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?La política no es para picones?

Sabado, 15 de diciembre de 2012 20:45
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Aunque faltan más de diez meses para las elecciones legislativas de 2013, el Gobierno provincial acelera su campaña, basada fundamentalmente en una estrategia reactiva frente a los problemas que van aflorando en su gestión.

Algunas acciones son evidentes. Ante la disidencia del vicegobernador Andrés Zottos, que se origina en sus personales apetencias y se manifiesta en declaraciones explosivas -como las que pronunció en el caso Buabse-, los medios paraoficiales se esmeraron en poner matices antes de que la sangre llegue al río.

También hubo reconvenciones para el senador oficialista Santiago Payo, quien cuestionó el enroque realizado por el Gobierno al sacarle en el presupuesto a los departamentos del Norte las obras que se proyectan a través del Fondo de Reparación Histórica.

Otra vez, ese millonario Fondo concebido para aumentar las obras de infraestructura en San Martín, Orán y Rivadavia -y no para financiar solapadamente el déficit provincial- vuelve a funcionar como un búmeran.

Urtubey aún no vislumbra un riesgo de fractura en su heterogéneo frente político, pero admite que debe sostener certezas acerca del voto de la ciudadanía.

Los sondeos revelan problemas de fondo que no se resuelven con meros discursos y que inciden con fuerza en el humor de la gente. Tampoco con la “construcción del relato” que supone que en la provincia está todo bien: de que hay obras y todo crece, cuando los números muestran todo lo contrario.

Una de las tensiones proviene de la presión tributaria, que ya afecta el 51 por ciento del ingreso de los salteños. Esto y la inflación son factores determinantes para que la gente opine, como revelan los sondeos encargados por el Gobierno provincial, que las cosas van mal (58%), y que van a seguir igual de mal (17%) o peor (53%).

La inseguridad, la educación pública, el empleo, la situación hospitalaria, la falta de cobertura social y la pobreza son los grandes reclamos que expresan las encuestas.

La campaña aún no está lanzada oficialmente. Por razones legales, no podría estarlo. Sin embargo, las encuestas indican que el 50 por ciento de los entrevistados considera muy importante la elección legislativa y que el 70 por ciento prefiere un legislador que controle al Gobierno.

En cuanto a los nombres, la gente identifica a Juan Carlos Romero, Urtubey (en realidad, se trata de Rodolfo, el hermano mayor que quieren poner de candidato; es casi un desconocido pero el apellido del gobernador está perfectamente identificado), Alfredo Olmedo y Bernardo Biella.

Por ahora es prematuro hablar sobre intención de votos, pero los sondeos no brindan el escenario que el oficialismo quisiera para estar tranquilo.

Aunque diez meses es mucho tiempo y, como decía el histórico dirigente desarrollista Jorge Raúl Decavi, “la política no es para picones”, la reacción de Urtubey parece desmesurada.

El hecho de enviar un emisario vulnerable y de fidelidades alternativas, como Carlos Morello, para mostrar las fotos de Romero pescando en el departamento San Martín, en el río Bermejo, cinco o seis años atrás y con un helicóptero oficial, solo puede ser indicio de temor o bronca.

Si se analiza el escenario político nacional se descubre que el país atraviesa un momento donde debe resolver una transición en el poder o un cambio institucional que prolongue el cuadro actual. No es un problema ajeno a Salta. Las pujas por el poder suelen ser traumáticas y la del año próximo es más que una elección legislativa.

Pero cuando la campaña se plantea en términos de guerra de denuncias en lugar de compulsa entre proyectos, la cancha queda embarrada. Las acusaciones mutuas existen siempre, pero ciertos operativos con tonalidad de servicios de inteligencia son letales para los candidatos, pero, sobre todo, para la democracia.

La provincia debería debatir si prefiere planes de vivienda o soluciones habitacionales; inversiones urbanas o inversiones en infraestructura; paralización o reactivación de la actividad rural.

La agenda, se supone, debería centrarse en la creciente demanda de medidas contra las adicciones, en la amenaza del crimen organizado en las fronteras y en el déficit de la educación pública.

La estrategia del golpe por golpe es riesgosa. Por una parte, tiene un resultado impredecible para quien la pone en práctica; por otra, termina generando conflictos que al ciudadano común le fastidian.

Los datos

  • La estrategia del golpe por golpe tiene un resultado impredecible y genera conflictos que al ciudadano le fastidian.
  • Urtubey no vislumbra riesgo de fractura en su frente, pero debe sostener certezas acerca del voto de la ciudadanía.
  • Sondeos del Gobierno revelan que las cosas van mal (58%), y que van a seguir igual de mal (17%) o peor (53%).

 

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