En la Escuela Reyes Católicos una señora demoró 26 minutos en completar la acción, mientras en otras mesas de votación de la misma escuela, las máquinas electoras no terminaban de incorporarse a la red.
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En la Escuela Reyes Católicos una señora demoró 26 minutos en completar la acción, mientras en otras mesas de votación de la misma escuela, las máquinas electoras no terminaban de incorporarse a la red.
En otro punto de la ciudad, en la escuela de barrio San Remo y luego de una espera de más de dos horas, una mujer desistió de emitir su voto porque las demoras terminaron por colmarle el tiempo y, sobre todo, la paciencia.
Muy cerca de allí, en barrio Miguel Aráoz, la exasperación llegó al punto que un señor cayó en la prohibición del voto cantado al revelar que tuvo que votar en blanco porque no pudo encontrar a sus candidatos.
En otros casos más audaces, los electores que no encontraron a sus candidatos terminaron por armar su voto “intuitivamente”, pero sin saber en concreto si habían realizado la operación en forma correcta.
Hubo capacitadores en las escuelas que terminaron bajo la sospecha de que inducían a los ciudadanos a votar por tal o cual candidato.
Las experiencias de este tipo se repitieron a lo largo y ancho de la provincia y si esto se reflejó claramente en las ciudades, es mejor ni pensar en qué habrá ocurrido en los pueblos o las localidades más alejadas.
Mucha incertidumbre y desconocimiento; falló la capacitación y la difusión, pero también falló el sistema. En resumen, la experiencia del voto electrónico aplicado en toda la provincia de Salta durante las elecciones del domingo dejó ese extraño sabor que combina la expectativa con la frustración plena.
Es que más allá de lo que sostenga el Gobierno, la impresión que dejó el debut del sistema electrónico para toda la provincia, es que se trata de un método que indiscutiblemente anticipa el futuro inmediato, pero que debió ser aplicado de una forma progresiva y sin tanto apuro.
Después de todo aún no está del todo claro el motivo por el cual la cobertura total del sistema electrónico para la provincia, prevista inicialmente para el 2015, se adelantó dos años.
Por otro lado, es indudable que la afluencia de votantes disminuyó con respecto al anterior comicio en el que se usó el voto papel.
Las PASO de agosto tuvieron una participación del 77 por ciento mientras que las del domingo pasado apenas superaron 61%. Si bien es cierto el promedio de participación en los comicios se mantiene en este último nivel, es inexcusable que la cantidad de gente que fue a las urnas disminuyó con respecto a la elección anterior.
Con esto también se puede inferir que el sistema afectó la voluntad cívica de muchos, sobre todo de las personas mayores que, tal como revelan los casos descriptos más arriba, optaron por abandonar las filas luego de horas de espera.