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Agustín Salvia: “La pobreza actual se debe a la inexistencia de buenos empleos”

Domingo, 01 de diciembre de 2013 02:06
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Uno de los dramas más grandes que tiene América Latina en general y Argentina en particular es, sin lugar a dudas, la pobreza. Hay crecimiento económico en la mayoría de los países, pero las desigualdades sociales muchas veces no se achican. “La pobreza de hoy no está tan vinculada al desempleo, sino a la inexistencia de buenos empleos”, sostiene un especialista en el área como Agustín Salvia. Investigador del Conicet, investigador jefe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA y director del grupo Cambio Estructural y Desigualdad Social del Instituto Gino Germani de la UBA, Salvia dialogó en exclusiva con El Tribuno sobre la crisis social, la inflación y el Indec. Además, calculó que la pobreza actual está en niveles parecidos a los de la década del noventa y señaló que con los últimos cambios en materia política y económica el Gobierno “ha escuchado a las urnas”.

Luego de la renuncia de Moreno, ¿cree que el Gobierno revelará las cifras reales de la inflación?

Creo que la renuncia de (Guillermo) Moreno es una señal política que da un gobierno que ha escuchado a las urnas de las últimas elecciones y que entiende que hay un clima de hastío, de falta de credibilidad y que efectivamente hay problemas de gestión.

Me parece que es un gobierno que reacciona frente a los problemas que está teniendo y frente a una ciudadanía que empieza a identificar que hay problemas de gestión. Entonces, la renuncia de Moreno es una señal para cambiar los ánimos, pero no implica necesariamente un decisión política, por lo menos hasta ahora, de democratizar, de renovar, redefinir o reestructurar el Indec en función de convertirlo en un organismo de estadísticas públicas confiable. Por ahora, eso no ha ocurrido, ni hoy hay voluntad política expresada en ese sentido. Eso no quiere decir que no se vaya convirtiendo en una necesidad para el Gobierno. Por varios motivos, en principio, la ausencia de Moreno lleva a que toda la estrategia de intervención sobre el Indec se debilite. Y en la medida en que se debilita la política focalizada en la intervención del Indec, los brazos que operan en la producción de estadísticas “truchas” o no confiables, se ven debilitados.

¿Qué rol tendrá en ese contexto el ministro de Axel Kicillof?

Pensemos que el nuevo ministro de Economía hasta antes de asumir, como secretario de Política Económica y Planificación del Desarrollo, era responsable de la producción de investigaciones académicas y de insumos para la investigación académica en economía, como un índice alternativo de precios que, tomando las fuentes de las direcciones provinciales, más que duplicaban las estadísticas oficiales. Ya era un generador de estadísticas mucho más confiables o representativas de lo real. Creo que no se va a manejar con las estadísticas construidas del Indec, sino con otras más robustas, más académica y técnicamente confiables.Todo eso hace que, si bien no hay una decisión de modificar el Indec, creo que en el transcurso del tiempo, el proceso va a causar un cambio en el Indec en los próximos meses.

Creo que están esperando que se avale el nuevo índice de estadística que va a aparecer entre febrero y marzo, como un modo de legitimar una evaluación de los precios distinta. ¿Cómo van a construir ese índice?, ¿qué tan confiable o no confiable va a ser? Es un problema, no es tan fácil. Porque si bien ese nuevo índice está siendo hoy avalado por un conjunto de universidades públicas, son todas universidades o centros de investigación que son filo K o pro Indec hasta este momento. Todo esto negociado con el Fondo Monetario Internacional. El FMI va a tener que dar un aval desde el punto de vista técnico, pero lo va a dar en la medida en que haya credibilidad en la sociedad técnica civil o académica, pública o privada, no oficialista. Porque si no, se mantiene la veta.

¿Se trata de una cuestión de confianza?

El problema con el índice de precios es la confianza. Cuando a la gente le dicen que la inflación es del 20%, alguien dice es del 15 y otro dice que es de 25. Estamos en la misma, no importa si la diferencia es de 10 puntos o 15. Lo importante es crear un índice en el que los centros académicos públicos y privados crean y den aval. Para mí, el terreno político está abierto. Creo que el Gobierno está necesitado de tener un índice confiable. Tiene las puertas abiertas para hacerlo, en términos de que tiene aval internacional para crear un nuevo índice confiable, tiene una demanda social muy importante para que así sea. El tema es que cuando lo haga, va a tener que reconocer que la pobreza no es la pobreza que existe hoy y que las tasas de ajuste en un conjunto de tarifas más devaluadas, tasas de crédito o de lo que fuese, tienen que producir cambios en el sistema económico, lo cual es un costo importante.

¿Cómo evalúa las cifras de la pobreza respecto de los años 90?

