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El impuesto a las ganancias de los trabajadores lo paga toda la sociedad

Sabado, 30 de junio de 2012 20:31
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Se ha afirmado, recientemente, que el impuesto a las ganancias afecta solo al 19% de los trabajadores registrados. Es una verdad relativa. En 2007, según la AFIP, pagaron ganancias 651.000 personas. ¿Qué pasó en el medio? En ese lapso la inflación fue de 147% y el mínimo no imponible, es decir a partir de qué sueldo se debe pagar el tributo, subió solo el 73%.
Pero, además el Gobierno mantuvo congelados desde el 2000 las escalas salariales y las alícuotas sobre las que se calcula el impuesto.
En un contexto inflacionario como el nuestro, los sueldos han aumentado entre el 20 y el 30% anual para mantener el poder adquisitivo. Las subas salariales para muchos trabajadores argentinos terminaron yendo a parar, en parte, a las arcas del Estado nacional vía el impuesto a las ganancias que, en su origen, estaba pensado para ser tributado por personal jerárquico. Resultado: los trabajadores que no pagaban, ahora tributan y los que ya lo hacían deben destinar un monto mayor de sus ingresos a este impuesto.
Afirmar que solo tributa el 19 por ciento de los trabajadores es un análisis parcial de los efectos que este impuesto tiene sobre la economía argentina. Hay otras consecuencias no queridas que terminan afectando a la sociedad en su conjunto.
Así como la inflación se ha vuelto una variable fundamental en la negociación salarial, la mayor carga del impuesto a las ganancias también se ha colado en las paritarias: previendo que una creciente porción del aumento no irá a su bolsillo, sino a pagar impuestos, el trabajador exige una tasa de incremento mayor.
Así sucede en importantes sectores como el del transporte, que atraviesa transversalmente a toda la economía. Los mayores costos laborales para las empresas de cargas -que se realiza casi en su totalidad por camiones- terminan trasladándose al precio del transporte y, en consecuencia, a los productos, lo que a su vez acelera la inflación, genera nuevas pujas salariales y aumentos de precios. Caemos así en un círculo vicioso, en una espiral inflacionaria que termina dañando el poder de consumo de todos los argentinos, afecta al mercado interno y la competitividad de nuestra industria nacional. Por esta razón, el pasado 14 de junio presentamos en el Congreso Nacional junto con el senador Juan Carlos Romero un proyecto de ley que actualiza tanto el mínimo no imponible como la escala de ingresos del impuesto a las ganancias. La iniciativa prevé, asimismo, una actualización automática de estos valores, en función de la evolución de la inflación y los salarios, con el fin de evitar que circunstancias como las actuales vuelvan a repetirse en el futuro. En resumen, la problemática del impuesto a las ganancias no debe interpretarse solo como una puja política o un mero reclamo gremial. Debe ser abordada con responsabilidad, en el entendimiento de que se trata de un tributo que afecta de manera directa e indirecta a la sociedad en su conjunto.
 

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