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Costumbres propias y ajenas

Martes, 12 de noviembre de 2013 02:12
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Deseo expresar; por un lado, mi preocupación ante el avance constante de costumbres que nos instalan desde afuera; y por otro, la apatía de los adultos que no somos capaces de ejercer con criterio nuestro rol de formadores de las nuevas generaciones.

El 1§ de Noviembre, acompañé a un grupo de alumnos de 2§ año del secundario y a sus catequistas, en una visita a la Escuela de Santa Rosa de Tastil para compartir con sus alumnos una jornada de intercambio. Grande fue mi sorpresa cuando observé que aquellos niños, con mucha sencillez y naturalidad, nos enseñaban algunas costumbres que practican ese día, como preparación para el día de los Difuntos (2 de Noviembre). Me llamó la atención la dedicación y respeto que les brindan desde los ancianos hasta los más pequeños de la familia. Es una ceremonia cargada de profunda significación en donde se palpa claramente la trascendencia del ser humano.

De regreso, aún conmovida, me senté a tomar un jugo en un kiosco, cuando entró una maestra de Jardín de Infantes con 12 alumnos, todos disfrazados de brujos, vampiros y seres extraños, que pidieron dulces en el local. Seguramente ninguno de esos chicos (calculo que la maestra tampoco) sabían bien por qué estaban disfrazados así. No pude dejar de comparar lo que había vivido en Tastil con lo que presenciaba en ese momento. Aquellos niños de los cerros cultivan en su interior un amor sincero por sus fallecidos y honran a sus muertos, que es honrar la vida, y éstos se disfrazan de seres que no conocen y que sólo despiertan rechazo y miedo.

Es evidente que a nuestra sociedad le interesa "importar" lo que se vende desde afuera, pero no le "importan" los valores que están en nuestras raíces. Parecería que nos tientan fácilmente los contenidos huecos y que nos avergonzamos de nuestra identidad; pero, lo más preocupante, es que así también formamos a nuestros niños y jóvenes. Nuestra sociedad necesita que los adultos asumamos la única responsabilidad que todos compartimos: formar generaciones de buenas personas, con valores y con identidad propia. Qué distinta sería nuestra realidad si marcáramos el camino y dejáramos huellas coherentes con lo que somos y con lo que recibimos y lo transmitiéramos con orgullo a nuestros hijos.

Isabel Aráoz de Suvá
Barrio Parque Gral. Belgrano

 

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