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El juicio por la megacausa de la UNSa se reanudó ayer con el testimonio de otra víctima de secuestro, torturas y vejámenes, días después del golpe de Estado de 1976. Aldo Víctor Bellandi fue privado ilegítimamente de su libertad desde su domicilio ubicado en el barrio Santa Lucía por un grupo de personas que formaban parte de un operativo integrado por fuerzas policiales. Estuvo preso en la Central de la Policía, en el predio del Ejército y en la cárcel de Villa Las Rosas.
El hombre permaneció desaparecido por el lapso de un año, ya que a su familia se le negó todo tipo de información relacionada con su paradero. Bellandi relató ayer al Tribunal Oral Federal el calvario que tuvo que soportar. “Nunca me explicaron por qué me hicieron esto, pero parece que el odio venía porque fui funcionario de la gestión del doctor Miguel Ragone”, expresó. Dijo que las sesiones de tortura empezaron en la Central de Policía y que se multiplicaron cuando lo llevaron al Ejército. “El día que me trasladaron a la cárcel no me podía mover de tanta picana que me dieron en los testículos, en las encías y las trompadas en el cuerpo”, recordó.
Entre los torturadores de la policía citó al comisario Misael Sánchez (f). Su hermana Ana María Bellandi brindó un testimonio cargado de emotividad al recordar todo lo que tuvo que hacer para localizarlo. “En la policía me humillaban, porque cada vez que iba a preguntar por mi hermano me decían cualquier cosa”, aseguró. Afirmó que ella sufría por su madre, quien todos los días le preguntaba dónde estaba Aldo. “Yo le mentía a mi madrecita diciéndole que ya va a salir y me partía el alma con solo pensar que lo hubieran muerto”, contó emocionada. Explicó que después de tanto andar pudo entrevistar al imputado Carlos Alberto Mulhall, entonces jefe de la Guarnición Ejército Salta. “Parece que lo conmoví cuando le dije que mi madre estaba sufriendo; habló por teléfono y me confirmó que mi hermano estaba en la cárcel y que no lo iban a matar”.
Asunción Banegas, la esposa de Bellandi, también brindó un testimonio de alto voltaje. Recordó que para detener a su cónyuge la policía montó un impresionate operativo del que participaron alrededor de 20 vehículos. “Mientras detenían a mi marido, a mí me llevaron a un dormitorio, me pusieron contra la pared y me desnudaron”, declaró. Dijo que en esas circunstancia fue objeto de manoseos en sus partes íntimas y de burla por parte de los depravados.