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24 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Conspiraciones y combates antes de la Batalla de Salta

Sabado, 15 de diciembre de 2012 21:37

Días pasados, en esta misma columna, comentamos los problemas internos surgidos en el seno del Ejército del Norte, luego de la Batalla de Tucumán.

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Días pasados, en esta misma columna, comentamos los problemas internos surgidos en el seno del Ejército del Norte, luego de la Batalla de Tucumán.

Problemas que Belgrano debió afrontar mientras esperaba los refuerzos de Buenos Aires y reorganizaba sus fuerzas. Y mientras el general se ocupaba de estos menesteres, más al norte, en nuestra provincia, sucedían algunos hechos, ya casi olvidados, pero que ahora trataremos de refrescar en el marco del bicentenario de la Batalla de Salta.

Al parecer, la noticia de la victoria de Tucumán llegó a nuestra ciudad el 26 de septiembre de 1812. Y de inmediato comenzaron las conspiraciones. El general Arenales, que hasta entonces había estado escondido en su hacienda de Pampa Grande, bajó al Valle de Lerma y se presentó en Salta con un pequeño ejército de medieros y peones. De inmediato se puso al frente de la resistencia en Salta, donde todavía estaban prisioneros los 80 soldados que los realistas le habían tomado a Díaz Vélez en el combate del Río de las Piedras. Estos también habían comenzado a conspirar alentados por un bravo tucumano de apellido Burgos.

Arenales ingresó a Salta el 28 de septiembre a la madrugada. Cayó por sorpresa sobre los realistas que custodiaban la cárcel y liberó a los patriotas tomados en Las Piedras.

De hecho, Arenales se había transformado en el nuevo gobernador de Salta. Y una de las primeras medidas que tomó fue celebrar con gran pompa la victoria de Tucumán. Lo hizo, quizá, para levantar el alicaído ánimo de los salteños que comenzaban a sentir el peso de la guerra. Para peor, José Moldes, hombre clave en el triunfo de Tucumán, permanecía en aquella ciudad, y Martín Gemes estaba ausente por órdenes superiores.

Arenales fue uno de los pocos que intentó aprovechar en Salta la ausencia realista y organizar la resistencia, pese a ser un militar español perseguido por haber participado en las sublevaciones del Alto Perú en 1809 y 1811.

De las Piedras y Jujuy

Luego de Tucumán, Tristán se retiró por el camino a Salta sin que Belgrano ordenara una persecución a fondo y arrolladora. No lo hizo, pero encomendó a Eustoquio Díaz Vélez que, con sus 600 hombres y los capitanes Cornelio Zelaya y Eustoquio Moldes, hostigaran la retaguardia realista. Esta fuerza no logró dar alcance al ejército de Tristán y quizá por eso, al llegar Díaz Vélez al río Pasaje, cambió de planes. En lugar de seguir tras la retaguardia realista, tal cual lo ordenado por Belgrano, resolvió tomar un atajo para llegar a Salta antes que Tristán. La maniobra no tenía sentido ya que en esa ciudad ya estaba Arenales.

A poco de andar, Díaz Vélez hizo adelantar una fuerza conducida por el capitán Cornelio Zelaya. El 30 de septiembre esta se topó con una partida enemiga en el Río de las Piedras a la que venció luego de un breve entrevero. Siguiendo su derrotero, Zelaya llegó sigilosamente a Salta el 5 de octubre por la cuesta de la Pedrera. Lo hizo por la noche y se quedó en la ciudad dos días, tiempo que aprovechó para renovar cabalgaduras con el apoyo de Apolinario Saravia. Luego de reforzar su partida con 50 salteños, Zelaya, juntamente con Eustoquio Moldes, partió a Jujuy por orden de Díaz Vélez. Debían apoderarse del dinero y las armas que en San Salvador guardaban los realistas.

El 8 de octubre Zelaya se presentó en Jujuy y trató de sorprender al jefe realista Indalecio Socosa, pero este, al tanto de la invasión, lo derrotó. En el frustrado asalto, el capitán Moldes, hermano de José Moldes, perdió el brazo derecho y fue tomado prisionero.

El 9 de octubre, el derrotado Zelaya regresó a Salta y al día siguiente llegó Díaz Vélez, mientras Pío Tristán le pisaba los talones.

Finalmente, antes del 15 de octubre el ejército realista nuevamente ocupó la ciudad de Salta. No encontró resistencia ya que Díaz Vélez, en un acto de cordura, rehusó enfrentar con sus 600 hombres a los 2.500 de Pío Tristán.

A poco, Díaz Vélez regresó a Tucumán, en tanto Arenales permaneció en Salta hasta el 10 diciembre cuando se incorporó al Ejército del Norte en Tucumán.

Tres días después, el 13 de diciembre de 1812, el general Belgrano resolvió abandonar Tucumán y avanzar sobre Salta. Aquí lo esperaba Pío Tristán y una nueva victoria.

Los datos

  • Es tan valiente Tristán que anda sumiendo la cola; se volvió de Tucumán rodando como la bola.
  • El 10 de noviembre de 1812, Belgrano ordenó a Martín Gemes mudarse de Santiago del Estero a Buenos Aires.

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