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En un partido que tuvo todos los ingredientes emotivos, River Plate mostró progresos en su juego colectivo y le ganó por 3 a 2 a Tigre, que luchó hasta el final.
El gol tempranero de Villalva, a los 10 minutos, no fue producto de la superioridad de River sino, más bien, del juego abierto que propusieron ambos en el inicio. La vocación ofensiva expuesta por uno y otro en ese comienzo le dio dinamismo al partido, pero evidenció a la vez los problemas de ambos en el relevo defensivo. Y así pudo moverse cómodamente Rogelio Funes Mori en el área de Tigre, cinco minutos más tarde, antes de mandar un centro preciso para que Carlos Sánchez, de cabeza, anotara el 2 a 0.
Pero River, aún con la ventaja, conservó los errores originales. Y Tigre descontó, a través de Lucas Orban (un cabezazo a la carrera tras un buen centro de Pérez García). La sucesión de emociones en los arcos declinó luego de esos 20 minutos iniciales.
Una excelente jugada de Funes Mori le permitió a los de Almeyda volver a sacar dos de diferencia a los 22 segundos del complemento. El Mellizo desbordó por derecha, envió el centro, recuperó el rebote y habilitó a Lanzini para el 3 a 1. Otra vez, el gol no era fruto de la superioridad sino de la búsqueda.
Tigre sintió el golpe y pareció quedarse sin respuestas. Pero Barovero, el arquero contratado para solucionar buena parte de los inconvenientes defensivos del millonario, salió a cortar muy lejos un centro, perdió la pelota en la caída y la dejó servida para la definición de Diego Ftacla. River se ordenó, fue más prolijo en el armado de sus líneas y ya no pasó sobresaltos. Todavía más: lo pudo liquidar con un remate del Chino Luna que reventó el travesaño. Hubiese sido el mejor final.