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Salta, provincia multilingüe

Lunes, 03 de septiembre de 2012 21:23
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 Salta bien podría ser un país aparte, quizá juntamente con el Norte Grande. Creo que, aunque veladamente, ese era el sueño de don Roberto Romero y aún lo es de muchos habitantes del noroeste argentino. Tenemos todas las condiciones para serlo: riquezas naturales incalculables, todos los climas, fronteras con tres países, bellezas que atraen al turismo y muchas otras, que convierten a la región en un paraíso terrenal. Por si esto fuera poco, existe una diversidad cultural que mezcla lo rioplatense con lo andino; lo americano con lo español; lo ancestral con lo moderno; lo autóctono con lo de afuera. Además, hay una pluralidad lingüística tal que muy pocas regiones del país pueden compararse con ella en cuanto a la cantidad de lenguas vivas que aquí se hablan. Sin embargo, ante todo somos argentinos, aunque aún no podemos despegarnos del centralismo porteño que ahoga sistemáticamente el federalismo.

Pero hablando de lenguas que se hablan en Salta, traigo a colación un breve artículo que publicó El Tribuno el 18 de agosto pasado: “Las lenguas más habladas”. Allí se cita a Julia Zigarán, exprofesora de la UNSa y mi compañera, hace varios años, como auxiliar en la Cátedra de Historia de la Lengua Española, a cargo entonces del Lic. Vicente Pérez Sáez. En el artículo Julia afirma que las lenguas originarias habladas en Salta son el wichi, guaraní, chané, tapiete, chorote, chulupí, toba y quechua.

“Algunos inmigrantes bolivianos -ilustra más aún la entrevistada- incluso hablan aimara. La más hablada es wichi. Su lengua y cultura mantienen una gran vitalidad. Luego sigue la guaraní”. Dice que ya no quedan comunidades aborígenes monolingües en la provincia. Hasta los más ancianos entienden y hablan un poco de español, debido al contacto que tienen con las generaciones más jóvenes, que han aprendido el castellano en el sistema educativo. Pero también, gracias a los medios de comunicación masiva. Sostiene, asimismo, que la creación de profesorados bilingües es muy necesaria para salvar las dificultades del aprendizaje que tienen los alumnos de escuelas de ambas lenguas, sobre todo en la comprensión lectora en español.

La dolorosa realidad

Es evidente que esta realidad no nació en los últimos años. Lo real es la negación, en la práctica, que se tuvo desde siempre respecto a las lenguas originarias que existieron en el espectro provincial. Esta negación, a su vez, se debió al no reconocimiento, de hecho, de los integrantes de las diversas etnias -sobre todo en el norte provincial y en el Chaco- como ciudadanos argentinos con todos sus derechos. Por más que en la actualidad se registra el reconocimiento de estos salteños como tales, en los hechos continúan siendo unos parias puesto que no se les otorga una integración total a la comunidad. No tienen real acceso a los servicios de salud (hay, entre ellos, un gran índice de desnutrición); no se respeta en forma total su derecho a la educación, a la vivienda, a una vida digna. Al contrario: vienen peleando desde antaño por sus tierras y lugares ancestrales, de los que fueron expoliados sistemáticamente.

Se han creado oficinas, ministerios, secretarías y toda una generosa burocracia, gracias a la cual muchos viven (y unos pocos se enriquecen), mientras que los aborígenes siguen muriendo debido a sus males irresueltos. Su realidad convive con una parafernalia de prédicas folclóricas y de folletería turística “for export”, quedando todo ello en una mera expresión de deseos sistemáticamente incumplidos.

El plurilingüismo

Un valorable puente de comunicación tendido entre el castellano y los idiomas chorote, wichi y guaraní, es el libro del médico especialista Carlos Morales Peña, “Diálogos sobre salud en idiomas aborígenes” (2009) que, con un verdadero criterio de servicio y solidaridad, se ha acercado al mundo de pueblos originarios con el objeto de que conozcan los problemas propios de su salud y enriquezcan su rica cultura con los avances de la medicina.

A la vez, estoy convencido de que también esa cultura ha enriquecido la experiencia occidental con aportes valiosos. Esta es la forma (no declamativa y folclórica) de brindar, a nuestros aborígenes, el apoyo que necesitan para lograr la verdadera integración. Es deseable que, poco a poco, se haga realidad en todos los órdenes de la vida.

Y lo importante de todo esto es hacerlo a partir de la lengua, imprescindible puente de un efectivo acercamiento a las complejas realidades que están viviendo, en un aislamiento casi total, los pueblos originarios. De allí que esta política comience a fraguarse a partir de las lenguas aborígenes y el castellano, creando el necesario camino de la comprensión.

Comunidades bilingües

La página oficial http://www.portaldesalta.gov.ar/ brinda algunos datos muy interesantes respecto de esas comunidades. En primer lugar, define a Salta como una de las provincias más habitadas por pueblos originarios, los cuales se ubican en dos zonas: la andina, habitada por los kollas, descendientes del kollasuyo, una de las cuatro grandes regiones del incario, cuyas lenguas son el quechua y el aimara. Hoy las hablan inmigrantes que vienen de Bolivia y se radican aquí.

La segunda zona es la región de la selva y del Chaco salteño. En ella están: los ava-guaraní (unas 21000 personas), la mayoría; los chané (1500); los tapiete (700).

Estos grupos hablan guaraní. Los ava-guaraní, llamados también chaguancos o chiriguanos, se han ubicado a lo largo de la ruta 34; no son originarios: proceden de países limítrofes y han emigrado por motivos laborales o como refugiados de guerra.

En cambio, las comunidades del Chaco albergan a los wichi, tapietes, chorotes, chulupíes y tobas, que son los principales pueblos aborígenes originarios de la zona.

En síntesis, según Zigarán, las lenguas habladas en esta región, incluyendo el español son alrededor de una decena, lo que ubicaría a la provincia de Salta en el primer lugar en cuanto a cantidad de lenguas habladas.

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