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El cacerolazo del jueves 13 de septiembre, si bien es un signo de madurez cívica, seguirá con una pata renga mientras no aparezca un líder que congregue al pueblo para las próximas elecciones. De lo contrario, todos los cacerolazos que se realicen, no pasarán de ser fuegos artificiales, meros espejismos. Porque quienes nos gobiernan, están en la clásica postura del que no escucha porque no quiere y no porque no puede. Distinto sería todo si ya se avizorara la cabeza de una oposición competitiva, idónea, tenaz, confiable y promocional. Entonces sí, cada manifestación masiva del pueblo, será una bomba de estruendo en los oídos del gobierno.
Daniel E. Chávez
Ciudad