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De ama de casa a ganadora del Premio Nobel de Literatura

Viernes, 11 de octubre de 2013 02:01
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Alice Munro, la flamante ganadora del Premio Nobel de Literatura, cumple al pie de la letra los requisitos que el gran Rainer María Rilke exigía para ser un buen poeta: “Si su vida cotidiana le parece pobre, no la culpe a ella; cúlpese a usted mismo, dígase que no es lo bastante poeta para invocar las riquezas del día a día”. 
En sintonía con Rilke, Alice ha confesado su fórmula para escribir: “La vida de la gente es suficientemente interesante si consigues captarla tal cual es: monótona, sencilla, increíble, insondable”. Así es su literatura. Sencilla en el enunciado y profunda en el abordaje y en la belleza de sus textos.
En su fallo difundido ayer, la Academia Sueca explicó que la escritora canadiense fue distinguida con el máximo premio de las letras por su “armonioso estilo de relatar, que se caracteriza por su claridad y realismo psicológico”.
El jurado, que por primera vez en 112 años de existencia decidió recompensar a una cuentista, justificó el fallo al considerarla “una maestra de la narración breve contemporá nea”.
En sintonía, algunos críticos describen a Munro como “la Chejov canadiense”. La escritora, nacida en 1931 en la provincia de Ontario, es conocida por sus historias breves y ha publicado numerosas colecciones a lo largo de los últimos años. “Sus historias suelen estar ambientadas en pueblos pequeños, donde la lucha por una existencia social aceptable generalmente resulta en relaciones complicadas y conflictos morales, problemas que surgen de diferencias generacionales y ambiciones de vida contradictorios”, sostiene el fallo de la Academia Sueca. “Sus textos en general muestran eventos de todos los días pero al mismo tiempo decisivos, una suerte de epifanías, que iluminan la historia que las rodea y da lugar a la aparición de preguntas existenciales”, agrega el documento.
Munro, que comenzó estudios universitarios de periodismo e inglés pero los abandonó al contraer su primer matrimonio, escribió sus primeras historias en la adolescencia. Entre sus libros están “¿Quién te crees que eres?” (1978), “Las lunas de Júpiter” (1982), “Escapada” (2004), “La vista desde el Castle Rock” (2006) y “Demasiada felicidad” (2009). Un rasgo característico de sus obras es el tratamiento que da a las mujeres protagonistas. Partiendo de un perfil aparentemente rutinario es capaz de convertirlas en seres especiales tras una situación que resulta ser el detonante transformador. “Mi vida querida” es su última joya y se consigue traducida en librerías.

Una mujer extravagante que se evadía durante la siesta


Munro vivió los primeros años de su vida en una granja al oeste de Ontario, en condiciones de precariedad económica. La combinación de una estricta educación presbiteriana con la convicción de que no podía ser solo una ama de casa amalgamaron su vida y su obra.
La escritora canadiense no pudo terminar sus estudios universitarios, se casó muy joven con su primer marido y rápidamente tuvo hijos, pero se negó a acatar el dictado de un entorno social machista y provinciano y empezó a escribir cuentos cuando sus hijas dormían la siesta.
Tuvo una infancia claustrofóbica, en un mundo que -según confesó alguna vez- seguía viviendo como en el siglo XIX a mitad del XX. “Era la sociedad la que consideraba a las mujeres negligentes por hacer algo tan extravagante como escribir, aunque encontré a muchas amigas que leían en secreto y nos lo pasábamos muy bien”, contó en una entrevista a la revista New Yorker.
Jorge Luis Borges, Javier Marías, Alberto Manguel, Mario Vargas Llosa y García Márquez son algunos de los escritores predilectos de esta lectora voraz.
“He escrito tantos años que no sé hacer nada más -señaló-. Sé que soy feliz cuando me viene una idea y puedo ponerme a trabajar de manera estructurada, y sé también que no soy muy buena tomando vacaciones”. Hace tres años confesó que padecía cáncer y en junio pasado había anunciado que probablemente no volvería a escribir “nunca más”.
 

 

 

 

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