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Cómo evitar que los chicos pidan todos los juguetes que ven

Martes, 10 de diciembre de 2013 04:28
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Las ciudades ya lucen las primeras luces que anuncian la cuenta regresiva hacia la llegada de las fiestas de fin de año. En las calles se percibe el apuro de los papás por tener listos los adornos navideños y el menú de la Noche Buena y Año Nuevo. Los más precavidos, incluso, ya están pensando en los regalos que pondrán al pie del arbolito. Las compras anticipadas suelen evitar los grandes dolores de cabeza y las pérdidas de tiempo que significa sumarse a la legión de apurados que dejan todo para última hora.

Los más chiquitos no están exentos de los niveles de ansiedad que se liberan en estas fiestas. La mayoría de los chicos ya eligieron de las publicidades que pasan en los canales infantiles los juguetes que quieren pedir a Papá Noel y a los Reyes Magos. Esta demanda suele ser, en muchas ocasiones, superior a las posibilidades reales de las familias.

Aun así muchos padres se afanan para que sus hijos tengan el mayor número de juguetes “desde un cariño mal entendido”, explica Jerónimo García Ugarte, profesor de Filosofía y Psicología y tutor de Superpadres.com.

“En muchos casos son los progenitores los que si no tienen cuidado transmiten a sus hijos un modelo de consumo que no es recomendable. No lo hacen con mala intención, pero compran a sus hijos muchas cosas porque piensan que así los hacen felices. Sin embargo, no se dan cuenta de que la felicidad del niño muchas veces dura apenas diez segundos, el tiempo que lleva ver su cara de sorpresa e ilusión al descubrir una montaña de juguetes”.

La recomendación es que los padres no piensen solo en este corto período de tiempo, sino en las consecuencias de sus actos a largo plazo: “Comprarles grandes cantidades de juguetes los llevará en un futuro a considerar el consumismo como algo prioritario en sus vidas, porque así se lo han enseñado sus padres”.

Desear, mejor que tener

Otra de las características de la mayoría de los niños es que son más felices deseando algo que teniéndolo en sus manos. “Igualmente, hay padres que sienten mayor satisfacción al dar un regalo a sus hijos, que los mismos niños por el hecho de recibirlo. Es un error ofrecer a los niños un modelo de felicidad basado en el "tener' y no en el "ser', y no educar en buscar la felicidad en las pequeñas cosas de la vida. Una felicidad - recalca García Ugarte- que en la mayor parte de las ocasiones termina cuando ya se tiene aquello que tanto deseaba”.

En la sociedad actual resulta inevitable que las fiestas de fin de año tengan un importante componente material, pero lo que sí es evitable es hacer partícipes al cien por cien a los menores de un consumismo desmesurado y que no corresponde con lo que estas fiestas deben significar para cada familia.

En este sentido, Jerónimo García Ugarte recomienda que los padres ayuden a sus hijos a elegir sus regalos navideños buscando el equilibrio entre sus deseos y la realidad.

“Es muy importante hablarles del costo de los juguetes, sin detallarles el precio exacto, sino del esfuerzo que supone poder comprarlos, así como del valor de la solidaridad y de que Papá Noel y los Reyes Magos puedan repartir juguetes entre todos los niños. Es el momento también de enseñarles a discernir aquellos regalos que van a usar, con los que van a disfrutar, de aquellos que solamente responden al capricho de tener, de acumular”, concluyó Jerónimo García Ugarte.

El difícil arte de poner
límites a los niños

™En general, los papás de hoy reconocen que poner límites es importante en la educación de sus hijos, pero les cuesta ejercer su función de autoridad y decir que no.

Temor a la frustración, sentimiento de culpa o que los chicos los dejen de querer son algunos de los motivos que, según los especialistas, llevan a los padres a ser excesivamente permisivos y contemplar todos los deseos y caprichos de sus hijos. Pero ¿cuál es la manera de poner límites sin frustrar a los niños? “Justamente, hay límites que apuntan a que el niño aprenda a tolerar cierto grado de frustración. Esto también forma parte de la vida y los ayuda a crecer y madurar”, señaló Eva Rotemberg, directora de la Escuela para Padres.

Por su parte, la psicoanalista Alejandra Marroquín, docente del Centro Dos, explicó: “No poner límites es una manera de desamparo, de abandono. Esto genera el fenómeno de los niños tiranos, que son los chicos que quieren todo, exigen sin límites a sus padres y no soportan escuchar un no como respuesta. Lo único que se logra con este consentimiento es hacerles daño”.

Llanto, ira, pataleo... “Es normal que la primera reacción sea el enojo, pero inmediatamente después llega el alivio -agregó Marroquín-. Esto los ayuda a desarrollarse en sociedad, a saber esperar, a respetar normas y a participar de una cultura”.

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