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El 2013 será un año de intensa actividad fiscal para los argentinos, quienes deben saber y asumir que la cantidad de dinero que el estado cobra en impuestos, proporcionalmente es la más alta del mundo. ¿Más claro?: ninguna nación del mundo paga tantos impuestos al Estado como Argentina. Ni los cubanos, ni los rusos, ni los chinos.
Se invocan muchas razones para justificar la falta de inversión extranjera en Argentina. Inversores alemanes comentaban hace unos días que la inseguridad jurídica y la inestabilidad política tiene solución, pero cuando hacen números y advierten lo que deberán pagar al estado en impuestos, inmediatamente suspenden todo y llevan su dinero a otro país, como Perú y Colombia.
El problema, en 5 pasos:
1. La carga fiscal nacional de Argentina es del 34%, pero al tratarse de un país federal, debemos también mantener a los estados provinciales y los 2.300 municipios. Según la provincia y el municipio donde vivamos, los impuestos provinciales y tasas municipales elevan la carga fiscal entre 5 y 8 puntos, es decir, entre 39 y 42%. Con esto ya superamos a cualquier estado del mundo.
2. La política clientelista y populista del gobierno lo llevó a incorporar miles de desempleados como empleados públicos, pagando sueldos “en negro”. ¿Hay menos desempleados?, sólo en las estadísticas. La “fiesta” se paga con impuestos.
Lo que representa la sobrecarga de empleados públicos para el futuro de Salta es grave. Esto es tarea de los legisladores, quiénes con honrosas 4 o 5 excepciones, sólo saben aplaudir y asentir con la cabeza cuando habla el gobernador. Salta está a pocos pasos de tener más personas dependiendo del estado que contribuyentes activos.
3. Al haber cargado el estado con los desempleados y los carenciados, no tiene dinero para prestar servicios básicos. Las escuelas están destruidas, los hospitales no tienen insumos, los patrulleros no tienen combustible, los docentes no tienen tizas, los médicos no tienen gasas y los policías no tienen balas.
Cuando el gobierno termina de pagar sueldos y subsidios cada principio de mes, las partidas que quedan disponibles son ínfimas. La poca obra pública y tareas de mantenimiento se hacen con fondos nacionales, con venta de activos estatales o con dinero prestado.
4. El cuarto problema es que los salarios y los subsidios no pueden dejar de pagarse o se produce un caos social. Pero deben aumentarse para no ser consumidos por la inflación. No hace mucho tiempo, Salta pagaba $2.000 millones de salarios públicos por año. En 2013, entre salarios y subsidios pagará unos $9.000 millones.
se dinero saldrá de su bolsillo estimado lector. 5. El quinto problema pasa por la estructura tributaria argentina. Parte de los impuestos que usted paga al estado surgen de sus propios ingresos. Si tiene muchos ingresos paga mucho y si bajan sus ingresos baja el impuesto. Pero otra parte es fija. El contribuyente debe pagarla tenga o no ingresos.
Los países desarrollados presentan una estructura tributaria con base fija baja y una mayor parte de la carga fiscal proporcionada a los ingresos del contribuyente. Argentina, especialmente sus provincias, posee estructuras tributarias de base fija alta. De manera que un comerciante, un profesional y un industrial, por el simple hecho de “salir a trabajar cada día” afrontan una importante carga fiscal. Les vaya bien o mal. Un estudio privado advierte que si Ud. es comerciante, profesional o industrial por cada 100 pesos que cobre 55 son para el gobierno, pero de esos 55 pesos, 30 los tiene que pagar gane o pierda con su actividad. Sólo por estar “inscripto”.
Como el año entrante será recesivo, la pregunta es de donde sacarán ese dinero los contribuyentes.
No hace mucho los funcionarios nacionales crearon un sistema de multas entre ciudadanos. El contribuyente que no informa las operaciones que conoce de otro, es sancionado. Las multas son fuertes.
En la obra maestra “El Principito”, Antoine Saint-Exupéry presenta el siguiente diálogo entre el Principito y un rey: “Quisiera ver una puesta de sol, ordénele al sol ocultarse”, solicita el Principito. El rey replica: “Si ordenara a un general volar de una flor a otra como una mariposa, o escribir una tragedia, o convertirse en ave marina, y si el general no ejecutara la orden recibida, ¿quién estaría en falta, él o yo?”. “Sería usted”, dice el Principito. “Exacto. Debe exigirse de cada uno lo que cada uno puede dar”, prosiguió el rey. “La autoridad se fundamenta en primer lugar en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, hará la revolución. Yo tengo el derecho de exigir obediencia porque mis órdenes son razonables”. El Principito advierte al Rey: “la autoridad de alguien llega hasta donde tolera la sumisión de otro”. ¿Dónde está el límite de la tolerancia del pueblo argentino?.