PUBLICIDAD

¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
12°
23 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Ella era pequeña, la mató a golpes y dijo ?me defendí?

Domingo, 14 de octubre de 2012 10:49
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

La noche del 16 de enero de 2004, Michelle Rivera (32), entró su camioneta Toyota Land Cruiser al garage de la cómoda y amplia casa que compartía con su esposo, el biólogo y famoso investigador científico norteamericano, Jonathan Nyce (51). No logró cerrar la puerta del vehículo cuando su marido la levantó de un brazo, la suspendió en el aire y la arrojó contra el piso. La mujer castigó su cabeza contra la dura superficie y entró en convulsiones. Nyce puso su rodilla sobre la espalda de Michelle, la tomó del pelo y golpeó su cabeza en reiteradas oportunidades contra las baldosas hasta destrozarle la cara. Luego le tomó el pulso: ya estaba muerta. Por ese horroroso y cobarde crimen, el jurado lo encontró inocente y solo lo condenó por emoción violenta, dándole 8 años de prisión. En estos días quedará libre.

Crimen brutal y cobarde

La mañana del 17 de enero de 2004, la Policía de Hopewell, Pennsylvania, fue avisada que había ocurrido un grave accidente en la zona. Una camioneta Toyota Land Cruiser se había salido del camino terminando su descontrolado recorrido contra una arboleda. Los detectives Dan Mc Keown y Geoffrey Noble, observaron que algo no estaba bien. Adentro estaba el cuerpo de Michelle Rivera, la sangre que había en la camioneta, no tenía relación con el accidente. Además había huellas de un calzado de hombre de talla 46 que se dirigía desde el vehículo hasta el camino. Los detectives dirigieron su mirada de inmediato hacia al marido, que tenía fama de celoso y acosador.

En busca de un futuro

Michelle, en su país, Filipinas, quería salir de la pobreza. Comenzó la universidad pero al poco tiempo tuvo que abandonar por cuestiones económicas. No mucho después conoció, a través de un aviso en un diario, a Jonathan Nyce, un biólogo que se hizo pasar por un hombre mucho más joven y apuesto. La enamoró a través de cartas. El tenía 39 años y ella 19. El viajó a Filipinas y contrajeron matrimonio. Michelle, estuvo a punto de desistir de la boda, pero finalmente el carácter juvenil de Nyce la hizo cambiar de opinión. Luego se instalaron en Pennsylvania y comenzaron una vida aparentemente perfecta. Nyce había patentado más de 100 medicamentos y había logrado un contrato con una farmacéutica por 800 millones de dólares. Compraron una nueva casa y tuvieron tres hijos. Pero él se había transformado en un hombre celoso y violento. Michelle era una mujer exótica, simpática y alegre; los hombres se sentían atraídos por ella. Sus celos fueron tan extremos que le construyó un gimnasio en su propia casa para que no tuviera que salir nunca de ella. Sin embargo, Michelle se encargó de diseñar el jardín del nuevo hogar y fue allí que conoció a Alejandro Castañeda, un jardinero mexicano. Inmediatamente hubo atracción entre ellos y comenzó el flirteo y, finalmente, se enamoraron. La mujer pensó en el divorcio. La relación con su marido era insoportable y se sentía mejor con Castañeda.

La soledad de Michelle

Ella estaba muy sola, su familia lejos y prácticamente sin vida social. Además discutía fuertemente con su marido, quien se enteró del engaño y decidió retenerla a como diera lugar. Comenzó a seguirla, a quedarse en la casa y a beber de manera permanente. Perdió el millonario contrato como consecuencia de su repentina irresponsabilidad y comenzaron a vivir de los ahorros. Michelle empezó a trabajar en una casa de cosméticos. Estaba feliz con su empleo, además era una excelente madre pero necesitaba salir del corsé que le había puesto su marido. La noche del 16 de enero se encontró con su amante y luego se fue a casa.

Allí, agazapado en la oscuridad y cegado de furia, celos y despecho, la esperaba Nyce... y procedió tal como lo había planeado.

Nadie habló para defender a Michelle

 Jonathan Nyce fue investigado y le tomaron numerosas declaraciones. Finalmente confesó que no había querido matarla sino que se había defendido porque ella lo atacó: “Me tiró un objeto y yo solo la tomé del brazo para defenderme, pero se cayó y al golpear la cabeza tuvo convulsiones, por eso le puse la rodilla en la espalda y le agité la cabeza... para detenerlas... solo intenté salvarla”, dijo. Cuando constató que había muerto, simuló el accidente. Fue imputado del crimen de asesinato en primer grado. Durante el juicio estuvo en libertad.

“Simulé el accidente porque no quería que mis hijos supieran que su madre quiso matar a su padre”, dijo sin vergenza alguna. La abogada defensora de Nyce presentó a Michelle como una mujer de vida ligera, irrespetuosa de su hogar y de su marido. A su padre y su hermana que viajaron desde Filipinas a contar su verdad, no les permitieron declarar en ningún momento. “Nadie habló por ella, nadie la defendió”, declaró el detective Dan Mc Keown. “Jonathan Nyce nos mintió desde el primer momento y continúa haciéndolo”.

 

El jurado fue inducido a condenarlo por el crimen en “estado de emoción violenta”. Lo sentenciaron a 8 años de cárcel y a la familia de Michelle le negaron la tenencia de los niños. Sus hijos están en manos de la familia de su asesino y se los restituirán en cuanto quede libre. Pero como si haber mancillado su nombre en el juicio hubiese sido poco, ahora cambió la historia. Está realizando una campaña por diferentes medios para limpiar su propia imagen. “Soy inocente, yo nunca le dije a la policía que había golpeado a mi mujer, esa declaración fue inventada...a ella la mató su amante, Castañeda, porque ella lo quería dejar, por eso la arrojó desde el balcón del hotel alojamiento en el que estaban...”

Los detectives que estuvieron a cargo de la investigación desde un principio no ocultan su indignación y consideran que no se hizo justicia por el crimen de Michelle.

El psicólogo N.Berril explica así la nueva versión de la muerte de la mujer: “Hay personas que dentro de la cárcel comienzan a elaborar diferentes teorías para autoconvencerse de que ellos no son responsables de lo que hicieron. No importan lo ridículas que puedan ser”

 

 

 

 

 

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD