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Dario Arias, abogado especialista en derecho minero
El 51% de las acciones (derechos políticos y económicos) de YPF, la principal empresa petrolera del país, será de propiedad del Estado nacional (en un 51%) y de las provincias productoras (un 49% a repartirse de acuerdo a las reservas y producción de las mismas).
Ríos de tinta ya se han escrito en los últimos días en medios masivos y especializados sobre el tema. La “nacionalización” de una petrolera no es noticia de todos los días, y ha levantado polvareda en todos los rincones del planeta.
Basándome en el todavía proyecto de ley girado por el PE al Senado, me permito exponer algunas precisiones e indicar algunas opiniones al respecto:
1. Los estados tienen el derecho de decidir sobre el futuro de los recursos naturales de los que son propietarios originarios (conf. Resolución 1803 (XVII) de la Asamblea de la ONU del 14 de diciembre de 1962 sobre la “Soberanía Permanente sobre los Recursos Naturales”, Constitución Nacional, Arts. 17; 41; etc. Código Civil, Arts. 2339; 2342; 2518, etc., entre otros). Eso no está en discusión. Lo que se debatirá de ahora en más es el cálculo y pago de la indemnización a los anteriores propietarios, privados de sus derechos por una ley de utilidad pública. Aquella deberá ser oportuna e íntegra y de acuerdo al derecho internacional.
2. El desplazamiento de Repsol de la participación accionaria que ahora estará en manos del Estado nacional y provincias, lamentablemente no solucionará automáticamente (ni en el corto plazo) el problema de fondo (la falta de seguridad energética actual) ni un cambio en la balanza comercial (hoy con signo negativo en término de importación de combustibles) por las características propias de la industria hidrocarburífera, aún cuando todas las ganancias se reinviertan. Lo que faltan son reservas y producción, no empresas. Desde que comienzan los trabajos exploratorios, hasta que un campo entra en producción, pueden pasar varios años;
3. La expropiación constituye una medida que provocará en el corto plazo una disminución de las inversiones internacionales (precisamente necesarias para el desarrollo de los hidrocarburos), que acarreará, además, un encarecimiento de los fondos que se obtengan.
4. A pesar de la medida, los argentinos deberemos seguir soportando el alto costo de importar hidrocarburos a precios mucho mayores a los que se pagan en el mercado doméstico y de los subsidios a la energía, los que necesariamente deben reducirse progresivamente;
5. A pesar de los interrogantes que planteábamos al principio, por lo menos es positivo que se busque mantener a la empresa como una sociedad anónima, y que no se pretenda administrarla como una empresa pública. En Sudamérica tenemos espejos en los que mirarnos, y ojalá la nueva YPF pueda convertirse en otra Petrobras (Brasil), Ecopetrol (Colombia) o ENAP (Chile), que se caracterizan por su exitoso management. Manejar una empresa petrolera no es soplar y hacer botellas, y los niveles de dinero involucrados en su operación pueden ser inmensos (grandes tentaciones para el descontrol y corrupción). Es imperioso impedir que la empresa no se convierta en otra Aerolíneas;
6. Argentina cuenta con inmensas reservas de gas “no convencional” (como el campo Vaca Muerta en Neuquén y otros). Su desarrollo podría cambiar drásticamente (para bien) es escenario energético nacional. De hecho, mientras la producción de YPF caía en 2011 otras empresas (Total y Apache) registraron aumentos de producción proveniente de fuentes no convencionales.
7. El artículo 16 del proyecto de ley expresa que “la gestión de los derechos accionarios correspondientes a las acciones sujetas a expropiación, se efectuará con arreglo a los siguientes principios: (a) b) la administración de YPF SA conforme a las mejores prácticas de la industria y del gobierno corporativo, preservando los intereses de sus accionistas y generando valor para ellos; c) el gerenciamiento de YPF SA a través de una gestión profesionalizada.
8. Queda todavía por aclarar el rol de Enarsa, y Remsa SA será quien corporice la participación de Salta en YPF.