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Rafael Monti: ?El teatro popular le da un lugar protagónico al humor y a la emoción?

Viernes, 12 de octubre de 2012 06:30
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Con la fórmula infalible del humor inspirado en ciertas características arquetípicas del “ser nacional”, Rafael Monti y el Taller de Teatro Espacio vuelven a las tablas para estrenar “La madre que me parió”. La obra es un grotesco, una caricatura de una familia inserta en la clase media en decadencia. Monti -autor del texto y actor- anticipa que la nueva propuesta es una interpretación “salteña” de “Los Campanelli” y los “Locos Adams”. Pero -aclara Monti- este humor que nos permite la catarsis de reírnos de nosotros mismos nace, muchas veces, del propio dolor, de la propia tragedia.

La comedia -dirigida por Oscar Muñoz- subirá a escena mañana, a las 21.30, en Pro Cultura (Mitre 331), con reposiciones en la misma sala y horario, el 19 y 20 de octubre y el 2, 3, 9, 10, 16 y 17 de noviembre (entrada general $25).

Rafael Monti le anticipó a El Tribuno algunos detalles de este estreno que -arriesga- divertirá y emocionará en similares proporciones.

¿Los personajes de “La madre que me parió” se nutren de tu entorno cercano?

Creo que uno siempre termina siendo autobiográfico, de sí mismo y de su entorno. Pero también es cierto que la escritura, en particular de esta comedia del grotesco, tuvo su origen en la teoría de que esta estética del humor siempre tuvo gran recepción de parte del público argentino. En teatro, cine y televisión. Bastaría con mencionar algunos títulos emblemáticos: “Esperando la carroza”, “Cien veces no debo”, “La Nona” (la más simbólica) o “Más respeto que soy tu madre”. Todos fueron representados por elencos famosos o por grupos independientes, con feliz resultado. El público disfruta y se identifica. Así, elegí pasar de la teoría a la práctica.

Desde un principio, vos y tu grupo apostaron al humor ¿Pensaron que sería una vía para trascender las fronteras provincianas?

Sería hipócrita si te dijera lo contrario, pero más allá de todo reconocimiento externo, como salteños, nuestro anhelo siempre fue trabajar para el público que nos acompaña desde hace ya 24 años. Por otra parte, es el humor el que nos permite la catarsis de reírnos de nosotros mismos con un humor muchas veces nacido del propio dolor, de la propia tragedia. Podríamos sintetizar: reírnos por no llorar. El humor nos acerca y se da un “feedback” inmediato con el público, que te lo agradece especialmente.

Mencionabas “Esperando la carroza” y, más cerca en el tiempo, “Más respeto que soy su madre”. ¿Han sido referentes para vos?

Para mí y para el humor argentino en general. Como alguna vez dijo alguien: Este es el teatro de “chancleta”. La caricatura de una clase media en decadencia. Las obras que nombraste, tienen mucho en común: la familia, la crisis (rara mezcla del sálvese quien pueda, pero todos juntos), la pasta de la vieja los domingos, el fútbol, Palito Ortega y la crítica de las instituciones en muchos casos indiferentes a los cambios, a las necesidades reales de la gente. Ya antes, desde otra “cuerda dramática” me ocupé de la familia (“Como una madre”); ahora lo hago desde el humor, a veces irónico, a veces un poco negro, pero “a la final”, siempre resulta que a pesar de todo “lo primero es la familia”... Como un anhelo al que nos seguimos aferrando, esperanzados.

¿Cuáles son las facetas de ese “ser argentino” que abordás bajo una mirada grotesca en esta obra?

La obra es un compendio, un “Pequeño Larousse Ilustrado” de los diferentes estereotipos típicamente argentinos. Como en una gran ensalada, todos ellos conviven en cada uno de nosotros. Vamos cambiando, sin prisa pero sin pausa. Seguimos nostálgicos y melancólicos, por eso lo “retro”, siempre funciona (“Graduados”, por ejemplo). Los “grandes éxitos del ayer”. También hay que reconocer que los años 70 y 80 fueron muy fuertes creativamente hablando y cuesta reemplazarlos por una actualidad de “realitis”. No digo que todo tiempo pasado fue mejor, porque creo en nuestros jóvenes artistas, pero del pasado siempre se aprende. Los argentinos mezclamos emociones, historia y desengaños. Nosotros, nuestros abuelos y nuestros hijos. Latinoamérica es así en general.

Decís en una gacetilla de prensa que, “"a partir del humor nos reconocemos en una paulatina crisis de lenguaje, cultural, moral, social y económica”. ¿Hasta dónde te interesa dejar que la mirada crítica atraviese tus comedias?

Como dice el subtítulo de la obra: “hasta que duela”. Pero el teatro popular es definitivamente un teatro de entretenimiento, con un lugar protagónico para el humor y la emoción. Los argentinos convivimos siempre con la crisis. Pero es la misma crisis la nos enseñó a sobrevivir, a pesar de tener que atar la realidad “con alambre”. Me parece (y esto es una mirada subjetiva) que esto da mayores anticuerpos ante la situaciones de crisis como las que otros países, como los europeos, no pueden resolver a pesar de su terrible antecedente de siglos de guerras. Pero no quiero que esta se transforme en una nota intelectual. “La Madre que me parió!” es por sobre todo una interpretación al “uso nostro” de “Los “Campanelli” y los “Locos Adams”, después del corralito y la gripe “A”, entre otras calamidades. Seguro los va a divertir y hasta quizás los emocione.

Los enredos

“La madre que me parió” es el caricaturesco retrato de una familia argentina algo disfuncional, prototipo de una clase media baja en crisis. Mientras la hija, Vanesa (Silvia González), casquivana y básica, y el hijo Víctor Hugo (Bernabé Bustos), vago y con un bebé a cargo, atienden, muy torpemente, las necesidades de su padre, Vicente (Elio Ramos), enajenado y víctima de todos los males de “este lado del mundo”, la madre María Argentina (Rafael Monti), enérgica y mal hablada, trata de convencer al novio de la “nena”, Pompeyo Moreno Blanco (Rodi Elbirt), corrupto funcionario, para que los socorra en su angustia económica. El tío Américo (Oscar Muñoz), aficionado a la “caja boba”, participa del juego, pero sin comprometerse demasiado.

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