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26 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Desamparado ¿Es amado, Boudou, o solo soportado?

Domingo, 01 de abril de 2012 16:24
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­Qué de contradicciones, compañeros! ­Cuánta media tinta! ¿Lo quieren o no lo quieren? ¿O lo quieren hasta por ahí nomás? ¿Confían en él, o más o menos? ¿Hay dudas al respecto?

Estos muchachos, funcionarios y legisladores kirchneristas se muestran muy cautos, prudentes son, cuando de comprometerse en la defensa de un colega sospechado y sospechoso se trata. ­No se tiran a la pileta sin antes tomar recaudos! Veamos, si no.

Tenemos el caso del señor vicepresidente de la Nación, Amado “Aimé” Boudou, quien está siendo investigado por la Justicia por supuestos intentos de favorecer a la imprenta Ciccone Calcográfica, en su resurgimiento, en la que tendría ciertos intereses.

Por esa situación, la señora Cristina estaría padeciendo jaquecas.

Pero Boudou no está solo, sin contar a su novia Agustina. Sin ir más lejos, el ministro del Interior, Florencio Randazo, salió en su defensa declarando que cree en su “honestidad y buena fe”.

Pero, aclaró el ministro, “uno no puede poner las manos en el fuego por nadie”. Con ello dejó picando la duda: cree que Boudou es honesto, ¿pero sin exagerar?

Suspicacias

Como lo dicho por Randazzo abrió puertas a las suspicacias, allegados a don Florencio trataron de mejorar las cosas. Aseguraron que el vicepresidente dijo que “no pone las manos en el fuego por nadie, porque uno no las puede poner por nadie, salvo por los hijos o por la madre”. Como copiado de un tango, ¿verdad?

Recordamos que allá, por la década del '90, se popularizó una canción, “El pelo en la leche”, cuya letra rezaba: “Las manos en el fuego / siempre se quemarán. / La leche tiene un pelo, / seguro lo verás. / Hay manzanas que se pudren, / pero algunas se pueden rescatar”. Letra que reproducimos sin segundas intenciones, solamente a título informativo.

Y no faltó el infaltable, ahora senador, Aníbal Fernández, que aportó su granito de arena en la defensa de Aimé. “Creo ciegamente en Boudou”, expresó. Pero advirtió que él tampoco pone sus manos en el fuego porque, confesó, “a mí me enseñó Néstor Kirchner a no poner las manos en el fuego por nadie”. ­Eso es disciplina partidaria!

­Es como un carrusel, todos dan vueltas al compás de la misma musiquita! Y ahí queda Amado Boudou, sin saber si lo quieren poco o nada, si confían o no en él.

Y decimos eso porque “poner las manos en el fuego” significa ser capaz de empeñar la palabra, comprometer sus pertenencias y hasta su propia persona, para garantizar, sin condiciones, la honestidad y valía de alguien.

“Poner las manos en el fuego” es afirmar que se confía tanto en alguien que se arriesgaría cualquier cosa para garantizar su fiabilidad.

Y, por lo que vemos, el vicepresidente de la Nación no goza de la entera confianza de sus compañeros. Por un lado dicen que confían en él, pero no corren riesgos porque íntimamente saben que ni con Pancután, ni trajes de amianto, saldrán indemnes de la hoguera.

Y, al fin, ¿Boudou es amado, o simplemente soportado?

Como fuese, este orsai, bien tostado, es para todos ellos.

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