Si uno compara los niveles de pobreza de ahora con los de la década del "90, bien medidos, estamos en los niveles de pobreza que teníamos ya avanzado el plan de reformas estructurales. La diferencia entre una pobreza y otra, era que aquella tenía mucho que ver con la situación de desempleo, de población que no encontraba empleo o lo había perdido, o de un pequeño establecimiento que tenía que cerrar frente a la competencia de la importación. Estaba fuertemente vinculada al desempleo, no a los bajos salarios. Mientras que hoy, la pobreza no está tan vinculada al desempleo, sino a la inexistencia de buenos empleos. Hay una parte de la pobreza que tiene que ver con que hay malos empleos, la gente gana poco, empleos precarios del sector informal: limpiavidrios, vendedores ambulantes, etc. Ganan mucho menos que lo que se gana en el sector protegido de la economía. La pobreza se debe en parte a ganar poco por tener malos empleos. Esto hace la diferencia, que no es solo estadística, sino estructural, del país que tenemos con respecto al que teníamos.

No quiere decir que el país que teníamos en los 90" era mejor que el que tenemos, pero aquel país que teníamos era un país que no generaba empleo, que generaba buenas remuneraciones, pero en donde la población tenía todavía la esperanza de insertarse en el sector formal y tener un buen empleo si cambiaban las políticas económicas de inversión y desarrollo. Para lo cual, sin duda, había que salir de la convertibilidad. Esto empezó a producirse en los años 2000, 2006, 2007, pero en otro contexto, por eso bajó fuertemente la pobreza, ganando en todo sentido: ganando en mayor empleo y recuperando la remuneración. Lo que ocurrió después del año 2006, 2007 es que ya no se reduce la pobreza porque se detiene el proceso de generación de nuevos empleos de calidad, al tiempo que las remuneraciones en términos reales dejan de crecer, producto de la inflación.

¿Cómo le parece que estamos hoy?

La situación que tenemos hoy nos coloca, en términos relativos, mejor que en los "90 cuando analizamos que la gente tiene más empleo, pero peor que en los "90 cuando evaluamos que tiene más empleos que no son de calidad. Por lo tanto, para crecer no necesitamos más programas sociales. ¿Para que la gente viva mejor necesitamos más asistencia social? No. Necesitamos más inversión y más empleos de calidad, incorporar a una masa marginal de población que hoy por hoy está trabajando de manera informal en un sector formal de la economía. Eso no se logra fácilmente. El techo de la mejora, para mí, llegó hasta 2007, con otra mejora en 2011. Pero con tasas de crecimiento del 7 u 8% llegamos hoy a tener al 50% de la fuerza de trabajo asalariada y no asalariada en un empleo registrado. El otro 50% de la población está en un empleo no registrado, sea asalariado o no asalariado, estoy sumando a los dos.

¿Cómo solucionamos eso?

Necesitamos crear buenos empleos, buenos sistemas accesibles a la registración de monotributistas o trabajadores independientes, o a que pequeñas empresas o empresas familiares incorporen a sus trabajadores al sistema de seguridad social, no obligados por la policía del trabajo, porque no lo van a hacer, porque tienen más productividad, más recursos, la expectativa de decir “este es un país que se desarrolla, incorporamos a la cultura del trabajo a toda esa población” Esto implica un cambio cualitativo, que teníamos la posibilidad de desarrollar a principios de la década del 2000 y que fue una oportunidad desaprovechada. En 2004, 2005 deberíamos estar convocando a esta estrategia de desarrollo. ¿Cómo hacemos para que el sector informal de la economía o las zonas más pobres del país tengan una subsidialidad en términos de inversión y al mismo tiempo un cambio en la política, capaz de hacer que las zonas atrasadas, en diez o veinte años, se conviertan en zonas modernas de desarrollo? La inversión que había que hacer entre 2005 y 2007 fue una oportunidad desaprovechada. Se trabajó para las siguientes elecciones. Hubo convenios colectivos de trabajo que mejoraron la situación de los asalariados formales. No hubo planificación ni política de mediano o largo plazo. Se siguió trabajando con los impuestos coparticipables, con la recaudación fiscal en términos federales en forma arbitraria. Se generaron políticas sociales atendiendo a la asistencia económica y no así a la incorporación a un trabajo digno, a un trabajo productivo. Por lo tanto, la pobreza que teníamos en 2005, que era de un 25%, hoy por hoy se mantiene en esos niveles. No hubo un cambio cualitativo en la política económica y social.

¿Cuál es su opinión respecto de la asignación universal por hijo (AUH)?

Hoy por hoy, 2 de cada 10 hogares urbanos en el país reciben alguna ayuda económica, 3 de cada 10 hogares con niños reciben la AUH. De qué es indicador esto: ¿es indicador de una política social distributiva? Creo que no. Me parece que es indicador de una política que como no logra generar inclusión a través del trabajo, el mecanismo más genuino, está obligada a dar asistencia social para que esa población pueda sobrevivir. Sin esos ingresos, la población duplicaría las tasas de indigencia que hoy son del 5%, que de otra forma sería del 10%. Es una línea de intervención muy importante y valiosa, porque atiende la emergencia social de los sectores más pobres. Pero no es una plataforma de inclusión social, sino de asistencia social. La población así puede sobrevivir, pero no los estamos haciendo ciudadanos. No hay trabajo suficiente para esas personas. Si un buen empleo le deja un buen salario, la gente va a dejar la AUH, el problema es que no hay una demanda de trabajo de calidad para esta población.

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