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Una mujer, identificada como Angélica María de Marche (30), fue hallada sin vida el pasado domingo, al mediodía, en el interior del canal 16 de Septiembre, ubicado en el corazón del denominado Bajo Chico, de Villa San Antonio, a pocos metros de la calle Juan Carlos Dávalos.
El lamentable hecho fue denunciado al mediodía del mismo domingo mediante un llamado anónimo al Servicio de Emergencias 911, en el que se informaba que numerosos transeúntes observaban el cadáver de una mujer que yacía en el fondo del cauce.
De inmediato, los efectivos se dirigieron a la zona, que se encontraba repleta de curiosos. El cuerpo de la víctima yacía boca arriba y con los pantalones bajos.
Momentos después, arribaron agentes sanitarios y constataron que la mujer, que no poseía signos vitales y presentaba rasgos de haber sido víctima de una brutal agresión.
El médico forense, Luis Cayo, afirmó que la joven perdió la vida a causa de asfixia por estrangulación.
Por órdenes del juez de Instrucción Formal 1, Martín Pérez, tres hombres fueron detenidos, entre ellos, el concubino de la víctima identificado como Martín Miguel Fernández (47), quien hace dos días había salido en libertad, tras haber sido denunciado por violencia familiar.
Era adicta al paco
En diálogo con El Tribuno, una mujer identificada como Norma, quien dijo haber sido muy allegada a Angélica María de Marche, dijo que ella era adicta a las sustancias ilegales. “Fumaba pasta base de cocaína casi siempre. Cuando se peleaba con su marido, venía a El Bajo y él la corría hasta que le pegaba. Eso pasaba siempre”, dijo.
Además, Norma comentó: “A veces era bocona y le tiraba broncas a todos, pero solo pasaba cuando estaba ‘pipeada’. Acá en la villa entra cualquiera y nadie respeta a nadie. La noche da para muchas cosas y la oscuridad te gana”, aseguró, cuando fue consultada por si tenía sospechas sobre quién podría ser él o los supuestos atacantes.
Por otra parte, se supo que los brigadistas se encuentran a cargo de la pesquisa y que, más allá de los primeros detenidos, tienen en la mira a los habitués de un aguantadero al que solía concurrir la víctima.