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No es la economía, estúpido

Sabado, 10 de noviembre de 2012 21:57
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El día después del multitudinario cacerolazo en el país contra el Gobierno, la presidenta minimizó la protesta.

Para el Gobierno la multitudinaria manifestación del 8N, se reduce a un reclamo de minoritarios sectores de derecha.

El rey de Inglaterra Jorge III llevaba un minucioso diario de su vida. El 4 de julio de 1776 tenía una única entrada, y esta decía: “Nothing important happened today” (en inglés: “Nada importante ha sucedido hoy”). Ese día se firmó la Declaración de Independencia de los Estados Unidos al otro lado del Atlántico, perdiendo así la Corona Británica la más preciada de sus joyas...

En el caso de Jorge III, no hay duda que se trató de una ironía de la historia, ya que, en esa época no existiendo internet- las noticias demoraban varios días en cruzar el océano. Nunca pudo haber tenido información “on-line” sobre los sucesos americanos. El monarca inglés no se negó a reconocer una realidad: simplemente la desconocía.

La presidenta Cristina Fernández, en cambio, prefirió redactar, ella misma, su diario de Yrigoyen. De tal manera sustituyó un retazo de realidad doliente, por otra más distante, tan lejana como de acá a la China. El día después del multitudinario cacerolazo en todo el país contra el Gobierno, la presidenta Cristina Kirchner minimizó la protesta, a la que no mencionó explícitamente. Durante aproximadamente una hora, la Presidente formuló en el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada un discurso, en el que entre otras cosas que no podían faltar- se dedicó a criticar a los medios de comunicación. Al señalar que “en esta semana han ocurrido dos hechos importantísimos”, sus atentos escuchas, rápidamente, dedujeron: “elecciones EEUU y 8N”. Craso error, porque a renglón seguido CFK, dijo: “Uno lo acabo de señalar hace un rato, que es la elección nada más ni nada menos que del presidente de los Estados Unidos. Y el otro gran hecho se produjo ayer”, señaló. Todo hacía pensar que la mandataria haría una amplia referencia a uno de los movimientos espontáneos más importantes de nuestra historia, pero no fue así. La presidente aclaró: “Tuvo lugar el XVIII Congreso del Partido Comunista Chino, que tal vez haya pasado inadvertido, pero ayer se eligió un nuevo presidente en la República Popular China (Xi Jin Ping, sucesor de Hu Jintao) por diez años más”. En una parte de su discurso CK había dicho que “muchos argentinos tenían una imagen distorsionada de su país” (por supuesto, los equivocados son los otros); pero en este caso nos recomendaba observar la realidad del gigante asiático.

En otra parte de su discurso y en lo que pareció una referencia elíptica a uno de los atribuidos reclamos de los caceroleros, Cristina Kirchner exclamó: “­Tanto lío con el turismo y los viajes!”.

Para el Gobierno Nacional la multitudinaria manifestación del 8N, se reduce a un reclamo de minoritarios sectores de ultraderecha, acompañados por sectores de clase media frustrados por no viajar a Miami e instigados por monopólicos medios de comunicación.

En las antípodas ideológicas hay zonas de convergencia. Para la dialéctica marxista la economía es casi en exclusividad- el único motor de la historia.

Pero el mismo concepto se esconde en una frase que nos llegó desde el imperio del neoliberalismo, cuando Bill Clinton durante su campaña electoral- expresaba: “is the economy, estupid” (es la economía, estúpido). Sin duda ambas ópticas convergen en su materialismo.

Y convergen en su desprecio hacia la clase media: una por pretender un mundo de proletarios y la otra por su adoración hacia la riqueza. Para esa cosmovisión los valores éticos, morales, etc. carecen de relevancia alguna.

Pertenecer a la clase media es de por sí un anatema. Aunque nadie haya leído “El hombre mediocre” de José Ingenieros o la “Rebelión de las masas” de Ortega y Gasset, piensa automáticamente que es una crítica a los integrantes de ese sector económico, que involucra a las capas intermedias de la sociedad.

En realidad ambas obras poco tienen que ver con la economía o la política, y -por el contrario- profundizan en la condición social, antropológica y moral del ser humano.

Tampoco le dio buena prensa a la clase media de nuestro país, la mordaz pluma de Arturo Jauretche, en su ensayo: “El medio pelo en la sociedad argentina”. Cristina Kirchner manifestó que era su libro preferido de análisis sociológico. Quienes nuevamente- se quedaron en el título confunden “medio pelo” con “clase media”. El propio Jauretche aclara ese concepto (pag. 19, “Advertencia Preliminar”), expresando que el medio pelo “por razones obvias no se da en la alta clase porteña, que es el objeto de la imitación; tampoco en los trabajadores ni en el grueso de la clase media. El equívoco se produce en el ambiguo perfil de una burguesía en ascenso y en sectores ya desclasados de la alta sociedad”.

Más adelante (pag.280) Jauretche profundiza el concepto “El medio pelo procede de dos vertientes. Los primos pobres de la alta clase y los enriquecidos recientes”. Me pregunto: ¿los miembros del Gobierno Nacional, en sus críticas, no se estarán mirando en un espejo?

Es probable que la convocatoria de la también multitudinaria- marcha del 13 de Setiembre tuviera como detonante el peligroso avance del cepo cambiario.

Pero también es verdad que el reclamo estuvo centrado más en el cercenamiento de libertades, que en el hecho económico en sí. La voracidad fiscal, es más temida por su uso político y social (persecución a disidentes) que por afectar el bolsillo de los manifestantes.

Llamativamente la mayoría de los reclamos (que Aníbal Fernandez considero “difusos”), no tenían contenido económico. Los organizadores de la protesta lanzaron un video, en el que señalaban, a modo de síntesis, que las consignas de la protesta serían: “no más corrupción, no más prepotencia, no más odios, no más divisiones”. En primer lugar, los participantes del cacerolazo se quejaron por la inseguridad, en segundo término por la corrupción. Muchos reclamaron por el estado de los servicios sociales: transporte, educación y salud; fueron las consignas más reiteradas.

También se formulaban protestas contra la reforma constitucional y la eventual habilitación de la reelección. Pero como elemento subyacente de todos los reclamos campeó el referido a la actitud soberbia y despreciativa de los integrantes del Poder Ejecutivo Nacional, hacia los otros Poderes y hacia cada uno de los ciudadanos que tuviera una forma distinta de pensar a la del relato oficial.

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