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Cada operación crédito bancario que la entidad otorga, compromete su capital y ese activo tiene que ser proporcional al riesgo que genera el préstamo.
El Banco Central acaba de modificar el régimen sobre exigencia de capital para atender el riesgo de crédito por parte de las entidades financieras. La medida, desde la óptica del Central sirve para poner al país dentro de los estándares internacionales bancarios (las normas de Basilea) y para apalancar la economía regal. En ese sentido, esta nueva vuelta de tuerca al régimen crediticio se orienta a las pequeñas y medianas empresas y a los créditos hipotecarios. Los banqueros, mezcla de algebraicos argentinos pero más árabes (los padres fundadores de la disciplina) son empresarios de las finanzas.
Los orígenes del algebra (usada en Babilonia) que luego se globalizará en matemática financiera y de allí se usará masivamente en la banca de todo el mundo, hace aritmética con el riesgo del cliente y el capital del que dispone un banco. Las normas internacionales de Basilea generalizaron y extendieron esta aritmética al punto que ningún país puede quedar sin usarlas. Es por eso que el Central, en línea con los estándares del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea y los compromisos asumidos por la Argentina en el Grupo de los 20, tienen como objetivo preservar la estabilidad financiera.
En el “contagioso” mundo financiero actual, si una entidad presta mal (sin aritmética) su capital a clientes riesgosos (expuestos a no aprobar un test de matemática financiera para probar solvencia) produce una catarata de efectos dominó. Y es por eso que en este mundo frágil y financiarizado se privilegia la ponderación de la estabilidad monetaria para evitar catástrofes económicas. Los bancos ahora no deben dormirse.
Las indicaciones arrancan desde enero de 2013 y se aplicarán los coeficientes preestablecidos para ponderar el riesgo de las exposiciones crediticias. Incluye a la cartera minorista y préstamos para la vivienda. Los créditos a las personas físicas y mipymes estarán sujetos a un ponderador del 75% y los hipotecarios al del 35%. La nueva norma reduce el ponderador actual en 100% (personas físicas) y 50% (hipotecarios).
“El hombre que calculaba”,
un libro eterno
No todos los banqueros argentinos leyeron, seguramente, el libro eterno “El hombre que calculaba”. Publicado en Brasil en 1938, por Julio César de Mello e Souza, bajo el seudónimo Malba Tahan, hace una apología del cálculo aplicado al dinero y a las cosas. Es una novela con problemas algebraicos para resolver. Simbólica, histórica y con mucho de ficción.
Todos los que prestan dinero para cualquier fin hacen su matemática financiera de bolsillo y, los que viven para prestarlo, siguen a los hombres que calculan en Basilea. Los bancos hoy son más centrales informatizadas de álgebra financiera que prestamistas. El Central los supervisa. Todo el sistema financiero mundial coincide que de la incertidumbre de la globalización nacen ecuaciones y cálculos que hacen indiscutible el prestigio de la matemática Y el Central tomó esta idea a nivel argentino y garantiza que el acuerdo con Basilea sea matemático en los bancos.
Acota la insolvencia bancaria con requisitos de capital mínimos. El nuevo régimen que dispuso sobre exigencia de dinero para atender el riesgo de crédito y la integración del capital, rige en las operaciones para con el sector privado y público, inclusive. El Central es como uno de los tantos personajes algebraicos de “El hombre que calculaba”.