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Como aquel Gimnasia del 60, de Raúl López y Pedro Medina

Sabado, 19 de octubre de 2013 20:30
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Con la vuelta del profe Salvador Ragusa se renuevan las esperanzas futbolísticas de Gimnasia y Tiro. Es que sus hinchas anhelan que el profe reedite aquellos excelentes planteles que logró conformar para la temporada 1996-97 primero, donde brillaron Rueda y Cervera, sus dos principales descubrimientos, más Leone, Mario Jiménez o el Pato Ibáñez, y para la temporada 2010-11, después, trayendo a los Beraldi, los Núñez, los Albornoz o los Zambrano y que hagan rememorar aquellos históricos logros.

Hasta Raúl López y el Chueco Pedro Medina, que no hace mucho partieron al estadio celestial, estarán rogando para que el cuadro de sus amores recupere los primeros planos y vuelva a brillar como aquel equipo que integraron en 1960.

Es que Gimnasia y Tiro siempre hizo historia en el fútbol. Desde que se fundó, incluso tuvo grandes equipos que fueron campeones en las décadas del 40 y 50 y hasta llegó a incursionar en la máxima categoría del fútbol argentino dos veces en la década del 90.

Pero en esta ocasión bien vale rememorar aquel cuadro del 60, que integraban Raúl López y el Chueco Medina, cuya alineación salía de memoria. Porque aquel cuadro, invencible e inolvidable, se dio el lujo de ganarle a cuervos y santos de ida y de vuelta. Se consagró campeón invicto, en toda su dimensión, porque no perdió, ni empató ningún partido: los ganó a todos, así de simple. Le sacó diez puntos de ventaja al segundo (Central Norte) y su delantera marcó en esa temporada más de sesenta goles.

Porque así como hoy brillan los Chaves o los Zárate, en ese entonces lucían los Cornejo Revilla, los Akemeier o los Defrancesco. Y así como hoy tiene en Ceballos un conductor dentro de la cancha, en esa época lo eran el Flaco como volante central y el Chueco como armador.

Y en los calurosos días de octubre y noviembre de ese 1960 al albo, entonces denominado los millonarios, no lo paraba nadie. Y tras golear a Central Norte por 4-1 (ya le había ganado 4-3 en la primera rueda) llegó el clásico contra Juventud Antoniana (al que había vencido 2-1 en la primera rueda), tal vez el único que a esa altura del campeonato podía frenar tamaña escalada.

Pero nada, Gimnasia le ganó 4-2, con dos goles de Defrancesco y otros dos de Akemeier y una gran actuación del Chueco Medina, por sus asistencias y generador de todo el fútbol que exhibía ese equipo.

¿Cómo formaba ese equipo de Gimnasia?. El ruso Koss en el arco; el turco Guerra y Fernández; Bepre, Raúl López (papá de Laucha y Epi) y el ciego Juan C. Martínez; el papa Cornejo Revilla, Akemeier, el bruto Racedo, Medina y el flaco Defrancesco. También alternaban el arquerito Agüero, Gerbán, Moya, Franco y V.López.

Lástima que ese cuadro se desarmó rápidamente, porque Cornejo Revilla y Koss se fueron a Córdoba al año siguiente, Carlos Akemeier pasó a San Martín de Tucumán, y al año siguiente casi lo compra River, Racedo estaba en las puertas del retiro y el Chueco Medina partió rumbo a Unión de Santa Fe, donde también fue figura, especialmente en la temporada de 1963, cuando anotó alrededor de diez goles jugando como media punta.

Tal es así que de aquel Gimnasia, sólo Oscar Guerra y Luisito Franco llegaron a integrar el seleccionado salteño subcampeón argentino en 1962, más el pibe Juan C. Talló que pasó a ocupar el lugar de Defrancesco, y éste el de Racedo.

Pero nadie puede borrar que el de 1960 fue un gran equipo, tan categórico como el que integraron los Popeye Herrera, los González, los Viano o los Tigre Amaya cuando subieron a Primera A. Tan categórico como el que formó hace un par de años el profe Ragusa y que ascendió al Argentino A.

Pero vaya este homenaje a estos dos recordados futbolistas, que ya no están entre nosotros, pero que dejaron su sello. Porque Raúl López no solo fue un crack en la cancha, también lo fue en la faz dirigencial, ya que estuvo como presidente del club durante dos periodos completos. Y Pedro Medina, tras retirarse de la práctica activa se dedicó a formar futuros cracks en las inferiores del millonario, que luego llegaron a lucirse en las grandes contiendas.

Churo ¿no?

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