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A Sergio Fasola prefiere no le gusta hablar de su obra porque prefiere que sean sus imágenes las que hablen por él, sin embargo de su exposición “Ser argentino, una pasión” sostiene que es un reflejo de lo cotidiano. Las obras están colgadas en el primer piso del Museo de Arte Contemporáneo.
“Sin aparecer en las fotos me autoretrato. "Soy un gordo que va al gimnasio y cuando salgo de ahí me como una pizza y me tomo un porrón, pero voy al gimnasio a ver si puedo bajar un par de kilos'. Creo que todo es así”, adelanta Fasola.
En una especie de pintura sin pinceles ni materia licuada y esparcida, el expositor crea sus trabajos bajo la sombra conceptual del Manierismo italiano de finales del renacimiento; lo trae a la inmediata actualidad resemantizando cada situación, alterando el sentido y razón de ser de cada imagen fotografiada e incorporada al montaje. La creación artística se encabalga en el maduro oficio exhibido y en la multiplicidad de personajes primarios y secundarios que son convocados en cada “escenario” de brillante superficie para mostrarse, ilustrar un concepto predeterminado y provocar alguna respuesta.
La ironía, con ciertos matices de juego mordaz y socarrón planea en toda la colección. Es el punto de partida conceptual y fáctico del autor. Responde en este hacer al rol esencial del fotógrafo que captura aquello que le importa, visualmente hablando, lo reelabora y lo carga de intencionada expresión. La vibración cromática, la luminosidad refulgente hacen su aporte plástico en tanto lenguaje de la imagen, mientras que los hechos y las situaciones, cargadas de sentido e intención definen cada obra en sí misma.