Hombres nadando, tractores enterrados, manos solidarias. Horas de preocupación, angustia y de trabajo mancomunado se viven en Santa Victoria Este, departamento Rivadavia, donde las aguas turbias del Pilcomayo alcanzaron el límite de las defensas que resguardan a poblaciones enteras del chaco salteño, algunas de las más desprotegidas de la Argentina. Ayer, prácticamente la mitad de los habitantes de la zona se encontraban aislados por la crecida del río que nace en Los Andes y que, aguas abajo, sirve de límite natural con los vecinos países de Bolivia y Paraguay. Según Defensa Civil de Salta, eran más de 5.000 personas las que quedaron aisladas y más de 150 familias, especialmente de los parajes de La Merced, La Merced Chica y San Luis, tuvieron que ser asistidas. Al menos 15 hogares fueron relocalizados.
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Hombres nadando, tractores enterrados, manos solidarias. Horas de preocupación, angustia y de trabajo mancomunado se viven en Santa Victoria Este, departamento Rivadavia, donde las aguas turbias del Pilcomayo alcanzaron el límite de las defensas que resguardan a poblaciones enteras del chaco salteño, algunas de las más desprotegidas de la Argentina. Ayer, prácticamente la mitad de los habitantes de la zona se encontraban aislados por la crecida del río que nace en Los Andes y que, aguas abajo, sirve de límite natural con los vecinos países de Bolivia y Paraguay. Según Defensa Civil de Salta, eran más de 5.000 personas las que quedaron aisladas y más de 150 familias, especialmente de los parajes de La Merced, La Merced Chica y San Luis, tuvieron que ser asistidas. Al menos 15 hogares fueron relocalizados.
La ruta provincial 54 está transformada en un río desde la localidad de Santa María, hasta el poblado de Santa Victoria Este. Desde esa localidad, a 500 kilómetros de Salta, tampoco se puede acceder a Misión La Paz y a Alto la Sierra. La situación, según testimonios de los vecinos que pudo recoger El Tribuno, es “desesperante”. La inundación llegó con las lluvias en tierras bolivianas y los habitantes temen que también pueda haber precipitaciones en el chaco salteño, lo que complicaría el delicado cuadro actual, donde el agua se amontona cercando a las poblaciones. Hasta el cierre de esta edición las aguas del bravío y errante Pilcomayo continuaban creciendo. A las cinco de la tarde el río registraba una altura de 6.67 metros de profundidad en Misión La Paz y dos horas más tarde, según información oficial, se registró un pico 6.80 metros. Según los lugareños, hay temor de alcanzar la cota máxima histórica que rondaría los 8 metros.
“En Santa Victoria Este el agua está pechando para pasar el anillo de tierra que rodea el pueblo y que mantiene a resguardo a la población, pero ya llega hasta el bordecito”, contó el director del hospital de la zona, Patricio Fleming. “Si llega a llover, el agua no tendría para donde salir y las casa quedarían como en el medio de un dique, bajo el agua”, agregó. “Acá estamos trabajando todos unidos y tratando de colaborar sin esquivar ningún esfuerzo. Algunos llegan con su pala para reforzar las defensas, otros llenan bolsas con arena, pero todo el pueblo está trabajando”, contó uno de los tres médicos que tienen los más de 10.000 habitantes del lugar, estadística aproximada, ya que no se publicó en los resultados del Censo 2010.
“No existe ningún camino. No entras a ningún lado. Es la primera que al río lo veo así, en los cuatro años que llevo. Ya solo nos queda rezar”, dijo el médico.
Ni con un tractor
“Estoy ayudando en el terraplén que está por desbordar. La creciente llegó anoche. Tan fuerte como ahora no recuerdo. El miedo es que llueva aquí, porque quedamos en un pozo sin salir a ningún lado. Hoy se quedó trancado hasta el tractor y algunos dicen que se fundió”, contó Miguel Ceballos, de 18 años. Por su parte, el intendente Moisés Balderrama dijo: “Ya acordamos el método de accionar junto a Defensa Civil, la Policía de la Provincia, Gendarmería y Vialidad, si es que las cosas se ponen feas”. Ayer hicieron tres vuelos sanitarios para trasladar a pacientes de gravedad que no podían salir.
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