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Una compañía sola no explica la crisis energética

Miércoles, 18 de abril de 2012 21:48
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José M. Echagüe, Quantum Finanzas

ás allá de las motivaciones políticas o ideológicas, en la expropiación de YPF convergen prácticamente todas las vulnerabilidades que vino exhibiendo la dinámica reciente de Argentina. Las dos más claras están vinculadas al desempeño del sector externo y sector fiscal. No está claro aún en qué forma las resuelve esta medida.

La expropiación se realiza desprovista de indicaciones de cómo se piensa abordar de aquí en más la crisis energética. Y en este sentido, lejos de despejar las dudas previas, las refuerzan. Además, tampoco está claro cómo se financiará no sólo el ingreso del Estado a la compañía -que, juicios mediante, puede demorarse años-, sino, y más importante, las inversiones que demandará la reversión de la crisis energética actual.

Siendo el principal actor del sector energético, YPF no es el único. La compañía explica el 34% de la producción de petróleo, el 54% de la refinación y el 23% de la producción de gas. Entre 2008 y 2011, 8 de las 10 compañías más grandes registraron caídas en la producción de petróleo, mientras que 9 de 10 registraron caídas en la producción de gas. Durante ese período, la caída de la producción de petróleo fue 9% y la de gas del 10%. El deterioro energético no puede atribuirse al funcionamiento de una sola compañía. Desde hace años se verifica que existe una oferta que decrece y una demanda exacerbada.

Es altamente probable que en el corto plazo la expropiación de YPF traiga cierto alivio en términos externos y fiscales. Se trata de una empresa rentable, que puede generar resultados de caja del orden de los USD 1.000 a 1.500 millones para 2012 y 2013 sin alterar las inversiones previstas.

Hay indicios de que el gobierno pretende que YPF se haga cargo de parte del costo de las importaciones. Esto representa un alivio para la las cuentas fiscales. Desde el punto de vista externo, con menores resultados y expropiación mediante, también se reduce el giro de utilidades al exterior.

Sin embargo, la velocidad promedio del deterioro del balance comercial energético en los últimos 3 años supera los U$D 3.000 millones por año. Aún estabilizándose, el nivel del déficit a revertir supera los U$D 10.000 millones en 2012. A los U$D 500-750 millones que eventualmente podría apropiarse el gobierno se le oponen subsidios por U$D 11.100 millones. Al declarar que “es necesario que los objetivos de YPF estén en línea con los objetivos de la Argentina y el modelo de desarrollo que tiene” el gobierno está diciendo que la señal de precios no será el vehículo para lograr las inversiones. De esta forma, deja en claro que las implicancias más importantes de su ingreso a YPF estarán vinculadas a los cambios que impulsará en la forma en que se distribuye la renta petrolera.

 

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