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Polarización. A más de un año de la caída de Hosni Mubarak, quien gobernara Egipto por 30 años, la paz no llega al país norafricano. Opositores y oficialistas se enfrentaron ayer a causa de los nuevos poderes que se otorgó anteayer a sí mismo el presidente Mohamed Mursi.
En medio de una creciente polarización, los opositores incendiaron sedes del brazo político de los Hermanos Musulmanes, el movimiento de Mursi, en varias ciudades donde decenas de personas resultaron heridas. Y miles de personas se congregaron en la emblemática plaza Tahrir de El Cairo para protestar contra Mursi, mientras que cientos de sus seguidores le manifestaron su apoyo en el Palacio Presidencial.
Por medio de un decreto, Mursi se puso anteayer por encima del Poder Judicial y dispuso que ningún tribunal ni otra autoridad pueden disolver la polémica Asamblea Constituyente que debe redactar la nueva Carta Magna del país para reemplazar el texto que rige provisoriamente desde la caída de Mubarak. Los miembros cristianos y progresistas de la Asamblea renunciaron al órgano días atrás denunciando el intento de los Hermanos Musulmanes de querer sacar adelante una Constitución que imponga estrictas prácticas islámicas y restrinja las libertades individuales.