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Saqueo: una palabra muy temida

Martes, 24 de diciembre de 2013 12:52
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Por Paco Fernández, 
Director del Servicio de Información e Investigación sobre la 
Lengua (SIL) UNSa

Lamentablemente durante los días de diciembre, previos a las llamadas fiestas de fin de año (Navidad y Año Nuevo), en muchas ocasiones se potencia el descontento social cuando la gente de menores recursos -sin embargo, también las de clase media y, directamente, los más excluidos- percibe que hay pocos que gozan de privilegios a los que aquella no tiene acceso. Políticos, referentes de la farándula, del espectáculo y del fútbol (pero también de otros colectivos sociales), especialmente en nuestro país, exhiben descaradamente lo que poseen, ya sea por los medios de comunicación social convencionales, mas asimismo por las redes sociales, tan concurridas en la actualidad por la mayoría.

Lo remarcó el analista político, José Armando Caro Figueroa, en un artículo titulado “La violencia se instaló en el centro de la escena (El Tribuno, 15-12-13): Una sociedad injusta. La corrupción, los lujos y derroches que impúdicamente exhiben un sector de la clase dirigente y muchos ricos y famosos, abonan la idea de que vivimos en una sociedad híper injusta en donde la aplicación al estudio y al trabajo honrado va dejando de ser el camino para realizar sueños y construir una vida digna”. Es tan elocuente este párrafo que, agregarle un comentario, sería redundar innecesariamente.

Tuvimos en el país una experiencia terrible en los últimos días de diciembre de 2001, los cuales quedaron grabados para un triste recuerdo. Sin embargo, los que se vivieron en la semana del 9 al 13 de diciembre de este año, refuerzan la realidad de que esta época es proclive a desbordes de todo tipo debidos a la desatención de los gobiernos respecto a los marginados, pobres y miembros de la devaluada clase media, protagonistas todos ellos de estas situaciones, al ser abandonados al arbitrio del azar.

Pero vayamos al análisis que me compete respecto a la palabra que define acabadamente las realidades que soportó el país en el último mes del año. 

Saqueo

Este sustantivo se origina en el verbo ‘saquear’, al que el DRAE deslinda de la siguiente manera: “De ‘saco’. Dicho de los soldados. Apoderarse violentamente de lo que hallan en algún lugar. // 2. Entrar en un[a] plaza o lugar robando cuanto se halla. // 3. Apoderado de todo o la mayor parte de aquello que hay o se guarda en algún sitio”. Como el verbo, y sus derivados, proviene del sustantivo ‘saco’, es preciso saber lo que, al respecto, informa el DRAE: “Del latín ‘saccus’). m. Receptáculo de tela, cuero, papel, etc. por lo común de forma rectangular o cilíndrica, abierto por uno de los lados. // 2. Cosa contenida en él. // 3. Cosa que en sí incluye otras muchas, en la realidad o en la apariencia. Usase más en sentido peyorativo. ‘Saco de mentiras’. ‘Saco de malicias’. (à). ‘Entrar o meter a saco’ significa ‘saquear’”.Por otra parte, el “Diccionario de la lengua latina”, de Macchi, responde con respecto a esa palabra: “Saccus, sacci. [pronunciados ‘sacus, saqui’] m. saco, talego // alforjilla (à). ‘Saccus nummorum’, Horacio, bolsa de dinero”.

Evidentemente, al referirse a una bolsa -tal como llamamos en Argentina a lo que en otras partes del mundo hispanohablante se conoce como ‘saco’- para denominar la acción de asaltar y apoderarse violentamente de algo que pertenece a otros, es fácil deducir que el producto de ese apoderamiento era guardado en bolsas para ser transportado a otro lugar. 

La misma definición de ‘saquear’, producida por la RAE, atribuye la acción violenta a soldados, lo que recuerda algo que imperó durante mucho tiempo en las distintas sociedades.

Dice el Dr. Daniel Nallar en su artículo “El Gran Zaqueo y sus perros amaestrados” (El Tribuno, 15-12-13): “Tomar masivamente y por la fuerza lo ajeno es una ‘ley’ del estado. Los ejércitos que salían victoriosos de una guerra quedaban autorizados a ‘zaquear’ las ciudades del derrotado, violar a sus mujeres y llevarse a las niñas para prostituirlas. Eso hacía el estado en sus orígenes. Uno de los saqueos más trágicos de la historia fue sobre Asunción del Paraguay luego de la guerra de la Triple Alianza (1865-1870) [à].
 El saqueo legal pasó a los primeros estados democráticos. Cuando un gobierno llegaba al poder por el voto popular, podía ejercer la técnica legal del ‘zaqueo’ respecto de todos aquellos que habían participado del gobierno de facto y de quienes no considere ‘amigos de la democracia’.”

Culmina Nallar afirmando que la Revolución Francesa fue uno de los casos más conocidos de saqueo, como también que por fin, por las Convenciones de Ginebra, el saqueo pasó a considerarse un delito desde 1949, partiendo de un principio muy simple: “Al que posee justamente debe respetársele lo que posee”.

El columnista, al utilizar entre comillas la palabra ‘zaqueo’, realiza una comparación entre la homófona (que tiene igual ‘sonido’) ‘saqueo’ y la que se refiere a un personaje bíblico, recaudador de impuestos, que invitó a Jesús a comer a su casa y que luego se convirtió a su doctrina, dejando de robar a los judíos por medio de los impuestos romanos. En efecto, cuando la persona no tenía cómo pagarlos, debía entregar, como fianza, a su hijo para que trabajara para los recaudadores hasta saldar la deuda.

La bolsa de dinero

Lo que termina de confirmar fuertemente la idea de “apoderarse violentamente de lo ajeno” (yo agregaría “en banda”, puesto que la actuación de un saqueador no es solitaria) es la acepción que la locución latina agrega al concepto: “la bolsa de dinero”, tal como la concibió el poeta Horacio. 

En forma particular, este agregado significativo es más adecuado para aplicarlo a las funestas jornadas de saqueo de este año, puesto que sus actores -convocados rápidamente por las redes sociales, característica que faltó a las de 2001- no robaron principalmente alimentos, sino electrodomésticos y todo otro elemento que fuera posible vender, para proporcionarles más dinero que la comida.

Líbrenos Dios de que estos saqueos se repitan en circunstancias similares, puesto que serían mucho más trágicos, ya que los comerciantes, demasiado expoliados por el Estado, defenderán lo suyo con uñas y dientes.

 

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