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¡Buenos días, Vietnam!

Martes, 15 de enero de 2013 22:17
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Sería desaprovechar una gran ocasión, me dije, no escribir una nota sobre Vietnam, tan lejano de nosotros, cuando el centro de atención de buena parte de los argentinos observa a Oriente, con motivo de la visita presidencial de Cristina Kirchner. Sería, para un periodista, como compartir, de pura suerte nomás, la misma fila de asientos en un avión con Carlos Slim, el hombre más rico del mundo, y no intentar durante el largo trayecto un reportaje sobre la economía mundial.

Por eso, después de haber estado en la excolonia francesa hace pocos años, es que decidí escribir esta nota. Llegué desde Bangkok a través de Thai, la línea aérea tailandesa, y mis primeras sorpresas fueron en el mismo aeropuerto, observando a través de la minúscula ventanilla.

Llegaba con cierto temor a este viejo-nuevo país, castigado por decenas y decenas de guerras. Pero mis resquemores se fueron achicando rápidamente. Es que, para mi asombro, el aeropuerto presentaba un aspecto monumental para un país que convivió mucho tiempo con la guerra. Había obtenido la visa en Buenos Aires, fácilmente y pagando solo 30 dólares, pero luego resultó ser apenas un elemento de adorno pues el policía que me atendió apenas si la miró y mostró una sonrisa muy grande al comprobar que alguien llegara de un país tan lejano.

Una de las primeras cosas que vi fue el poderío de la Vietnam Airlines, ahora integrante del Sky Team, con modernos aviones Boeing y una flota superior a los 110 aparatos. Luego de la cálida atención en el ingreso, hice lo que casi todos hacen: como tenía poco equipaje, tomé una moto-taxi que por apenas 4 dólares me llevó hasta el hotel.

La admiración iba creciendo rápidamente porque el paisaje y la multitud -que copa las calles de todo Vietnam, con 90 millones de habitantes- era indescriptible. Por aquí, por todas partes, negocios de todo tipo, gente ofreciendo verduras o artículos importados de China. Es decir, la contracara de otro país comunista como es Cuba. El cartel en el aeropuerto dice “República Socialista de Vietnam”, pero más allá de que el gobierno conserva en sus manos los grandes centros de producción y comunicación, lo del socialismo en Vietnam queda muy lejos de lo que supimos entender como marxismo.

El cine y la realidad

Para los amantes del cine, en especial para quienes cumplieron más de 45 años, el título de esta crónica es fácilmente deducible. Viene de la gran película estadounidense que en 1987 interpretara Robbin Williams y que se desarrolló en Saigón, que en idioma camboyano significa Ciudad Salvaje. Williams representaba en ese filme a un conductor de radio e integrante de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, en guerra contra el país de Indochina.

La música, genial, era “Un mundo maravilloso”, de Louis Armstrong, que aparecía una y otra vez de trasfondo como una suave melodía. Williams hacía de conductor y su transmisión estaba dirigida a animar a la tropa de 500 mil soldados, actuación que Williams realizó en forma memorable.

La guerra contra EEUU

Los vietnamitas, entonces muy pobres, ya sabían de belicismo. Es que habían luchado denodadamente para expulsar a los franceses que pretendían mantenerse allí, después de décadas. Esa zona del mundo, sin segundas intenciones, era una provincia gala que se llamaba Cochinchina.

La primera potencia mundial decidió apoyar a Francia en su pretensión y entrar, primero tímidamente y luego sin vueltas, en la guerra. La Cochinchina era lo que luego se llamó Vietnam del Sur, que con el apoyo de Francia y Estados Unidos luchó durante 14 años contra las guerrillas y el ejército improvisado de Vietnam del Norte. La derrota estadounidense, la primera que sufrió en su historia, se concretó el 30 de abril de 1975, luego de que el Congreso, en Washington, prohibiera la reanudación de la invasión y el embajador en Saigón partiera en el último helicóptero, llevando la bandera de su país plegada debajo del brazo.

Un periodista de El Mundo de Madrid, corresponsal de guerra en ese terreno, señalaba por aquel entonces que hasta un hijo del diplomático formó parte de los 55 mil muertos que dejó la guerra. Fernando Mugica, de él se trataba el redactor, apuntó que otros 300 mil soldados estadounidenses resultaron heridos, en una guerra que fue antipopular incluso dentro de la patria invasora.

Tan impopular que mereció el repudio de muchos, que veían en el lanzamiento de armas químicas, como el napalm, un crimen inadmisible.

Ayer Saigón, hoy Ho Chi Minh

Al final de la guerra la ciudad cambió una vez más de nombre. Se llama desde entonces Ho Chi Minh, en recuerdo del poeta, político y luego presidente del Partido Comunista, educado bajo el régimen del dictador Stalin.

Este cronista no conoció la capital, Hannoi, sino la ciudad más poblada del país, la ahora llamada Ho Chi Minh y los alrededores, incluyendo el imponente río Mekong. Pero la ex-Saigón fue y sigue siendo el alma y el corazón de Vietnam, la que lo define por encima de cualquier otra cosa, un país donde la esperanza de vida hoy es de 67 años, con una religión en su mayoría budista, con el 5% de analfabetos y con una densidad demográfica de 232 habitantes por kilómetro cuadrado.

El ingreso per cápita es de 200 dólares mensuales, pero con un costo de vida bastante inferior al de Argentina. Nuestro país, más allá de las gestiones que pueda realizar la Presidenta, tiene un intercambio interesante, ya que 700 millones de dólares al año son de ganancia para el comercio argentino.

El turismo creció el 1.000% en los últimos diez años. La ciudad está 1.800 kilómetros al sur de Hannoi y apenas a 300 de Nom Pen, la capital de Camboya. Para el turista hay varios motivos de atracción: el Palacio de la Reunificación, el Museo de la Revolución, el muy interesante Museo de los Restos de la Guerra, con pertrechos militares quitados a los estadounidenses, y el Mercado Ben Thanh, de frutas y verduras, además de varios edificios con clara influencia francesa.

Este periodista “alquiló” durante cuatro días a un nativo, conductor de una bicicleta con un pequeño carrito detrás. Me cobró diez dólares diarios, y el intenso calor tropical hacía que debiéramos detenernos, presos de una gran humedad, varias veces en el camino. Paradojalmente, este hombre se llamaba Menem, así, como el expresidente, que por diferencias del idioma nunca supe por qué ni su significado.

La ex-Saigón es, sin eufemismos, la capital mundial de las motocicletas, así como Pekín es la capital mundial de las bicicletas. En medio de un gran caos, contradictoriamente “organizado”, ocho millones de motociclistas circulan en la ciudad a toda hora, dentro de un marco de tolerancia inexplicable para quien llega desde Occidente.

El nivel de vida es más que aceptable, más teniendo en cuenta lo que el país vivió en décadas anteriores. Para quien tenga la oportunidad de viajar por Asia, es imperdonable no visitar Vietnam, que además de todo lo descripto, posee una cantidad de museos magníficos y unas playas que son la envidia de los viajeros pudientes.

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