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El novelista chino Mo Yan, de 57 años, uno de los más leídos en su país, fue distinguido ayer con el premio Nobel de Literatura 2012. Al recibir la noticia vía telefónica en su domicilio, Mo Yan se mostró “lleno de alegría y asustado”, según confirmaron desde la Academia, que recomienda leer su obra “Las baladas del ajo” (Kailas, 2008).
Su verdadero nombre es Guan Moye. Nació en Gaomi, China en 1955, y fue calificado por el jurado de esta edición 2012, como un escritor “capaz de unir con un realismo alucinatorio leyendas populares, la historia y lo contemporáneo”.
Mo, cuyo seudónimo significa en mandarín “No hables”, creció durante la Revolución Cultural china y según explicó a la prensa eligió ese apodo porque tenía fama de ser demasiado directo al hablar y quería recordarse a sí mismo que no debía hablar de más.
Criado en el seno de una familia de campesinos, Mo Yan pertenece a la “generación perdida” de chinos que tuvo que dejar los estudios para trabajar en una fábrica durante la “Revolución Cultural” (1966-76) de Mao Zedong.
La influencia occidental
Comenzó a escribir cuentos en 1981 y en 1984 se inscribió en la Academia de Arte del Ejército. Siendo soldado empezó a escribir influido por escritores occidentales, en especial Gabriel García Márquez, Tolstói y Faulkner, aunque se le conoce como “el Kafka chino”.
Dos años más tarde abandonó sus aspiraciones militares. Consiguió trabajo de editor en un periódico y escribió novelas como “La tortura del sándalo” (2001) y “Rana” (2009).
Hace cuatro años publicó “Las baladas del ajo”, un retrato de la China rural. “Sorgo rojo”, el libro que lo lanzó a la fama, fue adaptado al cine por Zhang Yimou y ganó el Oso de Oro en Berlín en 1988.
En su libro “Grandes pechos, amplias caderas” hace un repaso, desde la mirada de una mujer, de la historia de la China del siglo XX. El contenido sexual de su obra causó tanta polémica en su país que el Ejército chino lo forzó a escribir una autocrítica y tuvo que sacar la obra del mercado.
Aunque sus libros se destacan por su aguda crítica social, Mo Yan consiguió sobrevivir en el difícil mundo de la Literatura china. Sus obras fueron traducidas a numerosas lencuas, entre ellas al inglés, el francés, el alemán y el español.
El Premio Nobel de Literatura se entrega desde 1901 a quienes hayan “contribuido de forma más destacada a la literatura en sentido idealista”, según dejó escrito en su testamento Alfred Nobel (1833-1886) está dotado con unos 930.000 euros, un 20% menos que el año pasado, aunque para la presente edición, los aspirantes sumaron más de 200 autores.
Los últimos ganadores
Los galardonados desde el 2002 hasta hoy son Imre Kertész (Hungría); 2003: John M. Coetzee (Sudáfrica); 2004: Elfriede Jelinek (Austria); 2005: Harold Pinter (Reino Unido); 2006: Orhan Pamuk (Turquía); 2007: Doris Lessing (Reino Unido); 2008: J.M.G. Le Clézio (Francia); 2009: Herta Mller (Alemania/Rumanía); 2010: Mario Vargas Llosa (Perú/España); 2011: Tomas Transtr”mer (Suecia) y 2012: Mo Yan (China).
Mo Yan y Liu Xiaobo, las dos caras de los Nobel chinos
Mo Yan, en el Teatro de Pekín
China recibió con júbilo el Nobel de Literatura de Mo Yan, mientras el anterior condecorado por la Academia sueca, el activista Liu Xiaobo, cumplirá en diciembre su tercer año de condena en prisión.
Mo, quien declaró a la Academia sentirse “alegre y asustado”, se ha convertido en el primer chino en recibir el galardón sin estar en la cárcel ni el exilio, un título que ha suscitado el debate de hasta qué punto es un “escritor del régimen”.
“Él es parte del sistema”, aseguró ayer el conocido activista Ai Weiwei, quien en cambio admitió después no haber leído nada de Yan.
Ai denuncia “la insensibilidad” de la Academia a la hora de conceder el premio a Mo, mientras Liu Xiaobo (Nobel de la Paz 2010) permanece todavía encarcelado y su mujer, Liu Xia, sometida a un régimen de arresto domiciliario sin que se conozcan cargos contra ella.
En la misma línea, la organización Chinese Human Rights Defenders aprovechó el anuncio del galardón para pedir la liberación de la pareja, dos de las caras más visibles del cuestionable estado de los derechos humanos en la potencia asiática.
En contraste con la virulenta reacción de Pekín hace dos años, cuando llegó a calificar de “blasfemia” el Nobel a Liu, algunos medios oficiales como el “Global Times” o la cadena de televisión pública CCTV dieron ayer una calurosa bienvenida al de Mo.