades. En Argentina hay muchísimo talento para desarrollar proyectos y programas. Eso no lo aprovechamos.
Todo esto se oculta y se busca distraer bajo una mística futbolera. A Scioli no lo quieren, pero pretenden ganar con su voto. Te dicen que son de izquierda y ponen a Boudou de vice.
En caso de que la Presidenta fuera reelecta, ¿qué le recomendaría que cambiara?
Principalmente, le aconsejaría a la Presidenta que dejara de lado el sectarismo. Son excluyentes, cuando Juan Domingo Perón odiaba eso. Podría votarla, pero me resulta imposible cuando la junto con La Cámpora y Carta Abierta.
Julio Bárbaro fue titular del Comité Federal de Radiodifusión (Comfer) durante parte de los años 90. Es además un férreo analista de la vida política de nuestro país y un incansable luchador por la transparencia en las acciones de los gobiernos.
Señaló hace poco que “el peronismo ya fue como también el radicalismo” una Presidenta hablando y un grupo de gente aplaudiendola no es un modelo político, y dijo que tenemos que aprender de Uruguay, Brasil y Chile que alcanzaron la madurez y la unidad nacional y dejaron de lado el resentimiento permanente.
Usted dijo que ni a Perón le sirvió la reelección...
Exactamente. Yo le dije a Néstor Kirchner que sacáramos una ley que prohibiese la reelección más de una vez para todos los cargos, incluyendo las elecciones en la AFA, sindicatos, etc.
La idea le gustó al expresidente, hasta que un día me dijo “queremos durar el tiempo que sea posible”. Amaba el poder más que los logros que con este se puede obtener.
Como ex titular del Comfer, conoce muy bien la relación entre el gobierno y los medios... ¿Qué concepto tiene de los medios de comunicación?
Los medios de comunicación están llenos de defectos. Pero el gobierno de los Kirchner no soporta la crítica ni la disidencia. Esto no es noticia, y es uno de los motivos de la tan crispada relación que existe actualmente.
Los medios de comunicación influyen en las opiniones, pero no hay que exagerar tal influencia. Los medios de comunicación pueden condicionar la opinión, pero no la determinan.
El rol que tienen que cumplir, es el de criticar porque para eso existen, para tener una mirada crítica de los acontecimientos sobre los que versa la realidad. De nada sirve tergiversar la información. Sin embargo pasa algo bastante curioso que es necesario entender: el campo, los sindicatos y Clarín incluido piden lo “excesivo” para lograr lo posible. Esto en política genera tensiones.
En su obra Juicio a los 70, usted realiza una autocrítica acerca del comportamiento que tuvo. ¿Qué es lo más valioso que rescata de los años 70?
Rescato el compromiso que asumió toda una generación con el destino del país. Pero la violencia corta todo, lo arruina. La conducción de los guerrilleros como Firmenich, produce la muerte del idealismo de los que se entregan.
Los jefes montoneros en Argentina, sostenían que a mayor sangre menos tiempo para cumplir con el objetivo. En cambio yo, nunca fui partidario de la violencia. Sé que no es el camino para lograr algo.
Hoy se hace un mal uso de los años 70, se plantea una interpretación que pretende convertir viejos errores en aciertos.
¿Qué opinión tiene sobre la incorporación de las elecciones primarias en nuestro sistema electoral?
Este cambio se hizo con un objetivo claro: elegir candidatos y votar cuando ya todos hayan sido elegidos. En fin, las primarias son una gran encuesta previa a las elecciones generales del 23 de Octubre. No percibo más que eso.
¿Usted es de los que cree, que el poder corrompe a las personas?
No. El poder no corrompe a una persona, sino que solo te delata como esa personas realmente es.