inicia sesión o regístrate.
Según la leyes de Salta, los funcionarios están obligados a demostrar eficiencia en la disposición de fondos públicos.
Alberdi repite hasta el cansancio que el cubrimiento de las necesidades públicas de las provincias argentinas depende de la eficiencia e inteligencia con que sus gobernantes administren los dineros públicos. Se pregunta sobre el interior argentino “¿Por qué duerme en sueño profundo y yace en oscuridad tan próxima a la indigencia esa tierra que produce la seda, el algodón y la cochinilla sin cultivo, que tiene vías navegables que no se harían con cientos de millones de pesos...?”, y responde, “Les falta astucia a sus gobernantes y sed de grandezas”.
Tal vez luego de leer a Alberdi, la Ley de Administración Financiera de Salta en su artículo 2 establece la “eficiencia” como premisa fundamental en la gestión de los dineros públicos. “Eficiencia” significa obtener los objetivos propuestos utilizando los mejores métodos y usando los recursos de la manera más económica posible. Para la ley salteña no basta con que el gobernante cumpla los fines que se le encomendaron (eso sería ser eficaz), es necesario que lo haga al “menor costo posible para el pueblo” y al “máximo rendimiento” (eficiencia).
La administración del Fondo de Reparación Histórica del Norte Salteño es un ejemplo de ineficiencia en la disposición de fondos públicos. Primero porque al llegar el dinero no estaban preparadas las contrataciones correspondientes. No se sabía qué obras se harían ni se previeron los procedimientos de contratación para invertir rápidamente el dinero. Segundo, porque para solucionar esa falla se cometió otra ineficiencia al constituir un plazo fijo muy por debajo de los valores de mercado.
Haciendo un cálculo rápido, el Gobierno colocó los recursos del Fondo en un plazo fijo 4 puntos inferior al promedio del mercado. Esos 4 puntos significan aproximadamente 35 millones de pesos anuales y 3 millones de pesos por mes. En esos millones de pesos perdidos por ineficiencia se diluyeron los sueños de miles de salteños. El sueño de la casa propia, del acceso al agua potable, de la calle pavimentada y muchos sueños más.
El economista Milton Friedman menciona cuatro formas posibles de gastar dinero. Dice: “Puedes gastar tu propio dinero, en ti mismo..., puedes gastar tu propio dinero, en otro..., puedes gastar el dinero de otro, en ti mismo... o, si eres funcionario público, puedes gastar el dinero de otro, en otro”. Friedman advierte que cuando se gasta el dinero de otro en otro es cuando existe mayor riesgo de usar el dinero ineficientemente. Nadie que gasta el dinero “de otro en otro” se preocupa demasiado por pagar poco u obtener calidad.
El secreto de los gobiernos que brindan a su gente viviendas, caminos y servicios públicos eficientes consiste en tener gobernantes que supieron sortear la “trampa de Friedman” y gastan el dinero público como si fuese propio y como si fuese para ellos.
Detrás de la vergonzosa actitud de nuestros legisladores y de las sospechas que generan los funcionarios del Poder Ejecutivo Provincial por la falta de transparencia e información, sobrevuela la idea de que si hubiesen estado usando el dinero de ellos, habrían luchado por una tasa mayor y hoy estaríamos invirtiendo esos frutos.