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Democracia, regreso con nuevas divisiones

Lunes, 16 de julio de 2012 01:27
En 2003, con la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia, Moyano asumió personalmente la conducción cegetista.

El final de la dictadura en 1983 propició una reunificación de la central sindical bajo el mando del líder del gremio de los cerveceros Saúl Ubaldini, aunque no duró mucho.

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En 2003, con la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia, Moyano asumió personalmente la conducción cegetista.

El final de la dictadura en 1983 propició una reunificación de la central sindical bajo el mando del líder del gremio de los cerveceros Saúl Ubaldini, aunque no duró mucho.

Sin embargo, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, Ubaldini se dio el lujo de hacerle 13 paros al mandatario radical en lo que se conoce como una muestra del creciente poder de la CGT tras los oscuros años de la dictadura.

Para 1989, en el inicio del primer gobierno de Carlos Saúl Menem, la central obrera se fragmentó, una vez más, entre oficialistas y opositores. En el primer bando estaban Barrionuevo y los “gordos” (Comercio, Uocra, Luz y Fuerza, Sanidad, UPCN). En el segundo estaba Hugo Moyano, con el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA).

Una nueva división de la CGT se produjo el 16 de marzo de 2000: la oficial y la disidente.

La primera, liderada por Rodolfo Daer, y la segunda, por Moyano. Ese año se caracterizó por una seguidilla de huelgas nacionales contra el gobierno de Fernando de la Rúa, que a poco de asumir ya mostraba signos de agotamiento.

El 5 de mayo se produjo la primera huelga general, repitiéndose las medidas, el 9 de junio y los días 23 y 24 de noviembre. La cuarta huelga general ocurrió el 21 de marzo de 2001. El movimiento de piqueteros, desempleados apoyados por la CTA, comenzó a hacerse frecuente, cortando rutas e impidiendo la libre circulación.

El fin del gobierno de De la Rúa y la salida de la convertibilidad fueron el corolario de una crisis que fue cocinándose durante años. Y en ese contexto, la CGT logró nuevamente la unificación.

En 2002 asumió la conducción un triunvirato integrado por Hugo Moyano (Camioneros), Susana Rueda (Sanidad) y José Luis Lingieri (Obras Sanitarias).

Al año siguiente, con la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia, Moyano asumió personalmente la conducción cegetista, con lo que se afianzó el liderazgo y el poder del líder camionero al frente de la central sindical.

La última escisión se produjo en 2008, cuando Luis Barrionuevo decidió salir de la CGT moyanista y crear la CGT Azul y Blanca, opositora al kirchnerismo.

Cuando el 3 de octubre de este año el sector antimoyanista realice su congreso y elija a su secretario general, la principal central obrera de la Argentina tendrá tres representaciones, un hecho inédito en la historia del sindicalismo argentino, que demuestra que lejos de la defensa de los derechos de los trabajadores, en la CGT prevalece la disputa de poder y los objetivos políticos de sus dirigentes.

Así la Confederación General del Trabajo, con sus idas y vueltas, sus héroes y mártires, sus cambios de conducción sus adaptaciones a las diferente coyunturas económicas y políticas en sintonía con los diferentes gobiernos, tuvo siempre un papel preponderante en la vida institucional argentina.

Habrá que ver ahora cómo serán los cambio que propondrán los líderes electos y propuestos que por estos tiempos buscan darle un perfil protagónico al histórico movimiento sindical argentino.

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